Falk Huettig, uno de los investigadores que lideró este trabajo, contó que el equipo buscaba replicar los resultados de esos estudios previos. Los científicos trabajaron con personas de la India, un país en el que un tercio de la población es analfabeta.
Luego de unos meses, vieron que los cambios en la corteza cerebral efectivamente se producían, pero también observaron que el proceso de aprendizaje llevaba a una reorganización que se extendía a estructuras más profundas.
Estas estructuras, puntualizó Huettig, “ayudan a nuestra corteza visual a filtrar la información importante incluso antes de que lo percibamos conscientemente”.
“Encontramos que mientras más se alineaban las señales entre las dos regiones del cerebro, mejor era la capacidad de lectura”, agregó.
Para los investigadores, parece que estos dos sistemas “afinan su comunicación” a medida que las personas son más capaces en la lectura.
“La trascendencia social de este tipo de investigaciones es enorme. Miles de millones de adultos son completamente analfabetos en todo el mundo, pero además en los países occidentales como en Estados Unidos hay millones de iletrados funcionales, esto es, personas a las que se les dificulta leer incluso oraciones muy simples”, dijo Huettig.
“Necesitamos entender qué tan flexible es el cerebro adulto para adquirir una capacidad muy compleja como es leer en la vida adulta, para poder crear programas de alfabetización con mejor probabilidad de tener éxito para ayudar a esa gente”, agregó.
Desde la perspectiva de las investigaciones, el significado de este estudio también es “muy interesante”, según Huettig.
“La escritura es una invención cultural muy reciente si miramos a la historia evolutiva de nuestra especie. Las primeras escrituras fueron inventadas hace menos de 6 mil años. Eso significa que no hay un área de lectura o una red de lectura específica en nuestros genes”, señaló el investigador.
Para él, ver cómo las invenciones culturales han cambiado las funciones y las estructuras cerebrales ayuda a comprender cómo funciona el cerebro a un nivel básico.
Los resultados también pueden tener consecuencias para las investigaciones sobre la dislexia.
Una de las posibles causas para el déficit básico observado en las personas con dislexia ha sido atribuida a disfunciones en el tálamo, pero para los investigadores ese tema debe revisarse ahora.
“Como encontramos que solo unos pocos meses de lectura pueden modificar el tálamo, tenemos que escudriñar esa hipótesis”, sostuvo Huettig.
Los investigadores ahora planean un estudio que directamente compare la adquisición de la capacidad de lectura en la infancia y en la edad adulta y han comenzado un trabajo para evaluar el aprendizaje de habilidades matemáticas.