1- El sitio ideal para el escritorio
“Lo ideal es que la fuente de luz esté a un costado o delante del escritorio”, dice el arquitecto de interiores e iluminador Ulrich Beckert desde Múnich, Alemania. Si las fuentes están en esos ángulos, será más difícil que causen molestias al reflejarse en el monitor. Por eso, una de sus máximas es: las personas diestras harán bien en colocar el escritorio de modo que la luz provenga de la izquierda, mientras que los zurdos estarán más cómodos si la fuente está en la derecha.
“No es buena idea estar sentado de espaldas a la luz, sobre todo si uno suele trabajar muchas horas en el ordenador”, agrega Beckert. El problema es que la luz se ve reflejada en el monitor y puede llevar a que la vista se vea tremendamente exigida. Eso hace aumentar el riesgo de padecer dolores de cabeza.
2- Luz pareja en el ambiente
No es bueno iluminar únicamente la zona del escritorio y que el resto del ambiente esté en la penumbra. “Eso, para la vista, representa un gran esfuerzo porque los ojos deben estar adaptándose permanentemente a las diversas situaciones de luz”, advierte Iris Vollmann, quien forma parte de una iniciativa de la asociación alemana de fabricantes de material eléctrico y digital ZVEI.
Si uno quiere colocar un velador sobre el escritorio o algún otro tipo de fuente que ilumine en forma directa la zona de trabajo, debería estar atento, además, a que el resto del ambiente tenga cierta iluminación de base y esta esté encendida. Puede encenderse una lámpara de techo o una lámpara de pie o de pared.
También pueden añadirse efectos especiales iluminando un cuadro, por supuesto, pero ese tipo de luces son mayormente para crear un ambiente confortable en el espacio en el que uno trabaja.
Independientemente del tipo de lámpara que se elija, lo importante es que no estén enfocadas de manera tal que generen reflejos o destellos indirectamente enceguecedores a través de la pantalla.
3- La intensidad óptima
La intensidad de la luz sobre la superficie de trabajo, es decir, sobre el sitio en el que uno lleva a cabo tareas visuales, debería ser de al menos 500 lux. Puede medirse con ayuda de una herramienta que se llama luxómetro o con una app que puede instalarse en el smartphone. Además, el nivel de luz del ambiente, más allá de la superficie de trabajo específicamente hablando, debería ser de al menos 300 lux.
Pero Beckert también aconseja que la iluminación sea regulable individualmente, ya que cada persona tiene preferencias y necesidades diferentes. La intensidad de la iluminación también dependerá de la edad, porque la visión disminuye con los años y los ojos se vuelven más sensibles. “Es un proceso que comienza a darse a partir de los 35 años, aproximadamente”, señala Vollmann.
Su consejo fundamental es mantener la distancia adecuada a la pantalla en las horas de trabajo: dependiendo del tipo de monitor y de su tamaño, debería ser de entre 50 y 80 centímetros.
4- Dos fuentes de luz sobre el escritorio
Lo ideal es tener sobre el escritorio dos fuentes de luz. Por un lado, una que esté sobre el escritorio propiamente dicho, por ejemplo, en forma de lámpara colgante que dé luz directa hacia abajo y luz indirecta hacia arriba. Por el otro, una lámpara de mesa flexible, cuya dirección pueda variarse.
Al tratarse de una lámpara de mesa, vale la misma regla mencionada con anterioridad: los diestros deberían colocarla en su costado izquierdo, mientras que los zurdos harán bien en posicionarla en su perfil derecho. Es importante pensar en este tipo de fuentes de luz, sobre todo cuando se escribe a mano, así se evitan las sombras.
5- La iluminación perfecta para las videollamadas
Al trabajar desde casa, las videollamadas se vuelven cada vez más frecuentes. Hay quienes tienen varias comunicaciones de este tipo por día. “Si la luz proviene de adelante y cae levemente desde arriba, el o la participante de la conversación se verá muy beneficiada”, dice Vollmann. El fondo de pantalla debería ser ordenado y no demasiado claro para evitar que la persona aparezca como un rostro demasiado oscuro que termina siendo una mera silueta en la pantalla. Ese es otro de los motivos por los cuales se desaconseja estar sentado de espaldas hacia una ventana.