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Para el experto, la atención es una postura abierta y no valorativa en la vida de momento a momento. Si está atento, percibe más claramente qué está teniendo lugar en usted y en su entorno, sin valorar de inmediato esas experiencias, tampoco las negativas. Así puede aprender a manejar mejor el estrés y otros inconvenientes y tomar decisiones conscientes. Sin caer en los comportamientos habituales, que pueden generar más estrés.
Últimamente, la atención ha sido tema de conversación en diferentes áreas. Gugel comenta que a sus cursos han llegado tanto estudiantes como adultos mayores, quienes padecen de cierta tensión psicológica y quieren realizar algún cambio en su vida. “Considero que esta demanda de atención es una tendencia que se da como contrapartida a la condensación del trabajo o a la avalancha de estímulos e información que recibimos”, explica.
Practicar la atención puede ayudar a desarrollar serenidad y paz interior en un mundo que muchos experimentan como acelerado e inseguro. Sólo con el teléfono móvil ya tiene la posibilidad de distraerse permanentemente, lo cual hace. Cuando debe esperar cualquier cosa por más de tres minutos, automáticamente mira la pantalla del móvil.
Esta dispersión tiene efectos sobre el espíritu, el cerebro y el bienestar. Se da cuenta de que eso no lo hace feliz de manera permanente.
Cómo actúa la atención
El experto indica que a través de la atención se aprende que se puede percibir de manera consciente las costumbres y modificarlas. “Reconocemos cómo estamos hechos y así podemos desarrollar la libertad de elegir conscientemente momento a momento. Desde las cosas pequeñas de la vida como la pregunta: ¿Necesito una breve pausa? Hasta las grandes cuestiones como: ¿Qué valores defiendo en realidad y de qué personas me quiero rodear?”, agrega.
Este cambio no se produce de la noche a la mañana. Debe ser entrenado por un tiempo, alrededor de entre ocho y doce semanas. Sin ese entrenamiento, mantiene sus costumbres anteriores y las repite una y otra vez. Eso está en la naturaleza del cerebro. Es modificable, pero requiere tiempo, es decir, un proceso de aprendizaje.
Entrenar la atención
La atención puede ser entrenada por medio de ejercicios concretos de atención, como meditaciones con respiraciones o al caminar, para las que uno se guarda determinado momento al día, casi como un cepillado de dientes para el alma. También se puede lograr implementando pequeños ejercicios de atención en la vida cotidiana, de manera que se conviertan en costumbre.
Un ejercicio, por ejemplo, puede ser al bañarse. Una actividad que en general hace rápidamente mientras piensa en cosas pendientes del día. Si se concentra en sentir el agua caliente y en oler el aroma del jabón y el champú, la ducha se vuelve una experiencia sensorial y, por lo tanto, un ejercicio de la atención.
Aun cuando al principio quizá la atención se distraiga tras pocos segundos y los pensamientos se desvíen hacia otra cosa, ni bien se da cuenta de eso, vuelve a prestar atención. En el próximo paso, dirigirá su atención de manera amable otra vez a la experiencia sensorial. Así podrá entrenar la atención como un músculo.
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