No extraña que personas de todas las edades (y especialmente los niños) se quejen. “Todos lo hacemos más de una vez”, comparte Mayra Morataya, psicóloga certificada en coaching en tanatología.
La especialista define una queja como una forma de desahogarse, de expresar emociones o de liberar tensión.
“Podemos hacerlo de manera externa (hacia los demás) o interna (en un diálogo interno) como si fuera un reproche de algo que nos sucede”, agrega Morataya.
El malestar expresado interna o externamente responde a una urgencia personal provocada por una situación de desagrado o de insatisfacción. Por esa razón se dice que la queja está alimentada realmente de la inconformidad.
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La también psicóloga Mireya De Arroyave argumenta que las quejas no radican tanto en el pesimismo, como se suele creer. “Las quejas y la constante expresión de cosas con las que no se está de acuerdo son parte de la estrategia que usan las personas inconformes”, agrega.
La inconformidad puede manifestarse hacia eventos y personas, comenta de Arroyave. En el caso de las relaciones interpersonales destaca que la persona quien se queja cree que no recibe algo que merece de las otras partes, o bien, se siente en desacuerdo de las actitudes dirigidas hacia ella.
Mireya agrega que las expectativas no cumplidas de otras personas o situaciones también pueden decantar en una molestia que posteriormente puede ser manifestada en una queja.
A manera general, se puede decir que no hay quejas “reales o exageradas”. Tanto de Arroyave como Morataya coinciden en que pueden ser relativas, puesto que su manifestación depende de la molestia particular de quienes las expresen.
En cuanto a su efecto en los demás, este se relaciona o nivela a la percepción que las otras partes puedan tener de la queja expresada. No obstante, podría surgir molestia dependiendo de la forma en que la inconformidad fue compartida.
Las quejas negativas
Aunque se ha dicho que todas las quejas suelen ser aceptables, lo cierto es que no dejan de tener una carga negativa. Estas pueden ser perjudiciales para quienes las emiten con frecuencia, y también, para quienes las escuchan.
Las quejas están relacionadas a sentimientos de frustración o enojo, por lo que, al momento de ser expresadas, las personas pueden acumular mucha información negativa en el cerebro. A la vez, esto activa la hormona del cortisol, misma que se libera como respuesta a las situaciones de estrés, apunta Mayra Morataya. Como respuesta, dicha hormona suele producir mayores niveles de glucosa.
Morataya no descarta en mencionar la importancia de las energías y cómo estas pueden decantar en la operatividad de las personas cuando se quejan constantemente. Esto influye la manera en que percibe su contexto y, en consecuencia, también puede que se transmita la carga negativa hacia los demás.
Mireya de Arroyave explica que las quejas pueden ser perjudiciales en medida que son expresadas hacia los demás como un ataque. Cuando las quejas son emitidas desde un sentimiento negativo, puede provocar que las personas que las escuchen se sientan inadecuadas o incapaces de responder a la molestia expresada por los emisores.
Es habitual que lo anterior detone un malestar emocional en los receptores de la comunicación y que a la vez esto provoque un desgaste en la relación con el paso del tiempo.
Individualmente las personas que se quejan también pueden verse afectadas más allá de los niveles de estrés y negatividad que acostumbran. Las especialistas consultadas comentan que estas se caracterizan por permanecer en la queja y no plantear soluciones para aquello que les molesta.
“Afecta a todas las personas, ya que quien se queja no resuelve las cosas, y las otras partes solo reciben información negativa”, expresa de Arroyave.
Ante dicho panorama, es necesario que las personas tomen una actitud positiva para saber que las quejas pueden conducir hacia nuevos caminos en los que se transformen o dejen atrás las molestias. Esto podría traer beneficios para ellas mismas e incluso a los demás.
Transformar la queja
“Todos tenemos derecho a decir lo que nos parece y en lo que estamos en desacuerdo, pero no podemos amoldar nuestra vida a una queja constante”, expresa la psicóloga Mayra, quien insiste en que lejos de ser un modo de operación, la queja puede ser un instrumento para la resolución de situaciones.
