El impacto psicológico de tener una mascota se evidencia a partir de los 3 años, cuando el niño entra en la etapa de iniciativa frente a sentimientos de culpabilidad, descrita por el psicoanalista Erik Erikson (1992-1994), en la que este aprende a distinguir que el animal no es un juguete ni objeto ni ser humano, refiere el psicólogo Antonio Rivera, coordinador del Grupo de Psicólogos, Consejeros y Motivadores de Guatemala.
“El niño entiende que hay un ente más para relacionarse, con el que se puede comunicar y al que puede transmitirle emociones y sentimientos. Le puede hablar, acariciar, regañar o jugar con él. El menor entiende que es un ser vivo que siente y demuestra afectividad”, indica. Los perros son los que generan mayor comunicación con el humano; su corporeidad les permite el contacto, la gratificación afectiva y la interacción. Los gatos cumplen con esa función, en segundo lugar y, luego, le siguen los loros, pericos, conejos, pollos y peces, expone.
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“Cuando hablamos de perros y gatos, dada su gran inteligencia y capacidad afectiva, podemos aprender cómo ser un buen compañero y practicar la responsabilidad, comprensión y empatía. Debemos recordar que los niños, en la etapa de aprendizaje deben siempre estar en compañía de adultos que modelen y monitoreen las conductas durante la interacción con animales, para evitar malentendidos y accidentes”, indica la médica veterinaria Vanessa Granados Barneond, catedrática de Fisiología Animal y de Bioética de la Universidad del Valle de Guatemala.
Entre los beneficios que se han descrito con respecto a la tenencia de mascotas desde temprana edad, es que estas nos pueden ayudar a sentirnos seguros y protegidos, dice Granados.
“Hay niños que aprenden a querer y a dar afecto, al expresarlo a su mascota, así como la bondad de su ser en el cuidado que les brindan, pero hay niños con personalidad sádica que les infringen daño”, señala Rivera. Como ejemplo, recuerda que cuando era niño uno de sus compañeros, de 11 años, llevó un perico mutilado en una bolsa de plástico y con toda la risa y burla le decía a los demás: “Aquí está tu compadre”, acción y conducta inaceptables. Un animal hace que el menor exprese su verdadero ser y, conforme crezca, observe normas relacionadas con su cuidado y trato.
“Si enseñamos a tener un ‘perro de patio’ o un ‘gato de jardín’, eso mismo aprenderán los jóvenes y el ciclo de mala tenencia y falta de la consideración de las necesidades de los animales se replicará y continuará”, añade Granados.
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El niño reconocerá que hay momentos para el disfrute, pero también, para la disciplina y responsabilidad para atender sus necesidades y enfermedad. En este último caso, se le debe enseñar que hay que actuar rápido para evitar que esta se agrave y que, el hacerlo, implica esfuerzo, dinero y tiempo, explicación que debe ser dada por sus padres y enfatizar que si no se tienen los recursos, es mejor no tener mascotas, indica Rivera.
“Los padres deberán acompañar el ejemplo con la plática para que los niños comprendan esa realidad, pues hay adultos irresponsables que tienen mascotas maltratadas, lo cual hay que evitar desde temprana edad”, señala Rivera.
Según la edad del niño, se recomienda involucrarlo en las tareas que conlleva la tenencia, comportamiento y cuidado responsable, refiere Granados.
Al final de la vida del animal, el niño comprenderá el proceso de muerte de los seres vivos y aprenderá a manejar el duelo con un ser querido y cómo gestionarlo. Los padres deberán esperar un tiempo prudencial de más de cinco meses para adoptar otra mascota, para que el pequeño aprenda que los animales no son desechables y que no se pueden sustituir sin ningún pesar.
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Ventajas de cuidar mascotas desde niños
Ayuda a reforzar el sistema inmunitario en menores, pues ayuda a reducir el riesgo de desarrollar alergias, entre otras afecciones, explica la veterinaria Vanessa Granados.
- Contribuye a disminuir el estrés y la ansiedad, pues los perros y los gatos suelen ser una fuente de apoyo emocional para los menores.
- Ayuda a elevar la autoestima, ya que al dar y recibir amor y realizar demostraciones de cuidado y afecto, los niños pueden llegar a sentirse más aceptados y valorados.
- Al pasear y jugar con nuestras mascotas les ayuda a ser más activos y disfrutar de la naturaleza.
- Los niños manifiestan alegría, al verlos; experimentan sensación de compañía, al hablarles; seguridad en sí mismos, al darles protección, y orgullo, al lucirlos.