De acuerdo con el psicólogo Estuardo del Águila, a raíz del encierro provocado por la actual crisis del covid-19 pueden producirse desequilibrios mentales y emocionales los cuales podrían tener consecuencias en el plano social y en la salud de las personas si se trata de una adicción.
“El cambio de vida ocasionado por la pandemia fue repentino para la mayoría de las personas, por lo que no hubo tiempo de adaptarse. Primero, el encierro representó una pérdida de libertad y rutina, sumado a que la crisis sanitaria generó temor por la salud y la situación económica”, refiere el experto en salud mental.
Actualmente, se vive una situación de elevada incertidumbre y alarma, lo que en el futuro puede presentar mayores dificultades para que las personas se adapten y esto generará emociones incómodas, comenta el psicólogo.
“Desde la parte emocional se genera la ansiedad y la sensación de depresión. En esas dos líneas se está moviendo la sociedad, ya sea por un temor a enfermar o por la parte laboral y económica, lo que lleva a las personas a adentrarse en una dinámica de mucho estrés. Ante esto solo pueden tomarse dos rumbos: enfrentarlo o huir”, agrega el experto.
De acuerdo con Del Águila, como consecuencia de esto ya se registra que algunas personas han incrementado su consumo de alcohol y otras sustancias, comportamiento que podría continuar e incluso empeorar luego de que se levanten las actuales restricciones.
Personas que desde antes de la pandemia luchaban contra el alcoholismo podrían verse tentadas a recaer, mientras que algunas otras que se consideraban bebedoras sociales podrían incrementar su consumo al punto de formar una adicción.
El psicólogo Jorge Ernesto Rodas, M.A. en prevención y atención integral de conductas adictivas, manifiesta que el consumo de sustancias o la práctica de conductas compulsivas surge como una estrategia de afrontamiento que las personas toman para tratar de mitigar la ansiedad y los miedos irracionales. Además de ser una opción ante el aislamiento social o consecuencia de las tendencias depresivas de algunas personas, las cuales se agravan durante la cuarentena.
“El efecto antagónico de la prohibición del licor dispara compras en cantidades masivas del mismo para almacenarlo y consumirlo dentro del hogar. Sumado a la prohibición de estar fuera de casa, la cual, aunque pareciera reducir la oportunidad del consumo social, genera un incremento del consumo doméstico y con ello aumenta la probabilidad de problemas colaterales, como la irritabilidad generalizada, problemas del control de ira y violencia intrafamiliar”, explica Rodas.
El especialista en adicciones indica que aún es muy temprano en el desarrollo de la pandemia para elaborar una investigación académica y ofrecer citar cifras exactas, pero todo indica que el incremento en las conductas compulsivas de consumo se hará evidente en su momento.
Otro punto que debe preocupar sobre el consumo de alcohol durante la pandemia del nuevo coronavirus es que la Organización Mundial de la Salud ha confirmado que esta sustancia afecta al sistema inmunológico, lo cual hace que la persona sea más vulnerable ante el SARS-CoV-2.
¿Por qué se incrementa el consumo?
Además de ser una forma de escape ante las amenazas al desequilibrio emocional, generado por la actual crisis sanitaria, hay otros factores que ponen al alcohol como la sustancia más peligrosa.
Rodas comenta que el alcohol es la sustancia que más preocupa a los especialistas debido a la programación antropológica, social y cultural de las personas latinoamericanas, además de la excesiva permisividad gubernamental que hay ante el consumo de estas bebidas, así como su normalización social como estrategia de afrontamiento de estrés y ansiedad.
“Otros de los factores que incrementan su consumo son su alta disponibilidad comunitaria, el efecto potenciador generado por los horarios de prohibición parcial y su precio accesible”, señala el especialista.
Grupos de ayuda
Uno de los factores curativos clave para combatir las adicciones es la terapia de grupo; sin embargo, es el primero que se ve comprometido ante un estado de aislamiento social.
“En un grupo existe cohesión y un integrante siente que puede compartir lo que le sucede, recibir ayuda y permitirse llorar o expresar su emocionalidad, entonces percibe un apoyo social y esto contribuye a reducir el malestar psicológico y acelera una recuperación sostenible ante el impacto de sucesos traumáticos”, señala Rodas.
El psicólogo comenta que las personas que integran la terapia deben retomar la conexión por la vía de redes sociales y establecer reuniones grupales por videoconferencia, ya que si eso no se da entonces se verán comprometidos dichos avances y la percepción de seguridad.
Con el objetivo de que quienes están librando una batalla en su adicción al alcohol no recaigan durante la cuarentena, Alcohólicos Anónimos de Guatemala incentiva a todos sus grupos a que continúen con las reuniones por medio del uso de las nuevas tecnologías.
