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Los modelos de felicidad actuales están orientados hacia el consumismo y el éxito, sin embargo la felicidad no es satisfacción, ni bienestar (aunque a veces la contenga), explica Luis Castellanos, filósofo y divulgador del bienestar lingüístico.
“Si no nos damos cuenta que el lenguaje va a ser la gran revolución del siglo XXI seguiremos con estas velocidades e imprecisiones y confundiremos lo que es la satisfacción, el bienestar o la alegría con la felicidad”. El éxito de una persona, para Castellanos, es “la calidad de las narraciones y las historias que yo me cuento a mí mismo y si son capaces de llegar al otro”.
Para poder hacer estas narraciones es importante que nuestro lenguaje sea positivo y somos nosotros los responsables de crearlo, por lo tanto somos artesanos de nuestra propia felicidad.
Palabras positivas
“El lenguaje positivo es una construcción, un invento que tú tienes que hacer para que tu historia sea mejor. Es la capacidad de mirar las palabras que están construyendo tus historias para saber si las que has elegido realmente te ayudan” explica el autor.
“Para mí el lenguaje de la felicidad es amigarte contigo mismo para amigarte con el mundo. Es encontrar esa amistad excepcional e invencible con la vida, con la existencia y con todo tipo de vida”, añade.
Pero para poder desarrollar un lenguaje que te haga feliz hay que tener presentes dos verbos: dar y recibir. “Uno tiene que dejarse ayudar, es decir, recibir. Y otros son capaces de dar”, argumenta Luis. El uso de palabras positivas junto con la conjugación de estos verbos nos ayuda a tener una visión y una postura ante el mundo que te puede hacer feliz.
Los enemigos
Lo más difícil es tomar conciencia de nuestro lenguaje y cambiarlo. Para ello Luis Castellanos nos propone 5 pasos que denomina “enemigos del aprendizaje”.
- El primero es la culpa porque culpar a los demás evita que aprendamos.
- El segundo es la excusa; siempre encontramos una excusa para todo.
- El tercero, la queja.
- La crítica indiscriminada me lleva a juzgar a la otra persona y etiquetarla y entonces ya no aprenderé quién es, dice Castellanos.
- El quinto y último, el más importante para Luis Castellanos, es la ausencia de generosidad. “La generosidad forma parte de la existencia del ser humano. El lenguaje de la felicidad es la capacidad de construir ese lenguaje amable, de amistad y cálido”, señala.
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