Lo difícil es mantenerlos sujetos de la mano durante un tiempo prolongado. Los pequeños, aún más los inquietos, tienen que moverse y jugar. Entre tanta gente es fácil dejar de verle por un momento y perder los nervios.
Las aglomeraciones de gente son el lugar ideal para que los niños pasen desapercibidos ante la mirada de los padres. Si se pierden de vista, hay que pactar con ellos un punto de encuentro, y no olvidar apuntar el teléfono móvil de alguno de los padres en el dorso de su mano. También se le puede colocar una pulsera, de material resistente, o una tarjeta en la ropa con sus datos de identificación.
De esta manera, cualquier persona que lo encuentre puede ponerse rápidamente en contacto con el madre o la padre y así resolver la situación en poco tiempo.
Hay que explicarle que no debe ponerse a andar, porque se alejaría más de la familia.
Si es posible, gritar su nombre. Es posible que el pequeño tampoco vea a sus padres debido a la multitud, pero puede escuchar su voz y guiarse hacia ellos.
Si no se encuentra enseguida, anunciar su pérdida por megafonía e informa a los encargados de seguridad del lugar. Conviene advertir a los niños de que, si se pierden en un lugar público, no salir del recinto y se hagan notar, llorando o gritando.
También funciona vestirle con prendas llamativas en la playa o anudar un globo de gas en la muñeca para los centros comerciales.
El niño debe saber que puede pedir ayuda a un adulto, pero no a cualquiera. Siempre debe ser una persona que vista uniforme, para que así se asegure de dirigirse a un policía, a un guardia de seguridad o al personal del recinto público. Hay que explicarle que jamás debe irse con un desconocido ni subirse a su automóvil.
Una vez que se encuentre mostrarle su preocupación, pero expresarle la alegría del reencuentro. Reprenderle, solo haría más difícil asimilar la experiencia al pequeño.