Los niños, en sus distintas etapas, necesitan de actividades que los estimulen para desarrollarse con eficiencia y favorecer el óptimo crecimiento y aprendizaje, explica Jennifer Asturias, psicóloga del Centro de Desarrollo Integral Krecer.
De acuerdo con investigaciones publicadas por Yamileth Chacón Araya, experta en psicopedagogía, “el juego posee un papel en el desarrollo socioemocional, cognitivo y físico del niño, así como en la regulación de las emociones, el fortalecimiento de las relaciones sociales, la atención y la creatividad”, entre otras.
En la actualidad, la niñez se encuentra cada vez más expuesta a la tecnología y solemos escuchar frases populares como “ya lo traen”, en referencia al desarrollo de habilidades con respecto a los dispositivos móviles, pues vemos cómo fácilmente buscan videos, series y juegos que contribuyen a su tiempo de recreación.
Pero hay que recordar que la tecnología no se trata de algo natural, sino de herramientas que incorporamos a nuestras vidas para facilitar la comunicación, contar con otras modalidades de recreación y para ámbitos más serios como los laborales.
Entonces, ¿’ya lo traen’ o lo desarrollan?
Al estar expuestos a la tecnología, los niños se familiarizan cada vez más y se les facilita el acceso a distintas aplicaciones que les permite consumir videos y juegos, entre otros servicios de su interés.
De acuerdo con el neurocirujano Ramón Vivar, se trata de “habilidades que se desarrollan con la práctica”, de carácter óculo manual para interactuar con los dispositivos electrónicos.
Según un estudio realizado sobre los efectos de la tecnología en niños, el Health effects of media on children and adolescents, del periódico Pediatrics en Estados Unidos, los niños se exponen a los medios electrónicos por 7 horas diarias, especialmente para utilizar la televisión, la música y los ordenadores para videojuegos.
Los videojuegos, ¿en qué benefician o afectan?
Esto estimula tanto visual como auditivamente y, en tiempos moderados, podría beneficiar de cierta forma a los niños. De acuerdo con los estudios realizados por la Universidad de Costa Rica, titulado “El efecto de los videojuegos en variables sociales, psicológicas y fisiológicas en niños y adolescentes”, existe una prueba llamada stroop, que evalúa la capacidad cognitiva de los niños, antes y después de los videojuegos.
Luego de evaluarlos, se comprobó que “la atención mejora cuando se aprende a jugar un videojuego”, pues hay una curva de aprendizaje, ya que aumenta la activación cerebral prefrontal y frontal. “Sin embargo, crónicamente desaparece ese beneficio, por lo que se sugiere que la interacción a largo plazo puede deteriorar la atención de los niños”.
En la edad temprana
De acuerdo con la psicóloga Madeline Sánchez de Gramajo, lo recomendable es que, si sus hijos van a interactuar con videojuegos, que sea a partir de los 5 años. “Hay estudios que indican que es peligroso en niños preescolares debido a los estímulos”, dice.
Asimismo, Sánchez de Gramajo explica que, en esta etapa, “todo lo que se ve y se experimenta, se queda en el inconsciente”. Pero, a partir de los 7 años, “los niños son como una esponja; todo lo hacen de manera consciente y, al haber contenido inapropiado, les afecta más”.
Estos efectos podrían prolongarse en la adultez, dice Sánchez de Gramajo, y agrega que “pueden presentar sintomatología ansiosa o experimentar miedos que se convierten en fobias, así como tener pesadillas recurrentes”. Estos problemas se agravan en las personas y pueden llegar a tener un trastorno de ansiedad.
Los videojuegos deben tener límites
Según Asturias, el acercamiento con la tecnología debe tener límites, pues, al abusar de esta, el cerebro se vuelve más lento. “Hace menos esfuerzo porque todo es más rápido y visual, entonces, el cerebro no desarrolla las facultades básicas”, expresa.
El uso excesivo de los videojuegos es un problema actual, según Sánchez de Gramajo, ya que los niños suelen jugar sin supervisión, sin límites de tiempo y, en algunos casos, tampoco se supervisa el contenido que consumen, el cual, podría ser inapropiado para ellos.
Además, “se ha evidenciado que, los niños que juegan en exceso tienen una estimulación en su cerebro que no es natural”, dice Sánchez de Gramajo, y explica que esto se debe a que se someten a constantes cambios de escenarios, personajes y emociones.
“Lo viven muy rápido y, en la vida real, les cuesta prestar media hora de atención a un solo tema”, dice Sánchez de Gramajo, refiriéndose a la impaciencia y ansiedad que desarrollan a partir de la sobreestimulación.
La respuesta hormonal
Según estudios realizados publicados por el European Journal of Applied Physiology, hay una tendencia de aumento de los niveles de testosterona en los jugadores que ganan un videojuego en comparación a los que los pierden.
Cabe recordar que estos tienden a establecer reglas y recompensas para los ganadores, lo cual hace que reciban estímulos y los usuarios generen dependencia debido a la sensación de satisfacción.
