La pequeña recibió el tratamiento en el hospital Great Ormond Streer (Gosh) en Londres. “Era la primera vez que se hacía y no sabíamos si funcionaría, así que nos alegramos mucho del éxito del tratamiento”, dijo Paul Veys, director de trasplantes de médula en el Gosh y médico de cabecera de Layla.
Según Veys, la leucemia que padecía Layla era tan agresiva que la respuesta a este nuevo tratamiento es considerado un milagro.
El expediente médico
A la niña se le diagnosticó una leucemia linfoide aguda – es un cáncer que se inicia en los glóbulos blancos llamados linfocitos en la médula ósea, la parte suave del interior de los huesos en donde se forman las nuevas células de la sangre y estas células cancerosas se propagan rápidamente por todo el organismo- .
Ella fue sometida a un tratamiento de quimioterapia y un trasplante de médula, pero el cáncer volvía y los médicos prácticamente la desahuciaron. Surgió entonces la posibilidad de aplicar un tratamiento experimental que estaba siendo desarrollado en el hospital y solo había sido probado en ratones.
El padre de Layla, Ashleigh Richards, de 30 años explicó que tenía miedo al pensar que el tratamiento nunca había sido utilizado antes en humanos. “Ella tenía mucho dolor y necesitábamos que nuestra hija mejorara por eso pedimos al hospital que probaran en ella esta técnica”, dijo.
El tratamiento
El equipo del hospital Gosh pensó que una técnica denominada Talen, que consiste en cortar y pegar ciertos genes del ADN de una persona sana. Se trata de modificar células inmunes –linfocitos T- de donantes para añadirles nuevos genes que programan las células para que reconozcan y ataquen a las células cancerígenas de la paciente.
Tras recibir esta terapia, los médicos esperaban que en pocos días Layla tuviera fiebre o alguna reacción en la piel, lo que indicaría que la terapia estaba funcionando. Sin embargo, pasaron dos semanas y la pequeña se encontraba bien, algo que no era una buena señal. Pero, pocos días después ocurrió, la niña tuvo una erupción en la piel pero se encontraba bien.
Semanas después, los médicos llamaron a los padres. “Pensábamos que eran malas noticias pero entonces noa dijeron que había funcionado y empezamos a llorar”, dijo Richards .
Dos meses después, Layla ya estaba libre de cáncer y paso por un segundo trasplante de médula. Sus células sanguíneas aumentaron, y un mes después la pequeña ya estaba recuperada y se fue a casa.
“Hemos usado el tratamiento solamente en una niña pequeña muy fuerte, y tenemos que ser prudentes para decidir si es adecuado para todos los niños” , dijo Waseem Qasim, profesor de terapia genética y celular, e inmunólogo especialista del Gosh.