El robot incorpora una pantalla en la que se refleja su estado emocional, así como sensores de radiación infrarroja, una cámara para la identificación de las personas, un sensor LIDAR y tres raspberry pi, que constituyen el cerebro del prototipo.
Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto internacional que indaga en la interacción de los robots con humanos en el que el equipo hispano-portugués se ha centrado en la detección de emociones y su interpretación por sistemas computacionales.
“El resultado de la monitorización de emociones se utiliza de una manera innovadora en la que se pretende identificar uno o varios estados emocionales de un grupo de personas y cómo estos estados se propagan a lo largo del tiempo. El robot interpreta dichos cambios emocionales y los utiliza en su toma de decisiones”, apuntó Julián.
Los resultados del proyecto pueden ser aplicados en numerosos campos donde es necesaria una interacción entre el robot y los humanos, por ejemplo, en el campo de la robótica dedicada a entornos asistenciales, comerciales o a la educación.
Junto a la universidad española, han participado en el estudio expertos de la Universidade do Minho de Portugal.