Por ejemplo, no existe ninguna prueba contundente de que ponerles música a los bebés o leerles mientras están en el seno materno produzca diferencia alguna. Y pese a que sí es recomendable evitar algunos alimentos, no hay ninguna dieta mágica que garantice resultados positivos.
Encima, es posible que hacerles demasiadas advertencias a las embarazadas sobre lo que deberían evitar tan solo les cause estrés innecesario. Lo cierto es que existen riesgos que nadie puede reducir o eliminar en realidad. Las elecciones individuales son importantes, pero las políticas públicas lo son más.
Política pública
Las condiciones imperantes dentro del útero pueden tener efectos duraderos.
“Tienen un impacto perdurable en la salud física y mental a futuro del niño, así como en su vida laboral, su educación y su ingreso”, explicó Janet Currie, economista de Princeton.
Muchos estudios han revelado, por ejemplo, cierta relación entre un menor peso al nacer y un nivel más bajo de aprovechamiento educativo y éxito laboral, y que un mayor peso al nacer se asocia con mejores logros académicos y laborales.
La evidencia realza la importancia de varios aspectos de salud pública como el acceso a agua limpia, aire limpio, vacunas, nutrición y apoyo directo, incluidas medidas para combatir el racismo, para ayudar a las mujeres embarazadas, en particular a aquellas con menores ingresos.
Las acciones para evitar la contaminación son un ejemplo. Flint, Míchigan, y Newark, Nueva Jersey, al igual que muchos otros distritos, han sufrido crisis de salud pública causadas por agua contaminada. Por otra parte, el plomo, que resulta dañino para cualquiera que lo consuma, causa estragos en especial entre los niños, incluso desde que están en el útero, y puede provocar desventajas para toda la vida.
La preparación para una pandemia es otro ejemplo. La pandemia de gripe de 1918 afectó a alrededor de un tercio de las mujeres embarazadas y a sus fetos. Algunos estudios descubrieron en aquellas que fueron afectadas una mayor probabilidad de que sus hijos sufrieran problemas de salud más adelante. Algunos investigadores también descubrieron niveles de aprovechamiento educativo más bajos, lo cual coincide con un estudio sobre exposición prenatal a la gripe realizado de 1959 a 2004.
Debido a la falta de datos, es muy pronto para identificar los efectos que exhibirán los hijos de madres que sufrieron la enfermedad causada por el coronavirus durante el embarazo.
Hace dos años les preguntamos a nuestros lectores cuál debería ser la siguiente campaña de salud pública importante en Estados Unidos y varios dijeron que obtener más fondos para la organización sin fines de lucro Nurse Family Partnership, que programa visitas a domicilio de enfermeras a las madres primerizas de hogares de bajos recursos.
Un estudio demostró que las mujeres que vivían en estados con mayor acceso a Medicaid tuvieron una mejor evolución de salud antes del embarazo, durante él y después de dar a luz. Las investigaciones han puesto de realce lo difícil que es para las mujeres embarazadas de color tener acceso a servicios de salud. Algunas de las desigualdades son que las mujeres afroestadounidenses, así como las indígenas estadounidenses y de Alaska, tienen una probabilidad mucho mayor de morir a causa de complicaciones relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas, según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
El verano pasado, la Academia Americana de Pediatría emitió un comunicado sobre los efectos del racismo en el desarrollo infantil, que comienzan antes del nacimiento: “Las pruebas que demuestran el impacto negativo persistente del racismo sobre la salud y el bienestar a través de prejuicios implícitos y explícitos, estructuras institucionales y relaciones interpersonales son claras”.
Decisiones individuales
Si bien la política pública tiene una gran influencia, no quiere decir que las decisiones individuales no tengan ninguna importancia. Durante la generación del “baby boom”, a las mujeres embarazadas se les dijo que podían fumar y beber alcohol sin problemas, por lo que muchas lo hicieron. Según la sabiduría convencional de la época, la placenta protegía al feto de cualquier daño.
Ahora sabemos que estas y otras fuentes de estrés y adversidad pueden ser dañinas para la salud infantil incluso antes de nacer, además de que pueden causar daños perdurables, como propone la hipótesis del origen fetal de las enfermedades.
Así que es lógico que algunas toxinas, como las producidas por beber, fumar y utilizar otros fármacos, lleguen a tener consecuencias a largo plazo. Algunos estudios han relacionado la exposición prenatal al alcohol con problemas de desempeño en el futuro (aunque no se ha definido si la ingesta ocasional de un poco de alcohol es dañina en muchos embarazos).
Otros estudios han demostrado que ayunar durante el embarazo también puede tener efectos negativos en los niños (el mes de ramadán, durante el cual muchos musulmanes practican el ayuno desde el amanecer hasta el atardecer, ofrece un experimento natural que han aprovechado varios grupos de investigadores).
Aunque existen pruebas abrumadoras de que ciertas condiciones dentro del seno materno pueden tener consecuencias para toda la vida, no se sabe con certeza cómo ocurre.
Una teoría llamada epigénesis, que no cuenta con consenso, sostiene que los traumas que sufrimos a edad temprana dejan marcas químicas en los genes que cambian la forma en que estos operan. Para establecer esta conexión sería necesario recolectar material genético en las etapas tempranas de la vida y asociarlo con el desarrollo alcanzado muchas décadas después, explicó Colter Mitchell, profesor asistente del área de investigación en la Universidad de Míchigan.
“Un diseño de estudio de este tipo es extremadamente complicado en los seres humanos, aunque ya se trabaja para comenzar a hacerlo”, dijo.
Hacer demasiadas advertencias sobre lo que las embarazadas deben evitar podría ocasionarles estrés innecesario a algunas mujeres que quizá ya sufran ansiedad por el solo hecho de estar embarazadas. (Melissa Golden/The New York Times)