“En el kung-fu shaolin los menores ponen en movimiento músculos, huesos y tendones, pero se les enseña como si fuera un juego, porque no hay que olvidar que son niños”, explica el sifu Boris Alvarado, director de la Academia de Artes Marciales Shaolin Chuan.
A diferencia de los adultos, la práctica no es extenuante, pero se trata de que los ejercicios sean fáciles y continuos para evitar que se aburran.
Además de que las artes marciales les ayuda a corregir la postura y la coordinación, también les facilita el aprendizaje de la orientación espacial. Asimismo, contribuyen a desarrollar agilidad y fuerza y a mejorar su carácter. Por ejemplo, si el niño es hiperactivo, se tranquiliza al practicar un arte marcial por el desfogue de energía que se deriva de los entrenamientos. Si, por el contrario, es tímido, le da seguridad, confianza y eleva su autoestima al aprender a relacionarse con los demás, refiere Luis Mejía, sabonim del Gimnasio de Taekwondo High Performance.
En ese último aspecto, se les enseña a poner en práctica el respeto hacia su entorno social, a ser disciplinados y a seguir órdenes, dice Mejía.
También aprenden a conocer sus metas y límites, y empiezan a practicar la humildad, lo que les lleva a ser mejores personas, asegura Alvarado.
Hay que destacar que en las artes marciales no se les enseña a ser agresivos ni violentos, como algunos piensan. Durante los combates no se les inculca que deben ser el mejor, sino que no es importante ganar o perder sino disfrutar el haber participado.
Otra ventaja es que los aleja de hábitos dañinos y les da la oportunidad de poder destacar en un futuro en campeonatos nacionales e internacionales.
Fuentes consultadas: Academia de Artes Marciales Shaolin Chuan, teléfono 4889-6185, y Gimnasio High Performance, 5665-2988