“Los grupos A. A. utilizan plataformas digitales para encontrar la sobriedad durante el brote de coronavirus. Reuniones virtuales, correo electrónico, teléfono y redes sociales hacen posible seguir llevando el mensaje ‘un día a la vez’”, se lee en un comunicado de Alcohólicos Anónimos Guatemala.
¿Cómo lidiar con un familiar alcohólico?
Las familias que tienen entre sus integrantes a una persona con trastornos por uso de sustancias, experimentan “una complicación en el establecimiento de normas y límites sociales. Los allegados a la persona afectada también pueden ver comprometidos sus niveles de paciencia y tolerancia; así como las complicaciones económicas debido al abuso en el consumo”, refiere el especialista.
Existen múltiples factores que incrementan la posibilidad que un consumo doméstico resulte ser más complicado que el consumo social, entre ellas la posibilidad de maltrato y abandono de menores que puede verse agravada por el consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo en viviendas con poco espacio, donde no es posible aislarse del bebedor, según explica Rodas.
“Otro de los factores de riesgo es el hecho que el consumo de bebidas alcohólicas puede aumentar durante el confinamiento voluntario, y tanto el aislamiento como la bebida pueden aumentar asimismo el riesgo de suicidio, en los casos donde exista complicación de manejo emocional, depresión, desempleo o desesperación económica que generen ideas suicidas”, manifiesta el psicólogo.
De acuerdo con el experto, también es vital reconocer que existe una estrecha relación entre el alcohol y la violencia, incluida la violencia de pareja.
“Los hombres son responsables de la mayor parte de la violencia contra las mujeres y esto empeora con el consumo de bebidas alcohólicas; las mujeres víctimas de violencia, por otra parte, tienen más probabilidad de aumentar el consumo de bebidas alcohólicas como un mecanismo para afrontar su situación”, señala Rodas.
El psicólogo comenta que por lo general a los familiares se les sugiere implementar cambios asertivos dentro del hogar para propiciar y reforzar la participación de dichas personas en cualquier actividad alternativa al consumo.
Entre estos cambios asertivos se sugiere establecer reglas, límites y normas claras sobre la conducta y convivencia dentro del seno familiar, además de regular la inversión económica de recursos, de acuerdo con el especialista.
“Su implicación en la vida familiar fomenta una comunicación más estrecha que implique hablar, escuchar dificultades, miedos y preocupaciones de todos los integrantes de la familia para generar así un ambiente de entendimiento mutuo”, comenta Rodas.
¿Cómo reconocer la enfermedad?
De acuerdo con Rodas, solamente un profesional especializado en psicología o psiquiatría puede determinar la presencia de un trastorno por uso de alcohol; lo cual hace, basado en un modelo problemático de consumo, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos
siguientes en un plazo de 12 meses:
1. Se consume alcohol con frecuencia en cantidades superiores o durante un tiempo más prolongado del previsto.
2. Existe un deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de alcohol.
3. Se invierte mucho tiempo en las actividades necesarias para conseguir alcohol, consumirlo o recuperarse de sus efectos.
4. Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol.
5. Consumo recurrente de alcohol que lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo, la escuela o el hogar.
6. Consumo continuado de alcohol a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes o recurrentes, provocados o exacerbados por los efectos del alcohol.
7. El consumo de alcohol provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales, profesionales o de ocio.
8. Consumo recurrente de alcohol en situaciones en las que provoca un riesgo físico.
9. Se continúa con el consumo de alcohol a pesar de saber que se sufre un problema físico o psicológico persistente o recurrente probablemente causado o exacerbado por el alcohol.
10. Tolerancia, definida por alguno de los siguientes hechos:
a. Una necesidad de consumir cantidades cada vez mayores de alcohol para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
b. Un efecto notablemente reducido tras el consumo continuado de la misma
cantidad de alcohol.
11. Abstinencia, manifestada por alguno de los siguientes hechos:
a. Presencia del síndrome de abstinencia característico del alcohol.
b. Se consume alcohol (o alguna sustancia muy similar, como un benzodiacepina) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
El especialista agrega que, según la Asociación Americana de Psiquiatría, la gravedad de la situación puede determinarse como leve si hay presencia de dos o tres síntomas; moderado si son de cuatro a cinco; y grave si hay seis o más.
De acuerdo con Rodas una de las acciones fundamentales es buscar ayuda profesional, con psicoterapeutas calificados y especializados en diseñar e implementar estrategias de prevención de la recaída.
Si usted o alguien conocido se siente amenazado por su consumo de alcohol puede comunicarse con Alcohólicos Anónimos Guatemala a los teléfonos 2254-6565 y 2288-5139 o al correo electrónico osg@aaguatemala.org, donde le brindarán asistencia y podrá adquirir literatura para informarse más sobre el tema.