Salud y Familia

El calzado ideal para el adulto mayor

Más allá de la estética, el zapato de las personas de la tercera edad debe ser cómodo y seguro para evitar molestias o caídas.

Los pies son los pilares de todo el sistema locomotor y constituyen una de las partes más importantes y que más cambios sufren cuando se va envejeciendo, por eso es importante prestarle atención a la elección del calzado para evitar molestias que agraven padecimientos como hinchazón de pies y piernas, aparición de juanetes, fascitis plantar o caídas.

De acuerdo con el podólogo Juan Carlos Herrera entre los padecimientos más comunes que presentan los adultos mayores es la resequedad de la piel ya que con el tiempo se pone más delgada y pierde grasa, lo cual puede provocar grietas y fisuras en manos y pies. Además, los hace más sensibles a sufrir de onicomicosis, infección en las uñas de los pies causada por hongos dermatofitos. La aparición de juanetes, protuberancias óseas que se forman en la articulación de la base del dedo gordo del pie, hacen que las extremidades inferiores del cuerpo se alteren y cambien su posición normal, lo cual genera molestias en algunos casos.

Estos factores hacen que escoger un calzado para los adultos mayores sea prioridad para su salud. A continuación, le explicamos las características que debe tomar en cuenta para que los zapatos sean cómodos y colaboren a dar calidad de vida.

Numeración

Los adultos mayores deben continuar probándose los zapatos antes de comprarlos. No es aconsejable que se guíen por la numeración que han usado anteriormente porque, debido a la edad, el pie puede haberse ensanchado o algún juanete no le permitirá estar cómodo, por lo que tendrá que cambiar de número u optar por opciones de calzado con hormas más anchas.

Un zapato muy apretado puede causar ampollas, callosidades y dolor en la planta del pie, tobillo o en los juanetes. Para asegurarse que el tamaño es el adecuado, pruébeselo y camine con él. De esta forma determinará que el dedo más largo no toque la punta del zapato y el meñique esté reprimido. Además, el talón no debe salirse al caminar ni desplazarse hacia adelante.

Suavidad

El geriatra y gerontólogo Oliver Aroche comenta que el calzado debe ser suave, porque brinda comodidad. Para comprobar que el zapato no es duro, lo ideal es que antes de probárselo pueda doblarlo. Si no se le dificulta hacerlo, es una buena opción para considerar.

Si no es duro, tampoco pesará mucho y de esta forma, no dificultará la marcha. “Cuando el zapato pesa mucho el problema es que dificulta los pasos de los ancianos. Hacen que no levanten bien los pies y pueden provocar caídas”, dice el profesional.

Por dentro, debe estar acolchonado para que el pie descanse y al dar el paso no duela. No debe tener puntos o costuras que puedan herir la piel o causar dolor al caminar.

Suela antideslizante

Es importante prestar atención al dibujo de la suela, para que sea antideslizante y evite accidentes. La suela debe ofrecer algo de fricción y no ser totalmente lisas. Además, puede optar por suelas de goma, porque amortiguan y hacen la marcha más agradable para la persona.

“Con la edad, la capa de piel del pie se hace más delgada, entonces se pierde la amortiguación en la planta, lo que causa dolor y cansancio. Por eso, se utilizan plantillas de gel o suelas que no sean muy rígidas”, opina Herrera.

Punta redonda

Aroche recomienda que los zapatos tengan punta redonda, porque así los dedos estarán cómodos y juntos. Cuando son puntiagudos puede causar dolor en los juanetes, así como callosidades por estar demasiado juntos y apretados, además pueden hacer que el dedo meñique se deforme poco a poco al quedar encima o debajo de los demás.

También deben tener una apertura amplia para que no sea difícil poner los pies adentro y sacarlos sea sencillo. Esta característica es importante para quienes padecen hinchazón o movilidad restringida.

Materiales que permitan transpirar

El zapato debe de ser de material que permita traspirar el pie, como los hechos de piel flexible. Cuando el calzado contribuye a evitar la sudoración también evitará la aparición de problemas en la piel como onicomicosis o micosis, mejor conocido como pie de atleta.

Aunque es común ver a adultos mayores con tenis por la comodidad, debe cerciorarse que la tela de estos permita la transpiración del pie ya que la mayoría, por lo cerrado del estilo, provocan que el pie se mantenga caliente y húmedo.

Con citas de amarre

Si el adulto todavía puede amarrarse los zapatos, opte por estilos que traigan cordones fuertes, de preferencia que no sean muy largos, para evitar tropezones. De lo contrario, considere los zapatos con velcro, ya que estos dan buen ajuste y sujeción al calzado. Si el zapato no está suficientemente amarrado puede causar dolor en los dedos, en la planta o en el tobillo, por el esfuerzo de mantenerlos sujetos. Este esfuerzo muchas veces se hace de forma involuntaria, como respuesta a que el zapato está por salirse del pie.

“Además, es importante que el estilo del calzado cubra el talón del pie y lo abrace, porque así estará seguro. Los estilos que tienen destapado el talón tienden a salir lo que incrementa la posibilidad que la persona se tropiece, se caiga o se doble el pie”, dice expresa el geriatra y gerontólogo.

ESCRITO POR:

Andrea Jumique Castillo

Periodista de Prensa Libre especializada en temas de salud, bienestar y cultura, con 5 años de experiencia.