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Estos factores han hecho que muchos de ellos desarrollen una personalidad narcisista, que puede llegar a ser conflictiva para su futuro como adultos, según un experto científico, sociólogo y educador.
Julio Rodríguez es científico, biólogo, doctor en medicina molecular, psicólogo, escritor y divulgador. Entre sus publicaciones se encuentra el libro, Prevenir el narcisismo (en los niños) que, según explica a Efe, “ha ido en aumento desde los años 80 y 90 y, ahora, debido a los confinamientos provocados por la pandemia, este crecimiento se ha visto acotado por las restricciones a las relaciones sociales”.
“En los temas de personalidad no se puede hablar de blanco o negro. Todos tenemos determinados factores sicológicos que son los que marcan la diferencia y determinan hacia dónde te aproximas más, si hacia el blanco o hacia el negro, como sucede en el caso del narcisismo y otros trastornos”, señala Rodríguez.
“También en la biología del comportamiento hay factores genéticos, así como ambientales, muy determinantes y es importante la educación en el aspecto sicológico”.
Sociedades individualistas o colectivistas
El ambiente en el que estemos situados es trascendental para el científico, por el contexto sociocultural y económico donde se encuentre el niño, “porque si la sociedad es muy individualista, los niños serán más narcisistas y egoístas. En sociedades más colectivistas habrá más solidaridad y más altruismo”.
“En cuanto al narcisismo propiamente dicho de una persona puede haber desencadenantes biológicos, pero también es muy importante el contexto en el que se viva, la educación que se reciba y la de los propios padres”, indica el autor.
“Hoy en día podemos decir, porque es un hecho científicamente probado, que está aumentando el número de narcisistas en nuestras sociedades porque se potencian estos rasgos a través de la política de mercado que induce al consumismo, a la cultura del yo, y a la exhibición en las redes sociales. Esos son, sobre todo, los factores que afectan”.
El problema del narcisismo en los niños se puede ir manifestando a medida que los niños se van desarrollando. No se puede percibir durante los primeros meses de vida porque no tienen neurodesarrollo. “Los niños suelen ser egoístas, pero si se van sociabilizando y van entendiendo que viven en una comunidad, donde es bueno compartir, eso les beneficiará y no caerán en ese problema”.
Según el científico, “en caso contrario pueden darse trastornos de personalidad y llegar a ser unos déspotas, egoístas, tramposos o mentirosos, rasgos que se asocian al tema del narcisismo o la psicopatía, que es la falta de empatía o ponerse en lugar del otro”.
“Todos estos comportamientos son como banderas rojas que tenemos que ir viendo para ir acotando y orientando. Si no se corrigen a tiempo y se dejan evolucionar, es más, si se potencian por los propios padres, a través de estímulos continuos como el hiperelogio, que suele suceder cuando los progenitores sufren la misma patología, el día de mañana será más difícil”, sostiene Rodríguez,
“Estos comportamientos también encuentran reflejo en las redes sociales como Instagram (paradigma actual del narcisismo), que permite crear perfiles falsos de uno mismo, a través de herramientas como son los filtros, proyectando una imagen distorsionada y maravillosa de la persona muy distinta a la real”, asevera el experto.
“Llamar la atención y buscar el éxito”
“Estas distorsiones proyectan una imagen endiosada que, al final, es una extensión virtual de la psicología ficticia de uno mismo, basada únicamente en la imagen exterior y la aprobación externa, donde prima por encima de la realidad objetiva llamar la atención y obtener el éxito”, subraya el científico.
Según el especialista, estos comportamientos, en lugar de forjar personalidad con una autoestima segura, crean una alta autoestima que no se corresponde con la realidad, además de potenciar una personalidad que desencadenará en un trastorno narcisista, cuando no la aparición de niños inseguros y personas muy vulnerables a la realidad.
El científico argumenta que “el hecho de que se ponga de manifiesto su verdadera personalidad provoca que se finalice ese endiosamiento ficticio, pero hace que se sientan vacíos y puede ir derivando en la aparición de cuadros como trastornos depresivos, conductas adictivas o violentas, que son muy típicas de narcisistas”.
En los casos más extremos pueden ser un poco presumidos y también arrogantes. “Tales personas pueden adquirir puestos de poder y ejercer mucha maldad y si, por ejemplo, tienen puestos políticos pueden llegar a ser muy peligrosos, porque necesitan ser admiradas, como un coche necesita la gasolina”.
“Existen muchos libros que enseñan cómo premiar el esfuerzo y no solo el éxito de animar a los niños a que sólo hagan aquello que les gusta, sino también aquello que les ayude a construir su personalidad de forma completa”, indica Rodríguez.
“Hay que enseñarles a que expresen sus emociones, que hablen de las cosas que hacen bien, pero también de las cosas que no hacen tan bien, para que puedan acercarse a sí mismos de forma integral”, subraya el científico y psicólogo.
“Si no tienen esa base emocional asegurada por sus padres podrán ser presas fáciles, víctimas, de las píldoras de felicidad que continuamente vende la sociedad de consumo, mientras va fomentando la superficialidad y el narcisismo que impera”, indica.
Rodríguez incide en que “la tendencia es clara. Los datos recogidos en todo el mundo, sobre todo en las sociedades individualistas como son la americana o la europea, pero menos en las colectivistas, muestran en general un avance de los casos de narcisismo medido en los test de personalidad facilitados por los institutos”.
“Un filósofo francés contemporáneo defiende que, si somos felices, no consumimos, y concluye que lo que rompe nuestra felicidad es que te la venden como una píldora que proporciona una satisfacción inmediata pero superflua, una alegría que desaparece en pocos días y nos sume de nuevo en nuestro anterior estado, y así continuamente”, comenta a Efe.
Sobre las consecuencias de las medidas adoptadas por la covid-19, Julio Rodríguez enfatiza que, “en la actualidad, la tensión que tenemos por la pandemia ha causado que en algunos casos se produzcan cuadros de ansiedad y depresión en los niños”.
“Está rompiendo algo que es básico para nuestro bienestar sicológico, para las relaciones sociales, pero que es algo inevitable porque, de no hacerse, se descontrola todo y puede morir mucha gente”, concluye Julio Rodríguez.