¿Qué hacer entonces si se observa que los hijos tienen una tendencia al sobrepeso?
Hay hábitos que se crean ya en fases muy tempranas. Por ejemplo, un bebé que llora no necesariamente es un bebé con hambre. Es importante intentar buscar las causas del llanto. ¿Será por sueño? ¿Será que necesita un mimo?
En las etapas posteriores los padres seguirán siendo un determinante fundamental. Hay asociaciones que recomiendan integrar a los niños a la hora de decidir qué habrá de comer, y también en los preparativos. Para los pequeños es muy interesante tocar los alimentos, olerlos y probarlos.
Desde ya, no todo depende de los padres. Puede que algunos niños presenten una predisposición genética hacia el consumo de ciertos alimentos, ya sean dulces o salados.
Si no se está seguro respecto de cuál debe ser el peso del pequeño y hay cierta inquietud de que está “gordito/a”, lo mejor es consultar con un especialista, justamente porque los motivos pueden ser muy diversos.
Por supuesto, al momento de diseñar una estrategia en casa, las reglas son las mismas que se aplican a la vida adulta.
Lo mejor es preparar comidas con muchas verduras y frutas, con hidratos como el pan, el arroz o las papas y con una parte menor de carne, pescado y productos lácteos.
Lo mejor es no exagerar con los alimentos muy grasosos o muy dulces.
En casa
Los padres pueden ingeniárselas y hacer que sea divertido preparar un programa de comida sana. Por ejemplo, se les puede decir a los niños que cierren los ojos y que prueben alguna verdura cruda y adivinen qué es.
No solo lo que se come, sino cómo se come es fundamental para las costumbres que tendrán los niños cuando sean mayores. Es muy importante que hagan varias comidas al día y, en lo posible, que sean a la misma hora. Es fundamental que comer sea una actividad “exclusiva”, es decir, que excluya a todas las demás.
Comer mirando la televisión no es compatible con un modo de alimentación sano. ¿Por qué? Porque los niños no sienten cuándo están satisfechos si están concentrados viendo sus programas.
Además, el movimiento es crucial. Los niños deberían hacer 90 minutos de algún ejercicio por día, ya sea un deporte que practiquen como pasatiempo o algún otro juego.
Eso sí: la alimentación y el movimiento no deberían ocupar demasiado las conversaciones cotidianas. Sobre todo cuando los niños entran en la pubertad y comienzan a guiarse por los estereotipos estéticos de la publicidad, es importante encontrar la manera justa de encarar una alimentación sana sin exagerar para evitar que pase a ser algo sometido a un control compulsivo.
DPA