Aunque algunas personas podrían pensar que al levantar las restricciones se podrá regresar a la normalidad como si nada hubiera pasado, expertos en salud mental señalan que habrá secuelas.
La salida del confinamiento implica que las personas tendrán que deconstruir los modos de vida a los que se han aferrado durante las últimas semanas sin antes haber construido los nuevos, es decir sin haber reflexionado sobre el impacto que la situación tuvo en su equilibrio emocional y cómo deberán enfrentarlos.
Actualmente se vive una situación de elevada incertidumbre y alarma, lo que en el futuro puede presentar mayores dificultades para que las personas se adapten y esto generará emociones incómodas, según Estuardo del Águila, del Centro Psicológico Integral.
“Esto es un reto a la adaptación humana, estamos adaptándonos a nuevas formas de trabajar, de estudiar, de comunicarnos y relacionarnos. Se trata de un momento en el que estamos redescubriendo nuestra vida”, señala Del Águila.
“Desde la parte emocional se genera la ansiedad y la sensación de depresión. En esas dos líneas se está moviendo la sociedad, ya sea por un temor a enfermar o por la parte laboral y económica, lo que lleva a las personas a adentrarse en una dinámica de mucho estrés. Ante esto solo pueden tomarse dos rumbos: enfrentarlo o huir”, agrega el experto.
Del Águila compara la situación con la de una persona que se encuentra dentro de una caverna y al salir la luz afecta sus ojos y lo ciega momentáneamente, de esa manera los desequilibrios mentales y emocionales podrían resultar abrumadores para las personas cuando los perciban.
“Me gustaría compáralo con lo que sucedió con la tragedia del Volcán de Fuego ocurrida el 3 de junio del 2018. Al principio, la principal preocupación de los afectados fue encontrar a sus familiares y luego recuperar sus bienes materiales. Fue hasta después de eso que llegó el proceso emocional en el que las personas comenzaron a darse cuenta de cómo habían sido afectadas y lo que estaba pasando dentro de ellas”, refiere el experto en salud mental.
Ante estas circunstancias de crisis e incertidumbre, Del Águila menciona algunas de las secuelas emocionales que puede dejar la pandemia del nuevo coronavirus.
Hipocondría: surgirá como un mecanismo de defensa ante el temor y la preocupación de salud generada por la actual crisis sanitaria, así como una sensación de falta de control sobre la situación.
Comportamientos compulsivos: existe la probabilidad de que haya un aumento de los síntomas obsesivos en los rituales de limpieza de la casa y el lavado compulsivo de manos.
Agorafobia y aislamiento: algunas personas podrían desarrollar una fobia a los espacios públicos y por eso autolimitarán sus salidas.
Euforia: caso contrario al punto anterior, el confinamiento prolongado puede generar en algunas personas una salida eufórica hacia el contacto y las reuniones sociales, lo que puede desencadenar una conducta descontrolada.
Incremento de adicciones: expertos en salud señalan que ya se registra que algunas personas han incrementado su consumo de alcohol y otras sustancias, comportamiento que podría continuar e incluso agravarse luego de que se levanten las actuales restricciones.
Sobreprotección: ante el temor y la incertidumbre algunas personas podrían manifestar conductas de sobreprotección hacia sus seres queridos, especialmente entre padres e hijos. Del Águila señala que se puede identificar cuando se invade la voluntad de la persona que está siendo “protegida” o restringida.
Angustia por separación: otra situación que puede desencadenarse especialmente entre padres e hijos es la angustia por la separación, ya que durante el confinamiento conviven las 24 horas del día en el mismo lugar y cuando se reanuden las actividades habrá que regresar a los establecimientos educativos y lugares de trabajo.
Bajo rendimiento escolar: Del Águila señala que los establecimientos educativos tendrán que ser tolerantes con los estudiantes, ya que la formación que obtienen actualmente difiere mucho de la que reciben de parte de los maestros en una clase presencial, por lo que se puede esperar que algunos estudiantes muestren una baja en su rendimiento escolar.
