Salud y Familia

Demos una mano a los animales sin hogar

Con motivo del Día Internacional del Animal sin Hogar, que se celebra cada tercer sábado de agosto, se proponen acciones para atenuar el sufrimiento de seres que viven en las calles.

Demos una mano a animales sin hogar

Personas pueden ayudar a perros y gatos que viven en la calle, al darles comida y agua, y castrarlos. (Foto Prensa Libre, Shutterstock)

La Organización Mundial de la Salud calcula que siete de cada 10 perros en el mundo no tienen hogar y los albergues cada día se ven abarrotados de perros y gatos que han sido abandonados a su suerte en las calles.

Diversos son los motivos por los cuales terminan viviendo en las calles como pérdida de compromiso por parte de los propietarios, limitaciones económicas, camadas indeseadas y falta de información sobre la mascota. La tenencia de un perro o gato se prolonga de 10 a 15 años, responsabilidad que no todos los dueños de mascotas están dispuestos a asumir. En las calles, estos animales pasan hambre, sed y frío, sufren de enfermedades intratables, atropellamientos, envenenamientos, reproducción incontrolable, daños psicológicos y maltrato, entre otros vejámenes.

Por ello, hay casos de vecinos de comunidades, barrios y colonias que se preocupan por el cuidado de animales callejeros, de acuerdo con sus posibilidades, pues por cuestiones de espacio y recursos económicos no pueden adoptarlos. Muchos, les ponen nombres y conocen su temperamento y preferencias. La confianza se acrecienta con el contacto mutuo y es un aliciente para el animal una caricia y unas palabras de afecto, que hacen menos pesadas sus penas.

Un ejemplo es Iris Maricela López, rescatista independiente de gatos y perros, que los ha rehabilitado y dado en adopción, quien está pendiente de los animales que viven cerca de su casa. Para que no les falta el agua, la coloca dentro de galones que eran de bebidas, abiertos y con piedras lavadas en el fondo, para que no se los lleve el viento o sean hurtados, y los amarra con alambre a los balcones de las ventanas. Hay que cambiar el agua dos veces al día, y luego de que personas, quienes no congenian los animales, pasan tirando dentro de ellos basura o colillas de cigarro.

En cuanto a la comida, dice López, se puede utilizar un tubo ancho de PVC, de unos 50 cm de alto, con dos uniones para que adquiera la forma de una jota, para que vecinos empáticos puedan llenarlo con concentrado, que va cayendo hacia el fondo cuando es consumido por los perros. Es importante, también, adherirlos a postes o balcones y con una boquilla en la parte superior, para evitar que ingresen en ellos hojas o basura. Sugiere que sean colocados bajo una ventana o pestaña de la pared, para que no se moje el concentrado, si llegara a llover.

Comedero de perros que se puede hacer en casa con tubo PVC. (Foto Prensa Libre, Shutterstock)

En cuanto a los refugios, López ha armado casitas para perros con botellas plásticas vacías, unidas con lazo o alambre, en forma de arco, adherido a una base de madera o de cartón, dentro del cual coloca una frazada, para que el perro este cómodo. Sugiere, también, forrarla con mantas vinílicas recicladas para protegerlos de las inclemencias del tiempo.

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Y como en el camino siempre hay algún animal necesitado con el que podemos encontrarnos en la calle, López siempre lleva bolsita de concentrado y panes con jamón para dárselos.

La castración de estos animales es importante, por lo que López pone en práctica el sistema “atrapar-castrar-liberar”, para evitar la sobrepoblación, incluso, de aquellos que son propiedad de vecinos que no tienen los recursos para hacerlo o no quieren. Si un vecino los lleva a castrar, otro puede ceder su casa para su recuperación posoperatoria. Mercedes Tala Rodríguez, integrante de la asociación Huellitas con amor, en San Andrés Iztapa, Chimaltenango, ha castrado de esa manera a unas 60 perras.

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Así mismo, ha cubierto tratamientos médicos de canes, especialmente, de la piel o atropellados, así como eutanasias, de desahuciados. En época de lluvia o frío, Tala, quien tiene 12 perros propios rescatados, les da posada en su garage a canes que no tengan temor de ser ingresados en su casa, y son dejados libres por la mañana, pues ellos están acostumbrados a estar en la calle. “A mi casa vienen varios perros a una hora fija, pues saben que le vamos a tener su comida. Es importante educar a las personas para que no sean indiferentes ante las necesidades de estos animales”, concluye.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.

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