“Todos nos enojamos, es algo bueno y normal. Incluso, todos hemos llegado a sentir ira, ya sea como un sentimiento pasajero o como una rabia más prolongada. Sentir eso, también está bien. El problema es cuando la ira escapa de nuestro control y se vuelve destructiva. Incluso, en ocasiones, quienes la padecemos, sentimos que es un sentimiento impredecible y más fuerte que nosotros”, comenta Alejandro Contreras, quien desde hace tres meses ha recibido ayuda profesional para controlar su ira.
La ira es una emoción que va más allá del enojo, que se caracteriza por la aceleración del ritmo cardiaco y de la respiración. Se incrementa la presión arterial, la sudoración y la adrenalina en la sangre. También es común que usted se enrojezca y tense los músculos. Además, la ira le provoca reacciones cognitivas como irritación, frustración, desaprobación y negatividad.
De acuerdo con la psicóloga Evelyn Morataya, la ira es una respuesta natural a situaciones que se perciben como amenaza o que generan sentimientos de frustración o desaprobación. “Físicamente, cuando una persona se siente amenazada, el cuerpo tiene una reacción química. Se comienza a segregar adrenalina, que es la hormona que hace que todos nos podamos defender. Cuando se genera mucha adrenalina y tenemos esa descarga de fuerza, es cuando los músculos se tensan y se vuelven más fuertes. El tono de voz sube e incluso, nos sentimos más empoderados”, comenta la profesional.
Causas
La ira puede surgir como consecuencia de un mal manejo del miedo, cansancio, inseguridad, frustración y enojo. Cuando usted está ante una situación que le provoca estos sentimientos, lo ideal es identificarlos desde el primer momento que le generan molestia y externarlos o canalizarlos.
Sin embargo, son pocas personas quienes le prestan atención. Por lo que el sentimiento aumenta de nivel y se acumula la frustración y molestia. Debido a la falta de herramientas o ejercicios que ayuden a canalizar ese sentimiento, cuando la acción que le provocó malestar se repite, es cuando se sobrepasa la emoción y se expresa la ira, porque se considera la única forma en la que podría defenderse.
Por lo tanto, la ira es causada por un mal manejo de una situación externa y acumulamiento de enojo, frustración y molestia. Ante esta situación, la reacción más común es que usted suba su tono de voz, o reaccione de forma agresiva, ya sea verbal o física. Además, puede llegar a agredir o destruir lo que esté a su alrededor, según la psicóloga Lilian de León.
“Cuando uno no puede controlar la ira, esa frustración bloquea su pensamiento racional y actuamos por instinto. Muchas personas gritamos, lo cual nos ayuda a sacar ese sentimiento. Sin embargo, le estamos haciendo un daño a la otra persona, pero en el momento no somos conscientes de eso, porque la frustración nos tiene bloqueados”, explica Contreras.
Tipos de ira
Debido a que la ira es la respuesta de su cuerpo a la adaptación de las amenazas que le provocan sentimientos y conductas para luchar y defenderse ante una situación específica, la forma más común y natural de expresar la ira es por medio de la agresividad. Sin embargo, es la más problemática y difícil de sobrellevar socialmente porque puede provocar aislamiento.
Contreras explica que cada persona tiene una forma de sobrellevar sus emociones de enojo. Lo primero es expresar esos sentimientos de enfado. Lo ideal es que usted, poco a poco, logre identificar esa expresión de manera asertiva y que sea la más adecuada tanto para su bienestar y sin herir a los demás. Para lograrlo, debe aprender técnicas que lo lleven a tener pensamientos conscientes en esa situación.
Segundo, usted puede suprimir la ira para modificarla en otro sentimiento o para redirigirla. Es decir, puede modificar el sentimiento cuando ya no se enfoca en el enojo, sino que trata de buscar lo positivo o divertido de la situación y así convertirla en un comportamiento más constructivo. El riesgo se presenta cuando no se logra la expresión externa de la ira, sino que solo la reprime y la guarda para usted.
