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Por ejemplo, hay que acostumbrar al niño a que cuando llega el momento de ir a descansar debe tener una rutina definida como cenar, ponerse la pijama, lavarse los dientes, leer un cuento con los padres y rezar y agradecer. “Es una estructura muy valiosa para fomentar hábitos, pero no se trata de tener cronometradas estas tareas, sino que haya flexibilidad en los preparativos para ir a la cama, para que se sientan comprometidos, autónomos y responsables de cumplirlos”, añade Herrera.
También hay que ser firme y amable ante peticiones de los niños; por ejemplo, cuando desean ver la tableta o el celular antes de dormir, se les debe explicar que los pueden usar al día siguiente, en su descanso por la tarde y redirigir la situación al invitarlo a que se le leerá su cuento favorito.
“Los padres están cansados y si el niño quiere usar uno de estos aparatos se los prohíbe a gritos, les apagan la luz, los amenazan y los mandan a la cama o, por el contrario, acceden, pero ambas acciones no son correctas”, añade la psicóloga. Es esencial que la pareja se ponga de acuerdo y que tenga una comunicación asertiva, porque cuando uno de ellos es permisible, la situación se puede salir de control. También se debe confiar en lo que uno de ellos ha delegado al otro.
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Se desaconseja que los pequeños vean dispositivos electrónicos o televisión antes de dormir, porque eso afectará su sueño. Esto se recomienda porque la luz azul de las pantallas inhibe la segregación de la melatonina, una hormona que alienta el sueño, expone Christiane Würfel, médica alemana especializada en cuestiones del sueño en niños y adolescentes.
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También es importante que el sitio en el que van a dormir esté oscuro, tranquilo y que no sea demasiado caluroso, añade la médica.
Si bien cada niño es distinto, Würfel refiere que los pequeños de 6 años necesitan entre nueve y 12 horas de sueño en un lapso de 24 horas. Es decir, si no durmió siesta en el jardín de infantes, necesitará más horas de sueño por la noche.
¿Y para levantarse temprano?
Es recomendable que días antes de comenzar a estudiar, los niños comiencen a practicar levantándose más temprano, para que no se sientan agobiados los primeros días de clase.
También se aconseja que no tengan actividades dinámicas muy fuertes los días previos a ir a estudiar, para que no se sientan saturados y puedan hacer una transición más tranquila a su nueva rutina escolar, refiere Herrera. Se sugiere que participen en los preparativos del regreso a clases, como ayudar a forrar los cuadernos o cortar las etiquetas de estos.
Cuando comiencen a estudiar, es importante que todo quede listo un día anterior, como los uniformes y los útiles escolares que necesitarán al día siguiente, para que evitar las carreras.
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Herrera también sugiere tener una rutina de las tareas para levantarse y dejar que los niños las hagan, para que se sientan responsables de ellas y que no se sientan inútiles o de mal humor. Conforme vayan creciendo, pueden hacerse cargo de sus refacciones también.
Los ritmos regulares y el horario más o menos constante para acostarse y levantarse también son una gran ayuda. Würfel aconseja no alterarlo durante los fines de semana. “Por supuesto, puede dormir una hora más, pero no es conveniente que tenga un ritmo muy distinto al de la vida cotidiana”, añade.
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