Pero también es el laboratorio para poner en práctica la convivencia con el egoísmo, carencia de asertividad, injusticia, imposición y anulación de opiniones, etc.
La diversidad de género, etapas de desarrollo vital, personalidades, criterios, reacciones, roles conscientes e inconscientes, entre otros, pueden detonar desafíos en la interacción interpersonal. No por ser “miembros de la misma familia” se tendrá garantía de afinidad eterna unos con los otros.
Dentro de las interacciones familiares se generan alianzas para obtener ciertos beneficios, como lo son: permisos, reconocimientos por destacar en ciertas acciones, evadir responsabilidades, excluir a algún miembro por no ser sencilla la convivencia con dicho integrante, sentir pertenencia y aceptación. Las alianzas dependerán de la jerarquía, la edad, los acuerdos que se puede gestar dentro del sistema familiar, diferencias o roces en las interacciones de algunos miembros de la red.
Se recomienda exponer las ideas de manera asertiva. Es decir, comunicando verbalmente de manera adecuada, sin hacer uso de lenguaje soez, ni reacciones desproporcionadas a las conductas observadas dentro de las personas que “conviven en el conflicto”. Tomemos en cuenta que el conflicto no abordado se puede convertir en un estresor del sistema de familia y detonar “un sistema familiar disfuncional”.
Se sugiere también enfrentar las conversaciones incómodas. Solo así se soluciona las diferencias y, solucionar, para nada, es sinónimo de opinar igual. Más bien es exponer lo que se piensa, siente y hace para establecer una interacción armoniosa.
*Docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades de la Universidad Rafael Landívar.
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