Se estima que respirar aire contaminado causó la muerte en el 2012 a 4.3 millones de personas en el mundo. Sin embargo, la contaminación a la que se refiere no solo incluye la del exterior de los edificios. Resulta que el aire de los interiores es más perjudicial para la salud.
Prashant Kumar, director de esta investigación publicada en la revista Science of the Total Environment, refiere: “Cuando pensamos en el término contaminación del aire solemos pensar en tubos de escape y en chimeneas que exhalan humo. Sin embargo, hay distintas fuentes de contaminación que pueden tener un efecto muy negativo sobre la calidad del aire, muchas de las cuales se localizan en nuestros hogares y oficinas”.
“Los restos de comida, las pinturas, los barnices o las esporas hacen que el aire que respiramos en los interiores se encuentre por lo general más contaminado que el del exterior”, añadió Kumar.
Por lo general, la población que habita en áreas urbanas pasa el 90 por ciento de su tiempo bajo techo, ya sea en su hogar o en su lugar de trabajo.
Una situación que se ha asociado al denominado síndrome del edificio enfermo, término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir al conjunto de enfermedades –entre otras, respiratorias y cognitivas– originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados.
Es esencial que seamos capaces de vigilar la polución del aire de los espacios cerrados para, así, mejorar nuestra comprensión sobre cuándo y dónde estos niveles de contaminación son más perjudiciales y poder adoptar soluciones para hacer que el aire resulte más saludable, dice Kumar.
“En este contexto, nuestro trabajo evalúa el uso de pequeños sensores de baja energía que podrían sernos útiles para conocer los datos en tiempo real y alertar a las familias o a los trabajadores cuándo los niveles de contaminantes son demasiado elevados”, agregó.
De manera similar a lo que sucede con la contaminación exterior, la polución interior no es la misma según el lugar en el que se encuentre nuestra casa u oficina. Por ejemplo, vivir al lado de una carretera con tráfico denso provocará que el aire del hogar esté mucho más contaminado.
Como concluye Kumar, “este aspecto tiene importantes implicaciones en la planificación urbana, y deberíamos considerar dónde queremos que se construyan los colegios, las oficinas o los hospitales. Mucha gente ni siquiera es consciente de lo que respiran tanto ellos como sus hijos cuando se sientan cada día en sus despachos o pupitres”.