La festividad, más allá de ser una velada para llenarse de esperanza entre seres queridos, puede traducirse en una disyuntiva. Los celebrantes pueden encontrar un conflicto al decidir si compartir con amistades o con familiares.
A consideración de la psicóloga Stephanie Martínez, la “oportunidad de empezar de cero” el 1 de enero, marca la importancia en la festividad de la noche anterior. Agrega que se trata de una ocasión positiva para que las personas que tuvieron un año turbulento enmienden circunstancias negativas.
Martínez se refiere al hecho de compartir este día como algo que podría variar, ya que las personas definen quiénes tienen importancia en la vida, para así compartir la celebración. Resalta que siempre depende mucho de cada individuo.
La también especialista en Psicología, Mireya de Arroyave, señala que el compartir durante la celebración del 31 de diciembre depende en gran medida de las costumbres de cada grupo de personas: hay quienes han crecido en familias muy cercanas, y otras en espacios con más individualidad.
La psicóloga distingue entre las celebraciones decembrinas: mientras que la Navidad es una fecha relacionada a la familia, nochevieja es una más social. De Arroyave señala que en estos escenarios pueden surgir dilemas.
Reconocer el conflicto
El conflicto puede ser esencialmente interno, menciona De Arroyave. Por ejemplo, cuando alguien que acostumbra a conmemorar el año viejo con familia desea variar la celebración con amistades, es propenso a que sienta responsable de hacerlo con su familia, pero que no lo desee.
Así mismo, los dilemas pueden traducirse en casos entre parejas. Uno de los individuos quisiera continuar su tradición de estar junto a familiares y su pareja, mientras que el otro con amistades de ambos.
La psicóloga enfatiza que, para resolver estas disyuntivas, es tácito tener claro con quién se desea compartir las fechas popularmente festivas. “Muchas veces las personas se sienten obligadas a compartir con alguien. Es importante cuestionarse con quién se desea celebrar, para lograr estar bien, y de igual forma, tener un balance social y familiar,” expresa.
Ante lo mencionado -y para prevenir más dilemas con otras personas- es necesario que entre las partes en desacuerdo exista el diálogo y el compromiso: los sujetos deben exponer sus razones para así llegar a un compromiso. Este podría materializarse en que una persona disfrute el 31 de diciembre con amistades un año, y al siguiente, con su familia. O bien, Navidad con su familia nuclear, y la nochevieja con amigos.
De igual forma, es necesario encontrar puntos intermedios donde las partes en desacuerdo busquen su mayor bienestar. A propósito de dicho concepto, Mireya De Arroyave considera que, para establecer una ocasión de festividad como placentera, es necesario identificar temores.
La ansiedad es uno de ellos porque conlleva sobresaltos ante la idea de finitud (paso del tiempo) o el cumplimiento de nuevas metas. Ante estos temores que pueden surgir en la transición del año, cada persona debe identificar las causas de dicho sentir.
Frente a estas circunstancias, De Arroyave sugiere a las personas centrarse en el presente para disfrutarlo. Con este ejercicio, añade, cada uno revindica su voluntad de estar bien, que se traduce en un “Yo decido”. La consigna puede surgir de igual manera en un contexto festivo como el del nuevo año.
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