La opción de lámparas fluorescentes surgió en la década de 1930, pero por décadas fueron tubos que dependían de un balastro y un dispositivo de encendido. Hoy son tan fáciles de usar como de enroscar. Si bien tienen un costo mayor a las incandescentes, consumen hasta 10 veces menos energía.
A partir de la década del 2000 se comenzó a ensayar con los dispositivos de diodo emisor de luz (LED, por sus siglas en inglés), cuyo principio proviene desde la década 1940, pero no se lograba que la cantidad de luz fuera significativa.
Con el avance en la investigación de semiconductores se logró integrar dentro de una bombilla una célula de emisión de luz que consume la mitad de una lámpara de neón, pero ofrece mayor iluminación. Solo había un inconveniente que se ha ido resolviendo: el precio.