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Quizás usted sea de las pocas personas que no caen en esta “tentación” con tanta frecuencia, pero los estudios arrojan datos cada vez menos esperanzadores sobre la dependencia a ese dispositivo que siempre llevamos en los bolsillos.
En 2018, Motorola publicó un estudio que muestra resultados alarmantes: el 53 por ciento de los millennials (los nacidos entre 1981 y 1996, aproximadamente), consideran al teléfono inteligente como su mejor amigo. Para el estudio se tomaron datos de 4 mil 418 personas.
Otros de los resultados del informe es que el 33 por ciento de los encuestados dijo que prefiere el uso del celular a la interacción social cara a cara. Además, el 49 por ciento reconoció que miraba su teléfono con más frecuencia de lo que debería.
Pero, si quiere asustarse (o sentirse identificado, según su caso), un 65 por ciento, es decir, la mayoría, reconoció que “entra en pánico” cuando piensa que ha perdido el teléfono.
Otro estudio, publicado también en 2018 y que observó el comportamiento de 300 peatones en Kamloops, Canadá, concluyó que caminar viendo el celular (algo cada vez más habitual), distrae a la gente más de lo que cree.
De acuerdo con esa investigación, “más de un tercio de los peatones se distraen con sus móviles, enviando textos o leyendo o hablando. Aquellas personas distraídas tenían más dificultad para mantener su velocidad al caminar y les tomaba más tiempo cruzar la calle, incrementado la posibilidad de un accidente con vehículos”.
Así como estos hay muchos otros estudios que indican que no solo los millennials, también personas de otras generaciones exhiben cada vez más muestras de una dependencia o adicción al móvil.
Pero ahora que casi toda la gente parece comportarse de la misma manera respecto del celular, ¿en qué momento realmente se puede considerar esto como una adicción?
“Hay que aclarar algo, y es que una adicción es un trastorno que tiene efectos severos a nivel de salud física y psicológica. Por otro lado, está el comportamiento de uso extremo o de una conducta extrema, que puede tener consecuencias negativas, pero que no se considera necesariamente una adicción. El tema del teléfono, entonces, está más ligado a un comportamiento en cuanto a hacer uso y abuso del celular, donde también podemos tener conductas impulsivas”, aclara la psicóloga Pilar Biba.
Esto no quiere decir que la dependencia del teléfono sea más leve que las adicciones, ya que puede tener consecuencias si no se hace algo al respecto.
“Se habla de que a nivel de América el 90 por ciento de los adultos tiene un celular, tenemos ahora acceso a toda información de interés, redes sociales, entretenimiento, etc. Esto tan práctico de los celulares hace que caigamos en estar usándolos constantemente. Es bastante común el uso y abuso del móvil, así que coloquialmente le podemos decir adicción a este uso extremo”.
Cómo identificarlo
Existen diferentes tipos de adicción, como la de las sustancias, los juegos, los videojuegos, y las conductas sexuales extremas. “Básicamente, todo lo que se haga de forma extrema”, explica Biba.
De acuerdo con la experta, el manual estadístico de trastornos mentales que utilizan los psicólogos aún no tiene diagnosticada la adicción el teléfono, pero hace una comparación con ciertos síntomas, “que son comparados con los de la adicción al juego”, dice.
Estos son los síntomas que podrían indicar que tiene una “adicción” o, profesionalmente, que está abusando del teléfono y es momento de hacer algo al respecto.
- “Una clave es necesitar el teléfono cada vez más, para obtener el efecto de huida. La palabra clave aquí es ‘necesitar’, ya que busco el dispositivo para sentirme conectado, que estoy actualizado, distraído”, dice la psicóloga.
- Otra señal es que ya se ha intentado disminuir el uso del celular varias veces pero se ha fallado. “Entonces estamos hablando de una conducta extrema, relacionada con la conducta adictiva”, indica Biba.
