Cuando uno de los padres no está presente en la vida de sus hijos, siempre existe la pregunta sobre cómo y cuándo abordar el tema. Lamentablemente, es un tema común, un alto porcentaje de familias son monoparentales.
A pesar de que pareciera que nuestro cerebro medio está diseñado para que sean las dos figuras, padre y madre, quienes ayuden a formar y desarrollar la vida emocional y social, no sucede en la vida actual de esa manera. La ausencia de uno de los padres tendrá inevitablemente un efecto en la vida de los hijos, pero el efecto será negativo si se maneja mal.
¿Cómo sería manejarlo mal? Se manejaría mal cuando el padre que quede evite hablar del tema o incluso lo prohíba. Otra forma de manejarlo mal es hablar negativamente del padre o en forma contraria, exagerar y hacerlo ver como perfecto.
Tampoco es saludable hacer comentarios en plural como “Nos abandonó”. Para evitar tener secretos en la familia, los cuales no son saludables, lo mejor será hablar siempre del padre ausente. Siempre es cuando el niño pida hacerlo, el adulto adaptará la información y los detalles de la causa de la ausencia.
Entre más pequeño es el niño, menos detalles debe saber; pero debe conocer que tiene un padre y que vive en tal lugar o tiene otra familia, etc. Si tienen fotografías lo mejor será enseñarlas. Conforme vaya creciendo se debe ir contando más detalles. Es importante saber que la verdad puede ser dolorosa, pero recuerde que la mentira causará más problemas y con frecuencia el hijo engañado se siente tan enfadado con las mentiras que las relaciones se dañan para siempre.
Así que si quiere tener una relación saludable con su hijo o hija, cuéntele siempre la verdad, poco a poco, pero siempre la verdad. Cuando este sea adulto, será él quien decida qué actitud deba tomar con el padre que no estuvo presente.
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*Académico docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades de la Universidad Rafael Landívar.
