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Naomi Osaka no quería hablar con los periodistas. Como consecuencia de su negativa a dar ruedas de prensa, Roland Garros le impuso una sanción económica y, después, la deportista decidió abandonar el torneo.
“Nunca banalizaría con la salud mental o usaría ese término a la ligera. He sufrido largos problemas de depresión desde el US Open de 2018 y me está costando mucho lidiar con ello. Todo el que me conoce sabe que soy introvertida y todo el que me ve en los torneos se habrá dado cuenta de que siempre llevo auriculares, porque me ayuda a lidiar con mi ansiedad social”, señaló.
Tanto la depresión como la ansiedad social pueden llegar a ser muy incapacitantes.
“La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por, entre otros síntomas, una emoción de tristeza intensa que perdura en el tiempo, apatía o irritabilidad excesiva, cansancio, sentimientos de culpa o inutilidad, una visión negativa de sí mismo y del futuro, cambios en el apetito, en el sueño y en el deseo sexual, dificultades para concentrarse, etc.”, explica María José Collado Mateo, doctora en psicología.
Psicoterapia y medicación
“La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas”, indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta entidad recalca que la depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares.
“En el peor de los casos puede llevar al suicidio”, subraya la doctora Collado que codirige el Centro Cuarto de Contadores.
Sin embargo, la depresión se puede tratar. De hecho hay dos tipos de tratamiento para esta enfermedad: la psicoterapia y la medicación.
Existen varios tipos de psicoterapia. Entre las más utilizadas están la terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal.
Según explica la especialista, “mediante la terapia cognitivo conductual los pacientes aprenden a identificar y controlar patrones negativos de pensamiento y conducta que pueden contribuir a su depresión”.
Este tipo de terapia “ayuda a los pacientes a identificar pensamientos poco útiles o negativos, a transformar los conceptos erróneos, a cambiar las conductas que podrían empeorar la depresión y a interactuar con los demás de maneras más positivas”, detalla la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).
Por su parte, la terapia interpersonal se centra en enseñar a los pacientes a mejorar sus relaciones con los demás.
En este sentido, “ayuda a los pacientes a solucionar o adaptase a acontecimientos preocupantes de la vida, a crear habilidades sociales y a organizar sus relaciones, de modo que incrementen el apoyo para afrontar los síntomas depresivos y los factores estresantes de la vida cotidiana”, precisa la APA.
En cuanto a la medicación, esta entidad subraya que los fármacos antidepresivos pueden ser útiles para reducir los síntomas en algunas personas, especialmente en aquellas que tienen depresión severa.
De igual modo, los especialistas del Real Colegio de Psiquiatras del Reino Unido manifiestan que los antidepresivos pueden ser eficaces si la depresión es grave o prolongada.
“Pueden ayudar al paciente a sentirse menos ansioso y a sobrellevarla mejor, de forma que pueda empezar a disfrutar de la vida de nuevo y a tratar los problemas con eficacia. Es importante recordar que no sentirá el efecto de los antidepresivos de inmediato. La gente a menudo no nota ninguna mejoría durante las dos o tres primeras semanas”, advierten.
Sentirse observado por los demás
En lo relativo a la ansiedad social o fobia social, este es un trastorno que se caracteriza por el miedo a sentirse avergonzado o humillado en situaciones sociales.
Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, explica que la fobia social “lleva a algunas personas a aislarse socialmente o a beber alcohol en exceso para desinhibirse”.
Asimismo, señala que “en las situaciones sociales, el fóbico social sufre niveles muy altos de ansiedad y se siente continuamente observado por los demás. Cree que los otros están pensando en términos muy negativos sobre él y su comportamiento”.
El doctor Cano Vindel aclara que el problema no es tanto la situación en sí como la interpretación que la persona con ansiedad social hace de ella.
No obstante, el especialista destaca que este trastorno tiene cura. Para superarlo “hay que ponerse en manos de especialistas bien cualificados que apliquen tratamientos probados científicamente”, manifiesta.
“Hay tratamientos eficaces pero las personas con ansiedad social los demandan muy poco, porque se avergüenzan de su problema, no quieren hablar de ello, no quieren acudir a un especialista y, a veces, ni siquiera quieren reconocer que lo tienen”, concluye.