“Comer seguro” es lema que la Organización Mundial de la Salud propone este año para concienciar de la importancia de la seguridad alimentaria. Mantener la temperatura adecuada de los alimentos o lavarse las manos son algunos de los pequeños cuidados que pueden evitar millones de enfermos y cientos de miles de muertes en el mundo.
No practicar estos sencillos hábitos son las consecuencias de hasta 200 tipos de enfermedades, entre la diarrea y el cáncer, que pueden provocar las bacterias como la Salmonella, bacilos como el Campylobacter, por ejemplo, parásitos, virus o sustancias químicas nocivas.
Estos datos incitan a mejorar la seguridad de alimentos como la carne de ave, que no suele cocinarse lo suficiente, o las salsas naturales con las que se acompañan los huevos. Muchos son los riesgos pero también numerosas son las medidas que se pueden tomar para evitarlos.
La alerta sanitaria ante posibles riesgos alimenticios o la posibilidad de identificar el origen y etapas de proceso de los productos (trazabilidad), son dos de las desarrolladas por la OMS para reforzar la seguridad de cada alimento desde la granja hasta la mesa. Dos controles con un solo objetivo: hacer del producto un alimento inocuo, es decir que cumpla su función sin suponer ningún riesgo para la salud.
Las probabilidades de que ese riesgo exista han disminuido gracias a la ciencia y la tecnología actuales, pero sin embargo “un alimento puede dejar de ser inocuo en cualquier punto de la cadena alimentaria”. Por tanto la pregunta es, ¿qué podemos hacer para mejorar la seguridad al comer?
Al compra los productos se debe poner atención en que estén bien etiquetados o con el envase en buen estado. Normas evidentes que a veces se nos olvidan. Se trata de aprovechar todo lo que esté al alcance para mantener los alimentos en el mejor estado posible, aquí cuatro normas básicas:
Limpiar
La higiene debe ser el primer ingrediente de la receta. Una condición que abarca la limpieza de manos, los utensilios, los alimentos y la superficie donde se cocinará.
Separar
No juntar alimentos crudos y cocinados y utilizar diferentes utensilios para manipular unos y otros.
Cocinar
Cada alimento tiene cocción diferente y adecuada y conseguirla supone reducir los riesgos de que la carne o el pescado puedan contaminarse, por ejemplo. Dos de las comidas más susceptibles de contaminarse son el pollo y los huevos, los cuales deben alcanzar al menos el 75 por ciento en su cocción.
Enfriar
Lo ideal es cocinar y consumir el alimento justo después de su preparación. Si no es posible, hay que meter la comida cocinada al refrigerador antes de dos horas después de la cocción. Otro beneficio de seguridad alimentaria es utilizar el microondas para descongelar los alimentos, en vez de hacerlo a temperatura ambiente.