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El ser humano presenta unas estructuras en el cerebro que se comparten con otras especies, incluso con grandes mamíferos como el león, el tigre o el puma, comenta el psiquiatra Hernán Ortíz, de la clínica X más vida. Esto es llamado sistema límbico y tienen funciones diferentes dependiendo de aquello que nos toca vivir, ahí nacen las emociones primarias como el miedo, la ira o la alegría que en cierto momento nos ayudan incluso a preservar la especie.
“Las emociones han acompañado a los humanos desde el principio, pero hay emociones más elaboradas con conceptos como la angustia y el odio que tienen condiciones donde se actúa instintivamente. Si no se fabrican pensamientos y conceptos, estas emociones se perpetúan”, agrega Ortíz.
Por ejemplo, la ira podría ayudarnos en algún momento a salvar nuestras vidas, pero cuando empezamos a tener una situación distinta de un enojo y nos sentimos ofendidos o molestos con odio hacia algo o alguien reaccionamos con el “derecho” que nos da la forma de pensar dirigida por la cólera hacia algo y es entonces cuando resolvemos de manera inapropiada, explica el médico.
Frente a esto, creemos que podemos ir a pegarle a alguien, a romper un vidrio o tener comportamientos violentos porque pensamos que estamos en el derecho de hacerlo. Se reacciona hostilmente y con un enojo malsano.
Eduardo Calixto González, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM presenta en el siguiente video qué le pasa al cerebro y al organismo cuando aparece el enojo.
V. Jorge Wukmir, uno de los más reconocidos estudiosos de las emociones en la década de 1960, planteaba que lo importante es que nuestras emociones coincidan con la realidad, porque de otro modo se convierten en un peligro.
Actualmente esto sigue en pie. Ortíz explica que antes de un episodio de ira podría ser que existan ideas que pasan en automático, mensajes que parecen verdades como “a mí nadie me manda”, “soy muy libre”, “nadie tiene derecho a decirme cosas” y cuando se dicen estas se tiene la tendencia a responder de manera iracunda porque se valida personalmente cualquier acción que lastime a alguien o algo, incluso si conlleva maltrato físico y verbal.
Es necesario aprender que una emoción negativa es tan o más importante que una positiva, si nuestro sistema emocional no nos engaña.
En la medida en que nuestro sistema emocional no actúe correctamente, nos condicionará irremediablemente hacia situaciones perjudiciales para nuestra supervivencia. Nuestro bienestar y supervivencia dependen no tanto de nuestras emociones, sino de que éstas correspondan con la realidad, afirma el conferencista Pedro Raúl Morales.
Morales explica que en personas que pasan por adicciones, se sienten bien consumiendo sustancias que ponen en peligro su vida o una joven anoréxica que se siente mal al comer. En ambos casos aunque las emociones son reales no son verídicas. “Las emociones no son pensamientos. Debemos encontrar la forma de vivir con ellas en vez de reprimirlas. Así podremos tenerlas como una fuerza constructiva y positiva para nuestras vidas”, agrega Morales.
¿Es posible el cambio?
Vivir el presentes es un paso primordial. Ortíz comenta que es indispensable reconocer las señales físicas que avisan de que vamos a “explotar”, podría aparecer irritación, sudoración, pulso acelerado, nos ponemos rojos o nos sentimos con cierto tipo de hormigueo. Estos son diferentes avisos que nos previenen y es necesario hablar con nosotros mismos e identificarlos para no darle paso al acto violento.
Ortíz trabaja con un programa de 12 sesiones para aprender sobre el manejo del enojo y de cierta forma romper las falsas creencias y mitos sobre el tema.
Se aprende a reconocer señales, planes de control, ciclo de la ira, así como reestructuración cognitiva, asertividad y resolución de conflictos, por mencionar algunos de los puntos principales.
Es posible entrenarse para reaccionar y aprender nuevas formas para exteriorizar la molestia e inconformidad, dice Ortíz.
Es importante también considerar que no todo lleva a una resolución psicológica. El psiquiatra comenta que algunos pacientes necesitan de evaluaciones físicas a nivel de cerebro porque en ocasiones cierto tipo de epilepsia se relaciona con estas reacciones violentas, así como enfermedades psiquiátricas que tienen que ver con el pobre control del impulso, enfermedades mentales que necesitan medicación para regular y estabilizar a la persona.
Estas condiciones emocionales y alteraciones pueden ser tratadas y no hay que sentir vergüenza, porque tienen que verse de igual manera a cómo se tratan los pulmones o los ojos o cualquier órgano del cuerpo, con respeto y cariño para poder mejorar, comenta Ortíz.
Grupos de ayuda como Neuróticos Anónimos, NA puedan apoyar también en el aprendizaje de cambios personales. Su objetivo es ayudar a individuos emocionalmente perturbados a recuperarse de su enfermedad y a mantener su recuperación.
Guatev, es parte de este movimiento desde hace 15 años y comparte que visitó el lugar por curiosidad, pero él no consideraba que tenía problemas. Sin embargo, allí ha encontrado cómo identificar algunas reacciones inapropiadas que tenía y un camino personal para mejorar.
También considera que toda la población debería tener un paso por NA para aprender más de las emociones y de cómo en la mayoría de veces las reacciones inapropiadas son un reflejo de egoísmo en el que culpamos a otros de todo lo que nos pasa.
También se aprende a ver cómo el dolor y el sufrimiento personal son el reflejo de un dolor y sufrimiento profundo. “Afuera existen diferentes técnicas, nosotros trabajamos desde el presente”, dice Guatev.
“Es una serie de trabajo interno de la mente y de uno mismo, que ayuda a que se controle el mal carácter”, comenta Guatev. Actualmente en Guatemala existen 32 grupos de apoyo en todo el país.
El psicólogo Chris Nuñez comparte en YouTube este video, en el que plantea cinco de las principales características que tiene una persona que no sabe manejar su enojo e ira, además de una técnica de tres pasos para aprender a manejar el enojo de una forma más sana.