Algunos contenidos pueden resultar difíciles para algunos niños. Por esta razón, es común ver las reacciones de frustración o desanimo en los pequeños de la familia, pues les toca hacer frente a tópicos desconocidos, y a veces, complejos.
Marlene Grajeda, pedagoga y oficial de educación en la Fundación Infantil Pestalozzi, no descarta las dificultades durante el proceso de aprendizaje, pero apunta que, en la mayoría de los casos, la problemática puede radicar en el método de enseñanza a los estudiantes.
“Ciertamente hay diferencias individuales; hay quienes aprenden con mayor rapidez. Pero las dificultades pueden tener distintos orígenes”, amplía. Además, comparte que entre las causantes suele figurar que los docentes no toman en cuenta las formas de aprender de los niños.
Otra de las razones que apunta, tiene que ver con la construcción sobre bases débiles. “Queremos que los niños elaboren bien un párrafo, pero no hemos explicado cómo se elabora una oración”, infiere.
Lo anterior ocasiona que a los niños les cueste una o varias materias, dice Grajeda. A esto se suma la insistencia por parte de algunos formadores y padres de familia, que se enfocan en una enseñanza memorística.
“Con esto no retamos el pensamiento de los niños. Hay que desarrollar problemas para que aprendan de manera autónoma”, complementa la especialista, al referirse a otra de las causas esenciales cuando los pequeños se enfrentan a temáticas aparentemente complejas.
Grajeda recomienda que, si se salta a un mecanismo en el que no haya tanta repetición, los niños podrán alcanzar una independencia en la que no tengan la necesidad de acudir al docente o encargado de familia, cuando no entiendan los tópicos.
Enfrentar el problema
Marlene agrega que al avecinarse e incrementarse las dificultades académicas en los pequeños estudiantes, son necesarios dos tipos de apoyo. Primero, los padres de familia o encargados expliquen a los niños que no se trata de una prueba vital; al contrario, se debe dialogar con ellos y hacerles entender que una prueba o temática compleja no definen la vida.
“Al comprender esto, baja el estrés y hace que puedan estar más preparados. Hay que desarrollar una visión positiva de la situación”, expresa.
En segunda instancia, la pedagoga sugiere que las personas a cargo de los pequeños se informen de los temas en cuestión, para así darles soporte cuando tengan dificultades. Grajeda indica que una vez se logre, se puede retar al estudiante a interpretar con sus palabras qué entendió. Esto, para corroborar la información que va estudiando en el niño.
Además, es recomendable establecer y organizar horarios de estudio. Según indica Grajeda, en este tiempo se pueden dinamizar métodos de aprendizaje como sacar ideas principales del texto, armar esquemas, y destacar notas.
Ante este tema surge otra duda: ¿Es recomendable incrementar el tiempo de estudio para una materia que cuesta más? La especialista en pedagogía responde que esto es relativo por la capacidad de concentración.
“Los tiempos varían. No es lo mismo un niño de entre 6 y 7 años a uno de 12. Hay que evitar que el cerebro se fatigue”, explica. Por esta razón, los encargados deben estar conscientes del lapso en el que el niño capta, y por ende, retiene la información.
La pedagoga indica que el tiempo que los pequeños logren atender, debe ser equivalente a un período posterior de descanso. En ese interludio, se puede realizar una actividad que los relaje para que el cerebro se recupere y retome energía.
Sin embargo, el reto no deja de ser grande; apunta Grajeda: “Ahora que los niños están confinados, pueden tener mayor dificultad para concentrarse”. Ante esto, la especialista recomienda que se acorten los tiempos de estudio, así incrementar las actividades físicas y la convivencia familiar.
Afectividad en la nueva normalidad académica
Mónica Franco es psicóloga clínica, así como especialista en niños y adolescentes. Desde su perspectiva, y en paralelo a lo mencionado por Marlene Grajeda, afirma que el confinamiento ha venido a definir un nuevo carácter en el aprendizaje y el desarrollo de los niños.
Este cambio tiene que ver con el espacio físico. Antes de la cuarentena ocasionada por el brote del covid-19, los estudiantes asociaban la escuela como el sitio de aprendizaje, y la casa como el lugar donde se relajaban y compartían con su familia. “Ahora, casa es equivalente a estudio”, explica Franco.
Aunque estos meses han representado un acercamiento con la familias; también han puesto en velo la irritabilidad de las personas, pues la mayoría del tiempo permanecen en el mismo lugar. En el caso de los niños, estos no realizan tanta actividad física, la cual es necesaria para descargar energía.
En el caso de los padres, el encierro puede verse traducido en momentos de sobrecarga laboral, así como un incremento de situaciones ansiosas; agrega la psicóloga.
Ante este panorama, Franco no desestima las dificultades académicas que pueden atravesar los niños. Precisamente por este contexto, la especialista sugiere que tanto padres como encargados de los estudiantes los acompañen en el proceso de formación.
¿Cómo puede un padre enfrentarse también a las materias difíciles? Además de las recomendaciones pedagógicas de Marlene Grajeda, Franco anota algunas que se contemplan desde la parte psicológica:
- Validar los temores del niño. Hay que validar la emoción que está sintiendo y no forzarlo a aprender abruptamente. “Se debe buscar una resolución en conjunto”, sugiere.
- Monitorear cuáles clases se le dificultan. Saber en cuáles cursos hay reacciones de irritabilidad o molestia por parte del niño, para accionar.
- Habilitar un espacio acondicionado. No solo con buena iluminación y ventilación, sino uno donde los niños tengan cerca herramientas que le sean útiles (tecnológicas, así como lápices, goma, entre otros materiales).
- Establecer una rutina. Hacerle saber a los pequeños en qué momento deben estudiar, descansar, así como un espacio para que recurran a los adultos en caso de dudas.
Algo importante que no se debe pasar por alto es el tiempo de calidad, después del estudio. Mónica sugiere que los encargados y/o padres de familia habiliten espacios libres para compartir en familia y en donde se atienda a los pequeños.
Con esto, explica la especialista, se tendrá una atención más allá del estudio y se buscará que el niño no siempre precise de la atención del padre y, en consecuencia, logrará una independencia a la hora de estudiar durante la semana.
Por último, y no menos importante, se debe procurar un ambiente afectivo y de calidez. Franco menciona que parte de la disciplina de enseñanza es hacerlo con cariño. Por ejemplo, si un jefe grita a su trabajador todo el tiempo, este no va a querer desempeñarse bien. “Si al final este enseña de manera tranquila y cercana, todo será distinto”, interpreta la psicóloga.