Insomnio: de acuerdo con expertos en salud, el cambio de rutina generado por el aislamiento ha afectado los patrones de sueño de las personas y esta situación puede persistir aún luego de que se retiren las restricciones sociales. Esto sumado al estrés y la ansiedad que son producto de la crisis de la pandemia y que también tienen efectos negativos en el descanso.
Estrés postraumático: esto se verá principalmente en los trabajadores de la salud, quienes son el primer frente de defensa ante la pandemia, similar a lo que ocurre con un soldado cuando regresa de la guerra.
“Actualmente están lidiando con la crisis sanitaria y no tienen tiempo de pensar en su estabilidad mental y emocional, tampoco de expresarse y desahogarse. Tiempo después, quizás un año, comenzarán a recordar todo lo que vieron y vivieron, será entonces cuando se verán los efectos del estrés postraumático, que pueden ser emocionales como la ansiedad, miedo o angustia; y también pueden ser físicos como enfermedades gástricas, cefaleas o dolores musculares”, manifiesta Del Águila.
Duelo no resuelto: debido a que actualmente no se pueden llevar a cabo los sepelios de manera tradicional, muchas personas sentirán que no se despidieron de sus seres queridos de la manera deseada, lo que las llevará a permanecen atrapadas en ese pensamiento de pérdida, recordarán una y otra vez las circunstancias de la muerte y sentirán culpa.
¿Qué hacer?
Aunque Del Águila pareciera describir un escenario desesperanzador, la realidad es que todas esas formas de desequilibrio emocional pueden prevenirse o tratarse.
“Será un proceso lento de adaptación. Tenemos que salir con prudencia, de lo contrario podría haber desajustes emocionales”, comenta el experto.
El psicólogo opina que se debe salir paulatinamente mientras se va recobrando la seguridad, esto para evitar que caer en comportamientos excesivos y generar una crisis, ya que bajo esas circunstancias de puede perder el juicio y crear conflictos personales, familiares o sociales.
“A muchas personas su cuerpo les pedía un descanso, así como el planeta lo ha tenido, nuestro organismo también ha podido gozar de cierta quietud y hemos tenido un espacio de reflexión para generar un proceso de reconciliación con nosotros mismos. Entonces podremos considerarnos seres renovados” manifiesta del Águila.
De acuerdo con el psicólogo, las personas deberían buscar un acompañamiento profesional si perciben que la situación los sobrepasa, tienen conductas inadecuadas o identifican que existen procesos de autodestrucción.
Asimismo, recomienda que, dentro de los parámetros de la seguridad sanitaria, se busquen las actividades que brinden bienestar personal como subir un volcán, pasear en bicicleta o asistir a una reunión social, según los gustos de la persona.
“La parte más esencial es la resiliencia, recordemos que el ser humano, a pesar de lo que estamos pasando, tenemos las herramientas para salir adelante”, refiere Del Águila.
Una nueva esperanza
El experto también manifiesta que hay algo esperanzador en esta situación, y es que considera que las personas valorarán más las relaciones afectivas.
“Ahora mucha gente extraña a sus seres querido. En Guatemala somos gente muy afectiva, me parece que habrá un proceso de replanteamiento de las relaciones sociales desde el contacto. Porque nos hemos dado cuenta de que somos seres sociales y nos debemos al otro”, manifiesta el psicólogo.
Aunque nos han servido las redes sociales, al salir de esto se retomarán las relaciones sociales desde una óptica distinta porque las valoraremos más, según Del Águila.
La sociedad pospandemia
El comportamiento social, las actitudes de las personas y su visión del mundo experimentarán profundos cambios de distinto signo, según Alicia Aradilla, socióloga experta en neurolingüística.
Aradilla describe algunos de los probables rasgos de la sociedad que emergerá como secuela la crisis global del nuevo coronavirus.
Para esta socióloga esta crisis está haciendo consciente a la ciudadanía de su poder y a cada persona de su responsabilidad individual y vaticina que esta concienciación podría aumentar las posibilidades de crear entre todos el mundo que deseamos.
“A la actual situación, derivada de la pandemia y las medidas para intentar contenerla, con efectos prolongados e intensos en la vida de miles de millones de personas, podemos clasificarla como globalizadora y predominante, pues el resto de las esferas, sobre todo la económica, han quedado subordinado a esta nueva realidad” manifiesta Aradilla.
