Con el descubrimiento de este ciclo de 50 segundos repartidos entre recuperación y vigilancia, el equipo, dirigido por la experta en neurociencia Anita Lüthi de la institución helvética, reveló los mecanismos complejos del sueño.
Ya sea durante pocos minutos como las ratas y ratones o durante horas como los seres humanos, para los mamíferos el sueño es un pilar del bienestar tanto mental como físico.
Para que el sueño sea beneficioso, este debe ser “lo suficientemente largo y tener continuidad fisiológica”, pero a la vez, también debe poseer un cierto grado de fragilidad para que el individuo dormido pueda “reaccionar ante impulsos externos y amenazas potenciales”, explicó la Universidad de Lausana.
A la vez que el equipo del Departamento de Neurociencias fundamentales de la universidad helvética medía las actividades neuronales y cardíacas de los ratones dormidos, un grupo de expertos de la Universidad alemana de Tübingen realizó la misma investigación con seres humanos.
Como resultado, los neurocientíficos han hallado este mecanismo de control del sueño hasta la fecha desconocido, que equilibra las necesidades opuestas de reparación y vigilancia y que funciona tanto para roedores como para humanos.
“Si alguien se encuentra en una fase continua de sueño y su gato salta sobre la cama, seguirá durmiendo imperturbable. Sin embargo, si el gato se posa en la almohada unos pocos segundos más tarde, en la etapa frágil de sueño, esa persona se despertará”, ejemplificaron dos de los autores del estudio, Sandro Lecci y Laura Fernández.
Además, han descubierto que el sueño cambia de un estado a otro cada 25 segundos, y que “el intervalo de tiempo se determina por un ritmo cerebral específico que oscila en sintonía con el latido del corazón”. Los investigadores han recalcado que este trabajo puede dar un impulso a nuevas vías terapéuticas.
“Nuestro objetivo es comprender mejor los mecanismos neuronales que favorecen el sueño frágil y esperamos que esto ofrezca nuevas soluciones potenciales de diagnóstico y terapéuticas para pacientes que sufren de trastornos del sueño”, explicó Lüthi.
Llegados a este punto, el siguiente paso para los científicos de la universidad será comprender cómo y por qué el sueño de mala calidad puede tener un impacto negativo en nuestro corazón y ser la causa de enfermedades cardiovasculares.