También se ha revelado que se libera cortisol, la hormona que responde al estrés, y ambas podrían provocar efectos negativos en la salud, como la depresión, ansiedad, aumento de glucosa sanguínea, reducción de actividad inmunológica, alteración de los patrones del sueño y pérdida de la memoria.
Los problemas asociados a los juegos digitales son reconocidos como patología mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La vida social de los niños
Aunque los videojuegos ayuden, de alguna manera, al a sicomotricidad fina, se trata de un entretenimiento antisocial, dice Ramón Vivar, neurocirujano, ya que aleja a las personas de la interacción con otras.
De acuerdo con esto, Madeline Sánchez de Gramajo expresa que también repercute en el tiempo que los niños deberían de invertir en tareas académicas, actividades interactivas y juegos con otros niños. Por ello, muchos padres están preocupados, ya que han notado que, cuando sus hijos invierten mucho tiempo en los videojuegos, su rendimiento académico baja.
El déficit de atención tiene repercusiones negativas en el rendimiento académico. El Cummings y Vandewater (2007), un estudio sobre el efecto de los videojuegos en los niños y adolescentes demostró que los usuarios de videojuegos leen un 30% menos que los que no lo son.
La psicóloga Sánchez de Gramajo agrega que los niños “se encierran y pasan solos el día, no dedican mayor tiempo a otras actividades al punto de descuidar su higiene personal”.
El ejercicio físico
Además de privar a los niños de interactuar con su familia, con otros niños de su edad y del tiempo para otras actividades, los videojuegos también dan lugar al sedentarismo. Pero ¿qué pasa con aquellos que implican actividad física?
De acuerdo con “El efecto de los videojuegos en variables sociales, psicológicas y fisiológicas en niños y adolescentes”, los videojuegos que son activos aumentan considerablemente el gasto energético en comparación a los que implican reposo.
Sin embargo, estos no son igual de intensos que lo que implica caminar o correr. Además, Vivar expresa que “debe haber un equilibrio entre los juegos de video y el mundo real”, ya que hay niños que solo juegan de manera virtual y esto podría ser contraproducente en su salud.
“Lo mejor son las actividades al aire libre, el ejercicio de tipo aeróbico”, dice el pediatra Luis Rosal, y agrega que es importante que los niños absorban vitamina D a través del sol, tomando las medidas necesarias para el cuidado de la piel, como salir en las horas de menor exposición y la aplicación de bloqueador solar.
Problemas de la vista
Una investigación publicada por el Investigative Ophtalmology & Visual Science, reveló que las personas con miopía practicaban menor cantidad de horas a la semana en actividades deportivas al aire libre que las personas que no la tenían.
Asimismo, indicó que los niños que juegan videojuegos desarrollan la atención visual que solo se alcanza en etapas maduras del desarrollo, en comparación con los niños que no lo hacen.
El mal humor y otros problemas de conducta
En un estudio titulado “Computer games: Friend or foe?” (Juegos de computadora: ¿amigo o enemigo?), se reveló que más del 50% de los videojuegos tienen un contenido violento, lo cual evidencia mayor tolerancia a este tipo de entretenimiento en edades tempranas.
En el Journal of Applied Social Psychology, se publicó un estudio en el que se encontró que la frecuencia cardiaca era mayor al jugar un videojuego violento. Y también se reveló que, las personas que tienen esta interacción a edades más tempranas están más propensos a poseer una peor salud mental y un comportamiento agresivo. Estos problemas se extienden a la adultez temprana.
“En la práctica clínica, he visto que los niños adoptan las conductas que están viendo, como la violencia y el erotismo”, dice Sánchez de Gramajo. Y agrega que los niños tienden a adoptar los roles de los personajes que se presentan en los videojuegos.
Otros usos para los videojuegos
Y así como los niños suelen copiar, de alguna forma, las conductas que ven en la interacción audiovisual, con este fin se ha creado otro tipo de videojuegos para originar conductas deseables como el aumento de consumo de frutas y vegetales, así como la actividad física, según el Journal of Diabetes Science and Technology.
Este tipo de videojuegos ha permitido que pacientes que necesitan mejorar cualidades físicas y psicológicas, no tengan que ir a un centro de salud para realizar sus tratamientos, sin embargo, esto podría aislarlos socialmente, ya que no salen de sus hogares debido a la comodidad que proporcionan los videojuegos.
Lo ideal es que los niños tengan horarios establecidos para realizar cada actividad, como tareas asignadas en el hogar, deberes académicos, uso de tecnología e interacción con niños de su edad.
Sánchez de Gramajo recomienda como máximo, una hora de uso diario de tecnología (ordenadores, teléfonos, tabletas y consolas de videojuegos), para evitar repercusiones negativas en la salud de los niños. Asimismo, la psicóloga recomienda a los padres que revisen previamente el contenido que consumirán sus hijos.
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