“El covid-19, un virus, de momento, tan mutable como rebelde, nos ha situado en pandemia mundial y protagoniza cada rincón de nuestras vidas cotidianas y de nuestras palabras”, agrega.
Esta pandemia, genera una situación sanitaria, de la que sabremos salir más o menos airosos, y deja muy herido a otro gran paciente, la economía, que necesitará un tratamiento multicausal y multidisciplinar, y a la que habrá que humanizar, poniendo, de verdad, a las personas en el centro, apunta la experta.
Aradilla adelanta que la actual situación se manifestará en distintos aspectos de la vida y actitudes sociales:
Habrá una reordenación de valores
“Esta reordenación será a nivel colectivo, como está sucediendo con el sector de salud pública, y a nivel individual”, adelanta.
Aradilla señala que no cambiarán los valores en sí, sino los criterios de prioridad y vaticina que podremos identificar este cambio porque aparecerán nuevos patrones de comportamiento grupal y seremos testigos de un claro proceso de reformulación colectiva.
Cambiarán los patrones de consumo
“Probablemente se marcarán dos grandes extremos. Por un lado, un consumismo, aún más acumulador y salvaje, y por otro, una orientación real al consumo consciente, es decir más local, responsable, ético, más humano” señala Aradilla.
Como ejemplo concreto señala que es posible que caiga un poco la moda a visitar lugares lejanos y exóticos, porque lo desconocido ahora, nos provoca más miedo que misterio.
Se revalorizarán las relaciones personales
“En nuestro entorno inmediato, es posible que haya una revalorización de los pequeños placeres cotidianos, como por ejemplo tomar una café en una terraza con un grupo de amigos”, manifiesta la experta.
Variará la relación de los ciudadanos con el Estado
“Ya se están dando cambios sustanciales”, según Aradilla, quien señala que hasta ahora la ciudadanía, a veces, excesivamente dependiente, depositaba toda la responsabilidad en la estructura del Estado, pero esta pandemia obligará a las personas a reconocer y recordar la responsabilidad individual y su poder de influencia.
“Si siguiéramos recordando este poder, pasada la situación crítica actual, habrá más posibilidades reales de crear el mundo que deseamos. La capacidad autoorganizativa de los distintos grupos de la sociedad civil, lo está mostrando en estos días”, recalca.
Aumentará la desconfianza al desconocido
“A nivel de las relaciones intergrupales, podría subir el nivel de desconfianza entre grupos de personas desconocidas”, señala la socióloga.
Además, manifiesta que las teorías sociológicas de la gestión del riesgo estaban orientadas al riesgo de tipo simbólico, pero dado que a esta situación de pandemia la percibimos como un riesgo físico, es probable que en el futuro mostremos nuestro lado atávico o arcaico, aunque reconoce que en este sentido, el grado de predicción es bajo.
Cómo afrontar la nueva realidad social
Aradilla sugiere algunas claves para afrontar los cambios sociales que caracterizarán a la sociedad que surgirá luego de la crisis del covid-19.
- Mantener y elevar nuestra cuota de responsabilidad individual en vez de depositar tantas esperanzas en la responsabilidad estructural como administraciones, gobiernos u organizaciones empresariales.
- Cambiar la pregunta “¿en qué puedo beneficiarme yo?” por “¿en qué puedo contribuir?”. Este cambio requiere un nivel de conciencia que sólo podrán asumir las personas con inteligencia emocional media y alta.
- No tomar una postura de victimismo, porque además de que no será escuchada, ya que “hay mucho que hacer”, hará que la persona pierda la oportunidad de desarrollarse a partir de esta experiencia tan insólita.
- Conectar con nuestra resiliencia, es decir nuestra capacidad de vivir una experiencia traumática, superarla y salir reforzados de esa experiencia, con más aprendizajes y recursos.
- Desarrollar nuestras habilidades conversacionales, ya que en estos momentos inéditos y excepcionales de cero contactos físicos, nos queda la palabra, para mantener y cuidar nuestros vínculos sociales y relaciones personales.
- Ser conscientes de que, como individuos, somos muy poderosos y podemos poner ese poder al servicio del bien común.