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Los niños con dificultades emocionales y académicas necesitan de sus padres con más presencia. Los conocimientos, ideas, palabras, dedicación y amor han de orientar, conducir y guiarlos en todo momento. Los estudios demuestran que los padres poseen una conexión psicológica con sus hijos tan fuerte que no se puede comparar ni si quiera con la relación que los profesionales más experimentados establecen con los niños.
El filósofo inglés Bertrand Russell plantea dos principios básicos para apoyar a los niños con problemas emocionales y académicos, estos son el afecto y el conocimiento.
Primer principio: el afecto – amor
Es el cariño o inclinación que una persona tiene hacia otra. Siempre implicará la interacción entre dos o más organismos, es algo que se le da a otro. Se le da afecto a un niño y se recibe afecto. Esto lo diferencia de la emoción, la cual se produce adentro del organismo. El afecto fluye y se traslada de una persona a otra.
El afecto siempre se acompaña de una cuota de esfuerzo porque siempre que se quiere demostrar a otra persona requerirá de alguna actividad que lo manifieste. Por ejemplo, hablar con el niño que no cumple con hacer sus tareas siempre requerirá de algún esfuerzo, de alguna modificación del horario del padre de familia o del educador.
Comprender al otro es dar afecto, entender sus problemas, tomar el tiempo de aconsejarlo, requerirá esfuerzo, pero es una forma de demostrarle cuánto se le ama.
El afecto es fundamental y esencial para cualquier ser humano, especialmente durante la infancia o mientras dura alguna enfermedad. El afecto es determinante en la vida, tanto en el entorno familiar como escolar.
Aquella persona que no lo reciba o que en la mayor parte de su vida no lo ha recibido, es muy probable que se muestre apática y menos cariñosa que otra que sí. El afecto requiere una actitud empática, positiva y de aceptación.
Segundo principio: la ciencia
Esto implica usar las estrategias, herramientas y los especialistas necesarios para entender y atender las necesidades de los niños con problemas emocionales y académicos.
Las dificultades emocionales y de conducta en los escolares son un serio problema para la educación y la salud mental de los estudiantes, así como para los padres cuyos hijos no logran un rendimiento escolar acorde con sus esfuerzos y expectativas.
Gran parte de estos niños poseen leves alteraciones en su desarrollo cognitivo, psicomotor o emocional, sin que sean asignados a categorías diagnósticas específicas, esto disminuye sus oportunidades, pues no son atendidos por especialistas que les podrían ayudar en su correcto desarrollo.
Las teorías de la regulación de los afectos y la investigación de las emociones se han desarrollado de manera acelerada. Gracias a eso, se han obtenido importantes conclusiones como las siguientes:
- Los procesos emocionales están involucrados en la dirección de los procesos cognitivos: la atención, los actos perceptivos, el aprendizaje y la memoria.
- El desarrollo emocional es funcionalmente inseparable de los patrones de psicosociales en todas las edades.
- La personalidad y la identidad personal son fundamentalmente de naturaleza emocional.
Existen algunas estrategias generales para atender a los niños que presentan dificultades emocionales y de aprendizaje, entre ellas están:
Identificar el problema
Realice una tabla en la que liste el comportamiento de cada niño, la frecuencia y qué lo dispara y perturba en una escala del 1 al 10. Sea específico y para cada problema escriba por lo menos una estrategia para eliminar o cambiar el comportamiento.
Identifique los problemas en su ambiente
Analice si las personas que conviven con cada niño son muy severas, si su dinámica es activa o realiza poca actividad, si tiene supervisión y si trabaja de manera solitaria. Al observar la manera en que se educa y el ambiente de la casa, se eliminarán algunos comportamientos poco deseables.
Modele la conducta saludable
Indique los comportamientos que usted desea que el niño siga, como no hablar cuando alguien más lo haga, guardar sus juguetes o sus útiles luego de usarlos. Utilice voz tranquila, sin ser demasiado crítico.
Haga alianzas para tareas difíciles
Si nota que a su hijo le cuesta aprender algo o tiene poca habilidad, intente que trabaje con alguien más, puede ser un compañero de estudios, hermano mayor o tal vez un asistente o instructor. Indíquele al hermano mayor o compañero que será un modelo, de esta forma lo motivará a que sea más comprensivo al momento de desarrollar su papel.
Cuente sus retroalimentaciones
Haga un registro de las retroalimentaciones positivas y negativas que les hace a sus hijos. Es probable que muchas sean negativas, por ello busque áreas o habilidades para elogiar y no ser negativo.
Sea específico
De a sus hijos mensajes e instrucciones precisas y específicas.
Utilice premios correctamente
Elogios ante otras personas, decir “gracias” o “bien hecho”, son acciones que elevan la autoestima de los niños, tienen mejor resultado que dar regalos.
Utilice frases como: “cuando… entonces…”
Si sus hijos no están realizando algún comportamiento específico, como ordenar sus juguetes o guardar silencio mientras se le habla, utilice frases como: “cuando guardes tus juguetes, entonces te llevaré al parque”.
En estas situaciones, la palabra “entonces” debe sonar emocionante y gratificante para que sirva como estímulo y dirija el comportamiento hacia lo adecuado. Utilice “cuando” en lugar de “si”, porque esto implica que los niños deben hacer algo, la palabra “si” da la opción de hacerlo o no.
Sea agradable
Si usted quiere que sus hijos lo escuchen, hable despacio, con tono de voz bajo y de manera breve. Los niños a los que se les dan las instrucciones en tono de voz muy elevado son niños que se quejan todo el tiempo. Haga contacto visual antes de hablar, para saber que usted cuenta con la atención de cada niño.
El hogar debe ser el primer frente de apoyo a los niños con dificultades emocionales y de conducta que, generalmente, repercuten en el rendimiento escolar. Son los padres y el entorno familiar el que podrá disminuir los riesgos asociados a estos problemas, pues tienen el poder de tomar decisiones para modelar el destino de un niño.
Fuente: Tu hijo y tú, La salud emocional de los niños, Lawrence E. Shapiro, Editorial Edaf, España, Karla Emy Vela, psicóloga especialista en educación infantil, karlaemy@gmail.com
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