- Preocuparse por el móvil, por estar constantemente presentes en las redes, de que nos podemos perder “algo” importante.
- Cuando se pierde la noción del tiempo. “De repente, empezamos a usar el celular a las 11 y al voltear, vemos que ya son las 12 o las 12.30”.
- Cuando se comienza a sentir síntomas de ansiedad o depresión cuando no se está cerca del dispositivo.
- “Otro síntoma importante es poner en riesgo las relaciones sociales”, comenta Biba. Se pierde tiempo de convivencia efectiva con la pareja, el trabajo o la familia, por estar usando el celular. “Cuando convivo con otras personas pero no me relaciono, sino que me interesa más qué pasa en el teléfono”, explica la experta.
- Otra señal es tener que estar actualizados constantemente con las últimas apps o tener el teléfono más nuevo.
- “Cuando no tengo cerca el celular o se me perdió, o lo olvidé, y me enojo, tengo tensión, irritabilidad u ofuscación”, dice la psicóloga.
Todo esto tiene consecuencias físicas y psicológicas, de acuerdo con los expertos. Las más evidentes son la falta de sueño, debido a la exposición constante a las pantallas.
“A nivel de cuello, muchos no se dan cuenta, pero se quejan constantemente de dolor en esa parte del cuerpo y resulta que es porque están usando constantemente el teléfono”, indica Biba.
La fatiga y el insomnio son otras de las consecuencias del uso extremo del celular. “Ver el teléfono antes de acostarnos puede producir insomnio; nos resta la calidad de tiempo que tenemos, ya que nos tardamos mucho más en dormir”, indica la psicóloga.
Y, claro está, los accidentes por ir distraídos chateando mientras manejamos. “Estudios han demostrado que es más peligroso ir texteando (enviando mensajes de texto) que estar alcoholizado, porque al final perdemos más el estado de emergencia cuando tenemos el teléfono en la mano. La probabilidad de un accidente es altísima”, dice Biba.
Qué hacer
Si usted se identifica con varios de los síntomas o conoce a alguien que tiene una actitud extrema, es decir, de “uso y abuso” del teléfono, hay algunas maneras de salir del problema.
- Primero que todo, hay que reconocer el problema, ponerle atención a la conducta y “ser honestos con nosotros mismos”, explica Biba.
- Es importante preguntarnos si nos vemos pasando más tiempo de lo usual en el móvil. Si empezamos el día viendo el teléfono y nos acostamos también viéndolo. Si pasamos más tiempo chateando que hablando con personas o estas personas ya nos lo han hecho saber y no hemos querido prestarles atención.
- Es útil llevar un control del tiempo que se destina al móvil en general y a cada app. Tanto en iPhone como en Android hay maneras de ver en detalle todo esto, e incluso existen apps de todo tipo para visualizar el uso de aplicaciones.
- Hay que empezar poco a poco, proponiéndose, por ejemplo, reducir en un 10 por ciento el uso de las redes sociales en la próxima semana. Deben ser metas realizables, para que poco a poco se conviertan en hábito. “Son propósitos pequeños pero firmes, que nos pueden ayudar a lograr los cambios”, dice la psicóloga.
- Finalmente, “es importante comenzar a revaluar qué cosas nos dan gusto, como por ejemplo actividades al aire libre. Cosas que nos pongan en contacto con la naturaleza y la gente. Tener ese firme propósito de que mis relaciones siempre tendrán más impacto positivo que las virtuales”, comenta Biba.
La experta aclara que todo esto requiere de constancia y, sobre todo, de tener en mente que la clave es “disfrutar cada cosa que hagamos”. “Si voy a ver a mi mamá, pensar en qué bonito tener ese tiempo para compartir; o si voy a salir a almorzar con los amigos, disfrutar de reírnos sin tener que ver memes en el teléfono”.
“Se trata de disfrutar de cosas que me conecten con mi realidad y no con lo virtual”, puntualiza la profesional.
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