Empezó en este proceso hace casi una década y parte de esta iniciativa fue después de tener estudios en agronomía. “Me gusta la siembra, las plantas y en ciertos cursos vi cómo transformar los desechos orgánicos para hacer mi propio abono….No es basura…el 50% de los desechos son orgánicos”, dice Sánchez.
Cuando las personas vieron que procesaba estos desechos me llamaron para ver si les ayudaba en este proceso, así que ofrece el servicio de recolección de desechos orgánicos a clientes que están en las zonas 1, 2 y 3 de la ciudad capital y a veces en otras zonas. “No vivo de esto, pero es una iniciativa que hago con mis recursos en donde siembro árboles frutales, otras plantas, así como huertos…queremos transitar a una agricultura más sostenible”, agrega Sánchez.
No utiliza productos agroquímicos y hace una inducción para sus clientes, a quienes les deja unos botes plásticos de 35 libras para evitar el uso de bolsas. Pasa por los botes y se encarga de lavarlos con un sistema que ha creado con recolección de agua de lluvia.
¿Qué es el compost?
El compost es un abono natural que resulta de la acción de bacterias, hongos y gusanos sobre los residuos que se producen en el hogar. Se usa para dar fertilidad a la tierra y como alimento para las plantas.
Sánchez agrega que con cierta frecuencia voltea el producto y ahí algunas lombrices se empiezan a incorporar. Tiene otras pilas de compostaje con lombrices en la que pone después el material.
En una caja, añada en el fondo una capa de aserrín para evitar la humedad. Luego, agregue los restos orgánicos de su basura, como cáscaras de plátano, huevo, papa u otros alimentos-, restos de verduras, café, entre otros. La capa de residuos debe ocupar la cuarta parte de la compostera, se le pone hojarasca o los residuos de poda. Luego se tapa la caja con madera o una superficie un poco gruesa y debe evitarse que le dé el sol directamente y le llegue lluvia.
Se pueden usar casi todos los residuos crudos de la cocina. Lo que no se recomienda son huesos, pellejos, pedazos de carne o alimentos que tengan proceso de cocción, porque los desechos de comida que tienen grasas o aceite, harinas o maíz podrían llamar animales o bichos.
“Todavía no tenemos como población educación en saber qué agregar en este grupo. A veces se ponen elementos plásticos sin querer u otros como las etiquetas de las frutas, toallas húmedas, entre otros”, dice. Las hojas de tamales, por ejemplo, por tener grasa generan interés de otro insecto.
El tiempo recomendado para esperar que el compost esté listo es entre tres a seis meses. Durante este periodo debe revolver la mezcla y si está muy seco agregar un poco de agua. Para saber que está listo, debe observarlo de color negro, húmedo y no debe tener olor.
El experto agrega que el actual decreto de separación de residuos requiere de educación a todo nivel, desde las escuelas donde es necesario hacer conciencia de no tirar basura y otros espacios para que se creen condiciones de aprendizaje para hacer compras más inteligentes y contribuir en un mejor manejo de los desechos.
Desde niños
Otra iniciativa que ha buscado enseñar el compostaje es la del Ecoclub Einstein, que pertenece al Colegio Científico Tecnológico Einsteinen Suchitepéquez, quienes explican que hace cinco años integraron la seguridad alimentaria y nutricional.
La Universidad de San Carlos abrió en ese tiempo las puertas en una granja experimental para sembrar hortalizas. A partir de ese momento se llevó esta experiencia al colegio, se consiguieron cajas de uvas recicladas y otros recipientes para crear pequeños huertos con lechugas y también para acercar a los niños a una buena alimentación porque disfrutaban de comer lo que sembraban.
También han llevado el cuidado de huertos a personas de la tercera edad y a otros centros educativos. Así entre grupos de niños y adultos se aprenden a preparar el compost y todo el proceso de siembra y cosecha. Parte de estas iniciativas crecieron durante la pandemia.
“Un día se acercaron madres de familia que querían aprender y actualmente como ecoclub cada vez que alguien quiere aprender tratamos con recursos propios de llevarles insumos para crear sus huertos”, agrega Juan Pablo Urrutia, director de estos proyectos, quien agrega que el reto es hacer de dos a tres huertos por año para enseñar a grupos a sembrar, producir y emprender.
Comenta que el calor ha aumentado en la zona y se buscan otras acciones que ayuden a disminuir el impacto en el medio ambiente. “Enseñarle a una comunidad, a un grupo de estudiantes o madres de familia a hacer insumos orgánicos nos permite apuntarle al emprendimiento, porque si más personas se decidieran a hacer este esfuerzo en comunidad se producirían siembras escalonadas para fomentar el intercambio de diferentes productos entre los vecinos, o bien que se emprenda para que de la comunidad salgan productos orgánicos para vender”, agrega Urrutia.
En otros países
Un artículo reciente en AFP explica que la inseguridad alimentaria ha sido un problema creciente en todo el estado de Iowa, entre la pandemia de covid-19 y el cambio climático provoca más sequías y tormentas violentas. Esto ha empujado a muchas personas y organizaciones a buscar formas innovadoras de mantenerse a sí mismos y a los demás, desde los huertos urbanos hasta los programas de acceso a la tierra.
En Birds and Bees Urban Farm, Kathy Byrnes y Ed Fallon obtienen la mitad de su suministro de alimentos de aproximadamente 60 cultivos y ganado diferentes que crían en su jardín. A un par de horas de distancia, los habitantes de Iowa en Feed Iowa First están usando 12 campos diferentes en todo el condado de Linn para cultivar una variedad de 50 cultivos diferentes, que transportan a edificios de apartamentos, despensas de alimentos y refrigeradores comunitarios dentro de las 72 horas posteriores a la cosecha, como una forma de proporcionar a los miembros de la comunidad en desiertos alimentarios, o con transporte limitado, acceso a alimentos frescos.
Material compostable
La agencia de las Naciones Unidas que lidera los esfuerzos internacionales para poner fin al hambre, FAO, tiene en línea un Manual de Compostaje del Agricultor, una guía de aprendizaje sobre la producción de compost a nivel familiar y de pequeña agricultura, en él existe un capítulo para saber qué nos sirve en este proceso, además de otras ideas y tiempos a considerar para empezar en casa .
La gran mayoría de los materiales orgánicos son compostables. En la siguiente lista se hace una extensa relación de materiales que se pueden compostar y cuáles no.
Sí se pueden incluir:
- Restos de cosecha, plantas del huerto o jardín. Ramas trituradas o troceadas procedentes de podas, hojas caídas de árboles y arbustos. Heno y hierba segada. Césped o pasto (preferiblemente en capas finas y previamente desecado).
- Restos orgánicos de cocina en general (frutas y hortalizas). Alimentos estropeados o caducados. Cáscaras de huevo (preferible trituradas). Restos de café, té e infusiones. Cáscaras de frutos secos, así como de naranja, cítricos o piña (pocos y troceados). Papas estropeadas, podridas o germinadas.
- Virutas de serrín (en capas finas).
No se deben incluir:
- Animales muertos ni restos de alimentos cocinados o carne (estos residuos son orgánicos mas no compostables)
- Antibióticos ni residuos de medicamentos
- Materiales inertes, tóxicos o nocivos tales como residuos químicos-sintéticos, pegamentos, solventes, gasolina, petróleo, aceite de vehículos, pinturas.
- Tabaco ni detergentes, productos clorados.