Los jóvenes se ven motivados a usar redes sociales porque las consideran un espacio para compartir, conversar y opinar con personas de su edad. Esta motivación ha aumentado en pandemia, cuando el distanciamiento físico ha sido vital para mantener la salud física.
“Además de la comunicación, les permite generar nuevos vínculos y participar en diferentes grupos y comunidades. Así mismo, tener redes sociales les da sentido de reconocimiento y pertenencia, ya que la moda actual es estar en la mayoría de redes posible”, indica Mónica Franco, psicóloga clínica especialista en niños y adultos.
La edad ideal para su uso
La edad mínima para tener un perfil en redes sociales varía según cada plataforma, aunque la mayoría está entre los 13 y 14 años. Sin embargo, hay casos en los que jóvenes más pequeños abren su cuenta utilizando la fecha de nacimiento de sus padres.
De acuerdo con Nissely Herrera, psicóloga especialista en disciplina positiva, no existe edad ideal para comenzar a usar redes sociales, el riesgo consiste en que en que la niñez y adolescencia son etapas fundamentales para el desarrollo emocional y psicosocial, en las que se va formando la identidad y personalidad. Cuanto esto se ve influenciado por las exigencias y parámetros que los usuarios de las redes estipulan, los cuales pueden ser muy altos y no reales, se pueden crear cuadros de depresión, ansiedad o generar sentido de no pertenecer a un grupo por no llenar dichas expectativas.
“Esto puede ocurrir en plataformas como Instagram, en la que se crean estándares muy altos de belleza, los cuales en su mayoría son falsos. Por ello, la edad que se estipula en las condiciones de uso de las redes no debe ser el único parámetro, sino tomar en cuenta la madurez y el criterio de los jóvenes para saber qué es bueno y qué es malo”, agrega.
¿Beneficios o consecuencias?
Las redes sociales deben ser evaluadas según el contexto, no se puede decir que son buenas o malas, dice Luchi de León, psicóloga clínica. Estas plataformas ayudan a mantener un vínculo con amigos y familia, sobre todo cuando están lejos; a estar informados y actualizados; a practicar la libertad de expresión, la tolerancia, respeto e igualdad cuando encuentran comentarios que no son de su agrado y a pertenecer a comunidades o grupos de su mismo interés.
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Lo negativo ocurre cuando las redes sociales son fuente de comparación, ya sea en el aspecto corporal o el estilo de vida, cuando comienzan a generar problemas de sueño por su uso extremo y cuando se genera miedo por estarse perdiendo algo: un evento social u otra actividad en la que otros se hayan divertido.
Cómo evitar acciones negativas
“Muchas veces lo que hacemos es una restricción absoluta. Prohibimos los celulares o el acceso a redes, pero esto solo genera resistencia en los jóvenes y puede desarrollar conductas retadoras o situaciones en donde se hacen las cosas a escondidas, lo cual fragmenta la comunicación y confianza familiar”, afirma Nissely Herrera, psicóloga especialista en disciplina positiva. Estamos en una era digital, en donde la innovación tecnológica rodea todos los ambientes de la persona, por lo que no se puede prohibir su uso.
Lo ideal es hacer acuerdos objetivos y reales que se puedan cumplir. “Es común que uno de los dos adultos sea más permisivo y acceda a que el niño use las redes cuando las tenía prohibidas. Además de dañar la confianza del menor de edad, se daña la relación de pareja”, agrega la profesional.
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Debido a que no se puede prohibir el uso de forma absoluta es aconsejable que los padres puedan hacer revisiones periódicas para supervisar el contenido que consumen, así como los usuarios con los que interactúan. También se puede establecer un horario y recomendar a los adolescentes el tipo de información que es dañina para su salud mental (como fotografías o vídeos íntimos), el tipo de conversaciones que pueden tener y si les es o no permitido tener entre sus amigos/seguidores a personas que no conozcan, comenta Mónica Franco, psicóloga clínica especialista en niños y adultos.
Los adultos son el ejemplo
Cualquier comportamiento de los padres de familia puede afectar el comportamiento de los hijos. Por ello, es importante que los adultos sean coherentes con lo que piden a sus hijos y den el ejemplo de un buen uso de redes sociales. Que no las utilicen en momentos de convivencia familiar ni que consuman contenido inapropiado.
“Que los padres utilicen redes sociales permitirá que estén al día sobre las tendencias y los usos comunes de estas plataformas para tener un mejor control sobre la supervisión”, afirma Franco.