La queja también puede ser positiva, señala la especialista. Expresarla puede ayudar a que las personas manifiesten qué sienten y piensan desde su interior.
Por otro lado, pueden funcionar para que se expresen aquellas cosas que no se comprenden o que generan incomodidad en espacios determinados.
Las quejas también podrían verse como facilitadoras en el mejoramiento de las relaciones interpersonales debido al diálogo que pueden propiciar, apuntan Morataya y de Arroyave.
Para que las quejas negativas muten en algo constructivo se puede trazar una ruta de trabajo. Las psicólogas entrevistadas comparten algunos puntos para alcanzarla:
- Preguntarse por qué y de dónde nace la queja: Se sugiere indagar en la incomodidad y tratar de buscarle una explicación a la queja mediante preguntas como ¿Qué me molesta o qué gano de esta queja? Las respuestas permitirán aclarar la situación internamente.
- De ser comprendida, plantear la queja de manera asertiva: Expresar una inconformidad no siempre será esperado o fácil de digerir para otras personas. Por esto se recomienda empatía y claridad a la hora de plantearla. Puede comunicarse en primera persona y sin acusaciones a otras personas o situaciones externas.
- Trazar una solución: Luego de ser comprendidas y expresadas, las quejas se pueden convertir en cambios luego de encontrarles y proponerles una posible resolución. Posteriormente, es posible que la persona que expresa la inconformidad esté dispuesta a marcar límites en cuanto a las acciones que desea tomar.
- Practicar el optimismo realista: Cuando se habla de optimismo, no debe confundirse con aquel que supuestamente dicta que “todo irá bien”. Debe contemplarse una postura objetiva y madura de las cosas que se pueden hacer incluso en situaciones en las que las circunstancias están fuera de las manos de las personas.
- Considerar las adversidades: Además de considerar los hechos reales que muchas veces no están al alcance de las personas para su modificación, es recomendable se consideren las adversidades. Esto ayudará a que se les vea como algo normal, así como también los posibles desafíos a trabajar. Esto permitirá accionar desde el optimismo realista e incluso plantear rutas alternativas.
- Vivir en agradecimiento: Al agradecer por las cosas que nos permiten estar bien, el cerebro se percata de que existe esa certeza. Al recibir dicha información, el estado de ánimo podría incrementar.
Identificar una queja constante
Las especialistas comentan que percatarse de una queja no suele ser fácil, ya que se trata de una acción que surge de manera espontánea y automática ante el rechazo de una situación. No obstante, racionalizarla puede ayudar a las personas a que la conduzcan de mejor manera.
Por esa razón es importante prestar atención a las emociones de enojo, ira o frustración que puedan surgir. La molestia puede impulsar a que las personas hagan algo.
Luego de ello, las psicólogas recomiendan hacer una autoevaluación respecto a las cosas parecidas o en común que provocan ciertas molestias en las personas, y que, por ende, les produce expresar quejas.
Percatarse si constantemente se está emitiendo una acusación de otros o a manera personal puede explicar el por qué de una constante tensión e incomodidad en quienes se quejan. Por ello es importante mantener la reflexión constante.
Con el fin de ayudar a estos casos, puede que haya personas que resalten en los otros su constante quejar. Además de fomentar la construcción de un diálogo, la empatía y la generosidad, será útil para que los interpelados puedan concebir la importancia de transformar sus inconformidades.
Para acercarse a otra persona y destacar lo anterior, las psicólogas recomiendan partir de la asertividad, la empatía, el respeto. Apuntar la situación será recomendable en medida de los niveles de confianza que haya entre ambas partes.
Resaltar el uso de quejas puede ayudar a que, quienes las emiten tomen conciencia de su actitud. También será necesario que la parte que lo resalta esté en disposición de escuchar e incluso de ayudar a trazar a quienes se quejan, rutas de acción y transformación.
Es importante que quienes escuchen las criticas constructivas tengan una postura objetiva y que no reciban la interpelación como un ataque personal. Tomar las cosas y escucharlas puede ser el primer paso para disminuir la queja constante, señalan las psicólogas.