Neuralgia es el término médico para el dolor nervioso o neuropático. El nervio trigémino es un nervio que transmite estímulos táctiles y dolorosos en la zona facial.
La neuralgia del trigémino se caracteriza por un dolor increíblemente fuerte que suele atormentar al enfermo sin previo aviso. Suele afectar solo a un lado de la cara y se dispara hacia la mejilla con la fuerza de una descarga eléctrica.
Las dolencias tienden a aparecer después de los 50 años y afectan más a las mujeres que a los hombres. Estadísticamente, una de cada 10.000 personas padece neuralgia del trigémino.
¿Qué lo motiva?
La causa de estos ataques de dolor no suele estar clara. Muchos pacientes tienen en el cerebro contacto directo entre una arteria y el nervio trigémino que allí se origina.
“Esto probablemente provoca cortocircuitos en el nervio, que dan lugar a dolores muy intensos”, explica Karsten Geletneky, director del Departamento de Neurocirugía del hospital Klinikum de la ciudad alemana de Darmstadt.
De manera curiosa, sin embargo, este contacto no necesariamente provoca siempre dolor. “Alrededor de una cuarta parte de las personas tienen este contacto. Pero solo una pequeña proporción de ellas lo experimenta como neuralgia del trigémino”, detalla la profesora Dagny Holle-Lee, jefa del Centro de Cefaleas de Alemania Occidental y médica jefe del Departamento de Neurología del Hospital Universitario de Essen.
Difícil diagnóstico
El problema es que la neuralgia del trigémino no siempre se reconoce. “No hay indicaciones claras, ni valores de laboratorio que puedan indicar de forma fiable la neuralgia del trigémino. Por lo tanto, no es raro trabajar por eliminación para elaborar el diagnóstico”, afirma Geletneky.
Así, la primera visita de los pacientes suele ser al dentista para descartar problemas dentales o mandibulares, lo cual no siempre sale bien: “Tuve una paciente a la que le extrajeron 22 dientes antes de diagnosticarle neuralgia del trigémino”, relata Holle-Lee.
La siguiente parada es el neurólogo. Con el objetivo de descartar otras posibles causas, como un tumor o la esclerosis múltiple, se realizan otros exámenes y pruebas de imagen, como la resonancia magnética.
“No todos los dolores faciales son neuralgias del trigémino”, aclara Holle-Lee.
Un signo bastante seguro es cuando el dolor se produce externamente al tacto o al comer o beber. “Incluso actividades sencillas de la vida diaria, como lavarse la cara, cepillarse los dientes o hablar, pueden desencadenar el ataque de dolor”.
Medicación con frecuentes efectos secundarios
La buena noticia es que algunos pacientes tienen suerte, porque el dolor simplemente vuelve a desaparecer. Es difícil calcular a cuántos de ellos les pasa. “Por supuesto, nosotros solo vemos a aquellos pacientes en los que el dolor reaparece”, dice Holle-Lee.
El uso de analgésicos es entonces prácticamente inevitable. También se utilizan antiepilépticos. “El objetivo es estabilizar la función nerviosa con medicación, de modo que se supriman los impulsos no deseados”, explica Geletneky.
El problema, sin embargo, es que aunque los fármacos actuales son eficaces, pueden tener efectos secundarios bastante graves. Por ejemplo, los mareos, que afectan sobre todo a los pacientes mayores.
Liberar del dolor con una operación
También existen diversos métodos para acabar con el dolor de otras formas. Si hay contacto entre el nervio y la vena, ambos pueden separarse mediante la introducción de pequeñas almohadillas, señala Geletneky. Para ello hay que abrir el cráneo por detrás de la oreja.
Una operación en la cabeza es algo que intimida a mucha gente. Sin embargo, Geletneky aconseja no demonizar de entrada este tratamiento, debido a que “en la mayoría de los casos, libera completamente del dolor y también puede realizarse bien en pacientes mayores”.
Según él, la mayoría de los pacientes pueden abandonar el hospital cuatro días después de la operación.
Otras opciones físicas son la termocoagulación, en la que se sellan las fibras dolorosas con una sonda. Y está el llamado Gamma Knife (bisturí Gamma) o el Cyber Knife, en cuyos procedimientos se dirigen dosis elevadas de rayos X a la zona dolorida. Los resultados son positivos.
Sin embargo, en algunos pacientes el dolor reaparece al cabo de un tiempo. Otra desventaja es que estos procedimientos solo pueden repetirse hasta cierto punto.
Uso de bótox
Además de los procedimientos mencionados, también existen nuevos enfoques. Por ejemlo, el Centro Clínico de Darmstadt, en Alemania, trabaja con la llamada “neuromodulación”, que consiste en estimular los nervios con electrodos.
Los electrodos se conectan a un implante de marcapasos para el dolor y emiten una corriente leve que acalla los impulsos de dolor del nervio trigémino, explica Geletneky.
Otra opción relativamente nueva, según Holle-Lee, son las inyecciones de bótox, conocidas en medicina estética: inmovilizan el nervio. Pero deben ser repetidas con regularidad.
Por otra parte, es poco probable que las esperanzas depositadas en nuevos medicamentos se materialicen rápidamente.
Dagny Holle-Lee explica la razón: “Los estudios sobre nuevos medicamentos suelen resultar difíciles porque, por un lado, habría que interrumpir la medicación anterior para probar la eficacia de los nuevos fármacos. Por otro lado, también tendría que haber un grupo placebo. Ambas cosas son difícilmente aceptables para los pacientes con neuralgia del trigémino”.