A continuación, se presentan tres preguntas que ayudarán a conservar los productos farmacológicos en el sitio adecuado.
– ¿Cuál es la temperatura ideal para los medicamentos?
Depende del preparado. La mayoría de los medicamentos deben ser conservados a temperaturas de entre 15 y 25 grados.
Existen excepciones: algunos medicamentos como la insulina o las gotas para los ojos, por ejemplo, deben estar en sitios fríos. Eso significa que deben colocarse a una temperatura de entre 2 y 8 grados en la refrigeradora. Además, no deberían perder la cadena de frío en el camino desde la farmacia hacia su destino.
– ¿Cómo trasladar los medicamentos que requieran cadena de frío? ¿Y si quisiera viajar de vacaciones?
En esos casos puede utilizarse una nevera con batería. De todos modos: ¡atención! La medicación no debería congelarse. Lo ideal es envolverla en una toalla para evitar el contacto directo con los elementos que generen frío.
Además, a la hora de viajar en carro, el mejor sitio es debajo de uno de los asientos delanteros, que es donde se acumula menos calor.
– ¿Puedo utilizar medicamentos que han sido dañados por el calor?
Mejor no hacerlo, ya que la efectividad y la dosificación podrían ser alteradas. Eso sucede, por ejemplo, con los sprays para asmáticos que quedan a pleno sol.
Lo mismo se recomienda en caso de supositorios que se derritieron y luego volvieron a endurecer. Más vale retirarlos del botiquín, porque puede que sus principios activos hayan quedado distribuidos de un modo poco uniforme y que el supositorio no logre calmar tan bien como debería las molestias.