Salud y Familia

Alimentación consciente: La clave para mejorar el bienestar emocional y digestivo

Comenzar a alimentarse desde la conciencia puede ayudarle a recuperar el equilibrio y el bienestar digestivo

El sistema digestivo y las emociones están profundamente conectados, afectándose mutuamente.

(Foto Prensa Libre: Icons8 Team/Unsplash)

El sistema digestivo y las emociones están profundamente conectados, afectándose mutuamente. (Foto Prensa Libre: Icons8 Team/Unsplash)

“El sistema digestivo tiene un inmenso poder sobre nuestras emociones, algo que también funciona a la inversa”, señala Fani García, bioquímica, psiconeuroinmunóloga y psicoterapeuta especializada en patologías digestivas y trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Explica que algunos estudios recientes “nos hablan de cómo el miedo, la ansiedad o el estrés sostenido en el tiempo, tienen un impacto directo sobre nuestro aparato digestivo, más allá de que una comida nos siente mejor o peor”.

Esta especialista sabe bien de lo que habla, por que experimentó las consecuencias de tres patologías digestivas simultáneas mediante las cuales entendió como paciente y como profesional que el cerebro tiene mucha relación con el estómago.

“Levantarme cada mañana era todo un esfuerzo. Todo lo que comía me sentaba mal, me generaba hinchazón, pesadez, cólicos y si tenía suerte podría sobrellevarlo sin acabar retorciéndome de dolor en el baño. El ritmo de vida y estrés que cargaba a mis espaldas eran insostenibles”, recuerda.

“Colon irritado, reflujo y gastritis crónica, le llamaban. Eran nombres que solo representaban que cada día iba a peor, a pesar de recorrerme numerosos nutricionistas, especialistas digestivos, dietas a montones, terapias…”, según puntualiza García.

Esa experiencia la condujo a crear un método y programa terapéutico para recuperar su salud digestiva y emocional denominado Reprogramación Neurodigestiva, al que define como “una escalera para salir del pozo” en el que ella se encontraba y que también ha ayudado a muchas persona a salir de esa oscuridad, según comenta.

Para esta especialista no solo nos nutrimos con los alimentos que hay en el plato, sino que en un sentido metafórico, nos nutrimos con todo lo que nos rodea en cada momento”, por ejemplo aquello que sentimos y lo que pensamos.

Por esa razón, hacernos conscientes de ese conjunto de factores mentales y emocionales, es un paso decisivo para empezar a transformar nuestra salud física y mental, según explica en su libro Es tu tripa la que grita.

La conexión entre las emociones y la salud digestiva mantienen una relación en ambas direcciones que hace que se influyan mutuamente (Foto Prensa Libre: Anna Tukhfatullina/Pexels)

Primeros pasos para nutrirse prestando atención

La alimentación consciente es una filosofía que nos invita a detenernos, a relajarnos y a disfrutar de lo que tenemos en el plato, y “su finalidad es que podamos relacionarnos con los alimentos a través de la consciencia plena”, según García.

Aunque pueda parecer un enfoque muy abstracto, poner en práctica los primeros pasos de esta filosofía puede ser “un buen inicio para recuperar la bonita relación que tenías con la comida, si sientes que te la han robado los problemas digestivos”, señala García, que recomienda aplicar las siguientes técnicas de alimentación consciente:

1. Empiece desde la consciencia

“Antes de empezar a cocinar, dedique 5 minutos a pensar y tratar de encontrar el origen de cada ingrediente: si es un alimento de proximidad (producidos cerca de donde se consumen) u orgánico (sin productos químicos ni aditivos); cómo fue su recolección y su cultivo. Imagine también la forma en que lo va a cocinar y el punto de cocción que quiere conseguir”, aconseja.

2. Coma más despacio

Para ralentizar el proceso de la comida, García aconseja: “coma utilizando su mano no dominante (con la izquierda, si es diestro; o la derecha si es zurdo); mantenga los bocados en su boca durante 5 segundos (moviéndolos o saboreándolos) antes de masticarlos; y después mastique cada bocado entre 25 y 30 veces (contándolas mentalmente).

“Su mente le dirá que está comiendo lentísimo, pero solo podrá sacar conclusiones constructivas si la vence y lleva el ejercicio hasta el final”, recalca.

3. Deje la tecnología de lado

“Olvídese del teléfono móvil, la televisión o cualquier otro aparato electrónico que pueda distraerle, ya que si efectúa otra actividad mientras come, acabará ingiriendo más cantidad de alimentos que si pone su atención plena en el plato”, señala.

4. No tiene que acabarse todo el plato

García recomienda hacer tres pausas mientras se come: “la primera cuando se sienta a la mesa, aprovechándola para valorar su nivel hambre de 0 a 10; después de comer la mitad del plato, haga una segunda pausa y vuelva a efectuar la valoración, teniendo en cuenta su nivel de saciedad”, explica.

“Al terminar de comer, vuelva a valorar si se sientes saciado o se ha excedido en la cantidad de comida ingerida, tomando nota de ese resultado para autorregularse las próximas veces”, señala García, añadiendo que si sobra comida, puede guardarse en un recipiente, para consumirla en la cena o al día siguiente.

5. Procure ser el último en terminar

En las comidas familiares, con amigos o de trabajo, es más complicado comer de forma pausada, al prestarle más atención a la compañía que a lo que se come, según García.

Para remediar esta situación, esta especialista propone fijarse en los comensales, identificar al que come más despacio, intentar llevar su ritmo y ser la última persona en terminar de comer.

“Con estos sencillos hábitos puede comenzar a transformar la forma en que se relaciona con la comida y convertir ese momento en un espacio de autocuidado, mimo y placer, dentro de sus posibilidades y contexto”, asegura.

“Aplicar la ‘alimentación consciente’ no debe añadir más estrés a nuestro día a día. Empezar poco a poco y de forma progresiva puede ayudar en el proceso. Centrarnos en el acto de comer y dejar lo demás a un lado, puede ser un buen punto de partida”, concluye Fani García.

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