“Cuando nos acostumbramos a guardar esos sentimientos de ira, enojo y frustración nos quedamos callados ante cualquier situación, aunque estemos muy enojados. El problema, es que ese sentimiento nos hace daño tanto física como psicológicamente. Puede traernos varias enfermedades al corazón”, comenta Contreras.
Cuando no se logra externar la ira, trae consecuencias como dolor de cabeza, hipertensión, depresión, mal humor y aislamiento. Además, puede provocar una personalidad pasivo-agresiva, que se expresa, por ejemplo, cuando se ataca indirectamente a la otra persona por medio del sabotaje, hablando mal de ella o dejándole de hablar. Quienes tienen estas actitudes invierten varias horas de su día pensando en la situación que les provocó enojo, lo que les genera angustia emocional.
Tercero, puede controlar la ira desde el interior y externarla con ejercicios o respuestas internas que le permiten controlar la respiración, controlar el ritmo cardiaco, despear la mente y hacer que poco a poco los sentimientos negativos desaparezcan.
¿Cómo controlarme?
Buscar la causa de su enfado es la primera acción que conlleva controlar la ira. De acuerdo con Morataya, solo al identificar las situaciones que detonan enojo usted podría intentar controlarlas desde el momento en que son una pequeña molestia y no hasta que aumente el sentimiento y se convierta en frustración.
“Lo que se debe hacer es identificar las situaciones que detonan molestia y enseñarle a la persona a manejarlas, para detenerlas cuando son una molestia. Usualmente esto no se logra por falta de asertividad y por no poder decir que no ante situaciones que nos incomodan”, dice Morataya.
Luego de identificar la molestia, existen varios ejercicios que pueden ser de ayuda para canalizar la ira y externarla sin causar ningún daño a quienes lo rodean o a usted mismo:
- Practicar el respecto y empatía: Comúnmente las reacciones agresivas de la ira se generan por una mala interpretación de la situación, por lo que la empatía funciona para pensar en la otra persona y colocarse en su lugar, para entender mejor la situación que le causa molestia. Además, exigir y dar respeto es una práctica de cordialidad.
- Evitar el resentimiento: Cuando tiene ira sin procesar por cualquier inconveniente, es muy propenso a que reaccione de forma agresiva. Por lo que es fundamental que resuelva problemas pasados, que aprenda a olvidar y perdonar; con el objetivo de que pueda resolver problemas fácil y tranquilamente.
- Técnicas de relajación: Respirar profundamente o imaginar escenas relajantes harán que su cerebro bloquee la ira y se concentre en pensamientos positivos, que lo ayudarán a calmarse. Contreras recomienda respirar profundamente desde el diafragma, ya que desde el pecho no logrará que el cerebro se concentre en su respiración y deje de pensar en la situación de molestia. Además, repetir lentamente una palabra o frase como “relájate” o “todo va a estar bien” mientras respira es positivo para el autocontrol. También puede recurrir a la imaginación para visualizar un lugar o una situación que lo tranquilice.
- Hacer ejercicio: El ejercicio es una buena técnica para canalizar el estrés y frustración, por lo que se reducirá la posibilidad de practicar la ira. Cuando considere que está muy cansado, estresado y sin ánimos, camine mínimo 10 minutos al aire libre, respire profundamente u despeje su mente.
- Expresar la ira, sin confrontación: Cuando haya logrado controlar el enojo y sus pensamientos sean tranquilos, no olvide expresar lo que lo hizo enfadarse, pero sin una actitud confrontativa. Comunicar lo que le molestó ayudará a que no guarde rencor.
- Buscar ayuda profesional: Controlar la ira es un desafío personal. Si considera que usted es propenso a perder el control fácilmente, lo aconsejable es que busque ayuda profesional. Los psicólogos clínicos lo ayudarán a identificar situaciones irritantes y las que usted considere que lo colocan en situaciones de riesgo. Luego le ayudará a modificar esas acciones y pensamientos en funcionales y tranquilos.
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