Las alergias alimentarias más comunes en perros y gatos son producidas por proteínas de origen animal, principalmente, carne de res, explica la médica veterinaria María de los Ángeles González, de Alervet, especialista en alergias de mascotas. Los principales alimentos alérgenos de origen vegetal son los almidones o granos. Hay desencadenantes de tipo inmunológico genético que tienden a intervenir, dependiendo de la raza del animal, que definen que sea más susceptible a ciertos componentes, expone.
Para el médico veterinario Erick Rabanales, de la Dieta del Cadejo, especialista en nutrición natural de especies menores, la carne que causa más reacciones alérgicas es la del pollo, y entre los almidones, el maíz, trigo y soya, así como camote, papa y yuca. “Hay que recordar que los perros son carnívoros por naturaleza, por lo que no están capacitados para comer las grandes cantidades de almidones o carbohidratos que contienen los concentrados”, explica Rabanales. Entre los síntomas que manifiestan está el lamido excesivo de abdomen, patas y dedos, vómitos, diarrea, heces semisólidas y flatulencias.
Las reacciones alérgicas ambientales ocurren cuando las mucosas del sistema respiratorio del animal son más sensibles y al irritarse, son más permeables a alérgenos ambientales que ingresan cuando respira, dice González. Entre estos están los ácaros del polvo, polen, grama, moho, piel humana, pelo animal, cucarachas o palomillas, los cuales les provocan picazón de nariz, estornudos y tos, y en gatos, ronquera o asma.
Tanto las alergias alimentarias como ambientales, además, producen problemas de piel como ronchas, costras, pústulas o enrojecimiento. “Cuando el perro se lame constantemente, se rasca, se muerde o se frota alguna parte del cuerpo, es que tiene una picazón incontrolable debido a alguna alergia”, indica González.
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Diagnóstico
Se puede someter al animal a una prueba intradérmica de alérgenos, que en unos 20 minutos muestra los resultados. También hay pruebas serológicas en sangre pero que, según González, aún no se hacen en Guatemala.
Si se trata de alergia alimentaria, se puede hacer una dieta de exclusión, que consiste en dejar de darle el concentrado que usualmente consume el animal por dos meses y se le introduce uno nuevo. Al tercer mes, se le vuelve a dar el primero y si nuevamente presenta alguna reacción alérgica, se le debe cambiar permanentemente.
Hay alergias que también pueden ser estacionales, cuando la mascota manifiesta síntomas solo cuando comienza la época lluviosa o cuando está expuesta al sol o al calor.
Tratamiento
Si es una alergia a ciertos alimentos, después de hacerle las pruebas respectivas, se procede a excluirlos de la dieta. González recomienda que su alimentación sea establecida por un nutricionista veterinario, para que sea la idónea.
“Al animal se le elimina el concentrado de su dieta y se le formula una alimentación natural en la que se excluyen los almidones, y se le alimenta con carnes, vísceras, frutas y verduras. Los animales se recuperan bien”, señala Rabanales, quien, además, aconseja reforzar la microbiota gastrointestinal con probióticos y prebióticos como kefir, espirulina o alimentos fermentados.
Si se trata de una reacción a elementos del ambiente, González explica que se le puede administrar inmunoterapia alérgeno-específica para que provoque tolerancia a los alérgenos, y que se le inocula una vez por semana durante, al menos, un año.
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Rabanales indica que se le puede administrar corticoides, pero no por tiempo prolongado, así como desinflamatorios, analgésicos o champús medicados. Todos deben ser recetados por veterinario.
También se le puede dar antialérgicos y vitaminas con ácidos grasos esenciales de omegas para reducir inflamaciones. Se debe tener control ambiental de alérgenos en el hogar. La familia debe comprometerse a que todos estos cuidados sean de por vida, para que el animal viva mejor, puntualiza González.