La fortaleza interior no es una cualidad innata, sino que se desarrolla a partir de la interacción social del niño con sus personas de referencia. La base será fijada por los progenitores a ya muy temprana edad.
En la escuela primaria y la pubertad, es crucial mantener la relación. Al fin y al cabo, la familia -junto con el entorno escolar- es la que más influye en la capacidad de los niños para afrontar el estrés y las situaciones difíciles.
Con estas siete recomendaciones, los padres brindarán respaldo a sus hijos para que sientan confianza en ellos mismos.
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Dar amor y apoyo
“Para el desarrollo de la personalidad es importante que los padres estén presentes para sus niños, ya sea en conversaciones, con su respaldo o también confiando en el niño”, comenta Michaela Goecke, del Centro Federal de Educación Sanitaria (BZgA) de Alemania.
De hecho, los niños que se sienten queridos y aceptados disponen de mayor facilidad para desarrollar un buen concepto de sí mismos.
Christiane Kutik, asesora en cuestiones educativas en Múnich, lo denomina el “calor del nido”. Esta es justamente la sensación de que la casa es el lugar correcto, que allí se nos quiere y podemos distendernos.
“La autoestima no es algo que los niños obtengan de los alumnos, sino de casa”, dice. Los abuelos, un buen amigo o un vecino pueden fortalecer a los niños. “Alguien a quien los niños respeten porque sabe hacer algo”, dice la experta.
Estas relaciones positivas también serán de ayuda para los niños durante la pubertad. “El apoyo de los padres y las conversaciones en familia son importantes, aunque el círculo de amigos gane cada vez mayor relevancia”, comenta Goecke.
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Brindarles atención plena
Aunque ya no sean verdaderamente pequeños y puedan manejar muchas cosas por sí mismos, los niños necesitan toda la atención de sus padres para desarrollar una fuerte autoestima.
“Los padres deberían dejar a un lado el celular con mayor frecuencia y dedicarse por completo a su hijo o hija”, recomienda Kutik. De este modo, le transmiten al niño que son importantes para él y crean una atmósfera propicia para que quiera manifestarse sobre sus experiencias.
“A los niños no les gusta hablar a demanda”, advierte la especialista, “sino en el momento en el que los padres están completamente presentes”.
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Dar señales positivas
Kutik señala que los niños continúan requiriendo apoyo emocional en la escuela primaria y la pubertad. E indica que hay que alentarlos de manera positiva. Por ejemplo, con un buen comienzo del día.
“Padres y niños deberían darse el tiempo para poder despedirse correctamente antes de la escuela”, asevera. Los niños se ven estimulados cuando sus padres les formulan un buen deseo.
Esto también se aplica en el saludo. “En lugar de recibir a un hijo púber sin hacer comentarios, los padres pueden decirle: eres demasiado importante para mí como para pasarnos así por el lado como si nada”, recomienda.
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Ser un ejemplo en el manejo del estrés
Los niños pueden experimentar diversas molestias o situaciones difíciles en la vida cotidiana. “Los padres pueden apoyarlos, en la medida en que ellos mismos les muestran cómo lidian ellos con el estrés”, indica Goecke.
La mejor manera, señala, es mostrando que mantienen la calma, contemplan sus propios límites y buscan y aceptan ayuda cuando esta resulta necesaria.
“También resulta beneficioso procurar rituales de calma y relajación”, asevera. Por ejemplo, con un rincón acogedor para acurrucarse, leyendo en voz alta, escuchando música o cuentos, o fijando momentos de silencio y tranquilidad.
Pasear juntos también puede ayudar a los niños a regular sus emociones. “Si el niño desea hablar entretanto, ayuda escucharlo y reflejar sus emociones (‘entiendo que estés fastidiado’)”, ejemplifica Kutik.
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Aprender a resolver los conflictos
Los niños aprenden en familia y de sus padres cómo deben lidiar con los conflictos y resolverlos. También aquí los padres representan un ejemplo importante.
“Algunos conflictos -por ejemplo con compañeros de la misma edad o con hermanos- deben ser superados por los niños de forma autónoma, sin que intervengan los padres”, recomienda Goecke.
Cuando aprenden cómo dialogar con otros y lograr acuerdos, esto les genera autoconfianza para manejar situaciones dificultosas.
“Antes de que los padres se inmiscuyan, deberían preguntarle a su hijo: ¿puedes resolverlo solo?”, señala Kutik. Porque los padres suelen desconocer en general dónde comenzó la pelea.
Si la resolución supera al niño, como por ejemplo en el caso del “mobbing” o de una exclusión, entonces es hora de que intervengan los adultos.
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Fomentar la independencia
Cuanto mayor son los niños, más se los debe alentar a tomar sus propias decisiones y a asumir la responsabilidad por su accionar. “Cuando los niños se prueban y pueden aprender de sus errores, también aprenden a conocerse mejor como personas”, apunta Goecke.
De esta manera, puntualiza, se incrementa su valor y su autoconfianza. Dos cualidades que también promueve la iniciativa “Hacer fuertes a los niños” del Centro Federal de Educación Sanitaria.
Kutik recomienda dejar que los niños pongan la mesa o vayan a comprar el pan, ya que crecen con sus tareas. Si algo no funciona bien, la experta sugiere frases como “todos podemos cometer errores, yo te quiero de todos modos”, para fortalecer al pequeño.
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Fomentar talentos y pasatiempos
“A partir de la escuela primaria, los niños necesitan un pasatiempo para fortalecerse. Lo mejor es que sea fuera del colegio”, propone Kutik.
Si el propio menor no formula un deseo, entonces se lo debe alentar a descubrir sus talentos e intereses. Porque saber que uno se destaca en una actividad fortalece la seguridad en uno mismo. Al mismo tiempo, los pasatiempos son un complemento de la cotidianidad escolar y promueven la reducción del estrés.