La psicóloga clínica Manuela Méndez recuerda que “nuestra convivencia social está normalizada y adaptada desde que nacemos y puede forjarse desde cualquier lugar en el que estemos: el trabajo, los centros educativos o las comunidades de residencia“.
Además de invitar a la comunicación asertiva y sana en estos espacios, Méndez agrega que la vida en comunidad permite evaluar situaciones vulnerables de sociabilidad así como enseña a vincularnos con personalidades fuera de nuestra zona de confort.
“La socialización ayuda a que aprendamos a reconocer las diferentes maneras de pensamiento y de actuar de las personas“, apunta la psicóloga quien sostiene que esto puede practicarse desde la relación con los vecinos.
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Así como en muchas ocasiones y espacios, las personas que viven alrededor no pueden elegirse. En ese sentido, es prudencial reflexionar sobre nuestro vínculo con los vecinos y de qué forma construimos en comunidad junto a ellos y ellas, o bien, cómo nos percibimos respecto a su cercanía.
¿Buenos o malos vecinos?
Manuela apunta que “estereotipar a un vecino en bueno y malo es encuadrarle para que sea juzgado”, por lo que debe pensarse más en los valores que puedan existir en esa relación.
De acuerdo con la psicóloga, la convivencia adecuada entre vecinos permite una interacción dentro de un entorno seguro donde se practique la empatía, la comunicación asertiva y la colaboración, lo cual logra eliminar inconvenientes que generan malas relaciones interpersonales.
Es inevitable que en una misma comunidad no haya opiniones o personalidades que se contrapongan y que a la vez promuevan roces. “Normalizar que cada persona es diferente es el primer paso para una convivencia asertiva dentro de una comunidad“, dice la psicóloga.
En ocasiones, las dinámicas dentro de un grupo de personas en un vecindario pueden resultar incómodas para otras. Por ejemplo: la escucha de música, los ruidos, los eventos, el parqueo de varios carros en la calle, la basura acumulada, o incluso tener mascotas.
Al existir una molestia manifestada entre dos personas en la misma comunidad, es necesario contar con habilidades de inteligencia emocional para llegar a acuerdos mutuos respecto a cierto malestar.
De lo contrario, dice la psicóloga, esto puede generar un conflicto tanto para quienes lo experimentan, como para los demás alrededor.
“Una persona debe tener empatía y respeto ‘de cajón’. Al practicarlas se puede volver más consciente de la situaciones que pueden estar pasando otras personas en donde vive, y además puede ser incluso un agente de cambio o de apoyo para la comunidad“, dice Manuela.
Fomentar la convivencia
Dentro de toda relación es necesario apuntar a ciertos valores como la amabilidad, la cual se explica como un “gesto de atención respetuosa con otra persona”, dice la psicóloga.
En las comunidades también es necesario poner en práctica la comunicación y la escucha activa tomando en cuenta todas las opiniones para así “crear una estrategia de seguridad y de organización” que garantice el bien común de las personas respecto a un tema, dice Méndez.
Crear un ambiente comunitario también implica el acercamiento entre los miembros que viven allí. Esto puede lograrse desde el fomento de actividades recreativas para todas las edades.
Organizar domingos comunales, equipos deportivos, clases artísticas, ventas de comida o de apoyo social son algunas de las iniciativas que pueden convocar a las personas. Para comunicarlo se pueden tomar en cuenta asambleas, conferencias, boletines o plataformas de mensajería.
En cuanto a la organización, Manuela señala que se puede delegar responsabilidades en cada integrante del grupo que a la vez puedan comunicar las iniciativas a sus familiares.
Otras recomendaciones para fomentar la unión entre vecinos, compartidas por la psicóloga entrevistada, son:
- Aprender a escuchar de manera activa las opiniones de todos.
- Aceptar que cada persona puede tener un pensamiento, decisión o posición diferente.
- Tratar a las personas con respeto y educación.
- Proponer medidas para garantizar la seguridad de todas las personas en la comunidad.
- Responsabilizarse con las atribuciones que sean designadas desde el trabajo en equipo.
- No dejarse llevar por la negligencia o la corrupción en caso de manejo de dinero.