Salud y Familia

Cómo ayuda el deporte a recuperarse de un cáncer

El ejercicio no solo mantiene o permite recuperar el rendimiento físico, sino que también alivia o previene sus efectos secundarios, como el agotamiento.

Recorrer más de 500 kilómetros en bicicleta a la semana o realizar largas caminatas fue algo habitual para la berlinesa Gisela Osuch-Trogisch durante muchos años, pero el cáncer y sus secuelas dieron un vuelco a la vida de esta ex maestra de jardín de preprimaria.

“Llegué a tocar fondo. Incluso los tres escalones de mi apartamento eran demasiado”, recuerda esta jubilada amante del deporte. Pérdidas de peso y masa muscular y una sensación de agotamiento la dejaron sin fuerzas. Deporte y ejercicio la ayudaron a recuperarse.

Dos años después vuelve a montar en bicicleta, practica yoga, hace senderismo y participa en un grupo deportivo. “Alcancé cerca del 80 por ciento de mi anterior nivel físico”, dice la mujer de 67 años.

“El deporte no sustituye al tratamiento médico, pero es un apoyo muy importante”, explica Martina Schmidt, científica en el Centro de Investigación del Cáncer de Heidelberg, en el sur de Alemania.

Schmidt asegura que el ejercicio no solo mantiene o permite recuperar el rendimiento físico, sino que también alivia o previene sus efectos secundarios, como el agotamiento.

“Los enfermos de cáncer son un espejo de la sociedad”, dice la terapeuta deportiva berlinesa Anke von Popowski, quien asegura que hay algunas personas que están y se mantienen muy motivadas.

En cambio, según la terapeuta, para otras es difícil reponerse. “El cáncer le hace algo al alma del paciente”, asegura. Osuch-Trogisch también tenía poca confianza en sí misma al principio. “Mi segunda fase de recuperación fue un avance”, dice.

Explica que el grupo deportivo de rehabilitación de Anke von Popowski, que visita semanalmente, fue básico para su salud. En él, durante 60 minutos, completa una combinación de entrenamiento cardiovascular, gimnasia funcional para la movilización y el fortalecimiento, así como ejercicios de equilibrio y coordinación.

“Lo que es divertido es bueno”, dice Schmidt, aunque matiza que el deporte debe adaptarse a cada situación. “Los pacientes deben consultar siempre a su médico”, insiste. Para ella, en general, una mezcla de resistencia y entrenamiento con pesas es buena, por lo menos dos o tres veces a la semana, 30 minutos cada vez.

“Especialmente en las zonas rurales, los cuidados no siempre son los mejores”, dice la científica del deporte Verena Krell, del hospital universitario Charité de Berlín. Por eso está probando la terapia deportiva a través de la telemedicina en un estudio con pacientes asegurados por la compañía AOK Nordost.

“El deporte tiene un efecto activador, las personas del estudio están más en forma y su vida es mejor”, dice Krell, que asegura que esta terapia es tan útil como participar en un grupo deportivo.

¿Por qué el deporte es tan positivo?

“No hay un solo mecanismo. Asumimos que el deporte es positivo en la función cardiovascular, pulmonar y muscular, la reducción de la grasa corporal o el fortalecimiento del sistema inmunológico”, prosigue Schmidt.

“Estudios de observación muestran que las tasas de supervivencia son mayores y de recaída se reducen en pacientes que practican deporte”, añade.

“El paciente recupera la confianza en su propio cuerpo y tiene la sensación de estar activo. Esto es a menudo importante, porque durante la terapia suele tener un papel pasivo, porque otros hacen algo con él, se siente a merced de otros”, concluye Schmidt.

Esto también lo confirma Von Popowski: “Vuelves a tomar el mando. El deporte desempeña un papel importante para volver a ser activo.”

Osuch-Trogisch no solo se recupera con la ayuda del deporte: “Mis amigos y una terapia psico-oncológica también me ayudan mucho. Estoy en el camino correcto, pero la incertidumbre permanece, porque sigo siendo una paciente de cáncer”, recuerda, ya que se somete a una revisión cada seis meses.

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