Salud y Familia

15 enseñanzas para dar a los hijos

Expertas en distintas ramas de la educación comparten cuáles consideran que son las claves para educar a los niños de una manera positiva y saludable.

“Sembrad en los niños buenas ideas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y hacerlas florecer en su corazón”, decía la educadora italiana María Montessori (1870-1952), famosa mundialmente por la filosofía de educación que lleva su nombre.

Cuando somos pequeños, recibimos y absorbemos toda clase de enseñanzas de los adultos con los que vivimos, quienes (quieran o no) se convierten en maestros constantes. Lo que hagan, tanto bueno como malo, es ejemplo para nosotros, y aunque en esos primeros años no comprendemos o no nos agradan ciertas reprimendas o enseñanzas, conforme avanzamos en la vida y nos convertimos también en adultos entendemos el porqué de muchas de esas cosas.

Si uno de sus propósitos para este año es ser un mejor padre, o un mejor tío, abuelo, educador, etc., vale la pena considerar implementar pequeños cambios de actitud o filosofías que gradualmente tendrán un impacto positivo en los pequeños de su casa o con los que se relaciona día a día.

Para conocer mejor qué podemos hacer desde ya para comenzar a dar una buena formación, consultamos a varias expertas quienes exponen lo que, en base a su criterio y experiencia, consideran que son las cinco enseñanzas que los adultos deben darle a los niños. En total, compartimos 15 de esos aprendizajes en sus propias palabras.

“Nadie puede garantizar que su futuro sea lo que nosotros esperamos y queremos, pero sí podemos brindarles las herramientas para que lo alcancen”, dice la educadora Tairin Dahdah, una de las expertas consultadas. “El desarrollo emocional es tan importante o más que todas las oportunidades de estudio que podamos darles, y para ello debemos educar con el ejemplo”.

Quizás este año los pequeños de su casa no comprendan o vean sus enseñanzas como rutina, pero con el pasar de los años, los hará mejores personas y, conforme descifren todos esos aprendizajes en su entendimiento, las ideas que usted les plante florecerán en su corazón, como decía Montessori.

Las normas y reglas son importantes en casa. (Foto Prensa Libre: Pixibay)

Alejandra de León y Tairin Dahdah, maestras y directoras del colegio Imagine Preschool, en el cual se aplica el método Montessori a niños de entre 2 y 5 años.

Las cinco enseñanzas que ellas proponen para que el niño sea estable y se sienta amado y, por consiguiente, puedan desarrollarse en todos los ambientes con seguridad, son:

1.       Tener en casa normas, reglas, horarios y límites

“Estas reglas aplican a todos los ambientes en donde el niño se desenvuelve.

Un niño necesita saber qué se espera de él y cómo debe desenvolverse; para ello debemos ser adultos constantes, coherentes y disciplinados. Las rutinas brindan seguridad al niño, ya que son cadenas de sucesos lógicas y permiten a los padres no entrar en conflicto con el niño. Se vuelve un niño seguro en el ambiente que lo rodea”.

2.       El valor y respeto a las diferencias y la empatía

“Enseñarle siempre a su hijio que todos los seres humanos tenemos características diferentes que nos hacen tener un valor único como personas.  Poder ponerse en el lugar y el sentir del otro, ser sensible a las necesidades de los demás, actuar para modificar una situación y vivir la prudencia. Nunca es aceptable dañar a otros o herir con comentarios despectivos”.

3.       El valor de la verdad

“Enseñarle a su hijo a ser honesto, a hablar con la verdad, a asumir independientemente de las consecuencias”.

4.       El valor del esfuerzo y trabajo

“Cualquier gratificación debe ser alcanzada por medio de esfuerzo, constancia y dedicación. Para ello es clave darles desde pequeños responsabilidades y que sean conscientes de ellas”.

5.       El valor de la austeridad y la humildad

“Los niños de ahora están a un clic de obtener lo que quieren. El cariño y la aprobación no se demuestran por medio de objetos o regalos materiales. Hay que enseñarles que no hay que tener todo solo porque está de moda.  Es sano que un niño aprenda a manejar la frustración, a perder, a ceder el primer puesto. Los niños deben aprender a ser agradecidos y a valorar. A la vez no es necesario compensar el tiempo que no pasan con ellos con regalos o brindándoles lo que no tuvieron en su infancia”.

Las muestras de afecto fortalecen la salud emocional de los niños. (Foto Prensa Libre: Pixibay).

Andrea Sierra, psicóloga educativa y directora de la clínica Psico Ingéniate, donde se brinda asesoría para jóvenes y adultos y terapia educativa para niños.

1.       Afecto físico

“Es muy importante decirle a nuestros hijos cuánto los amamos; sin embargo, no es suficiente.  Nuestros hijos desde recién nacidos necesitan que padre y madre los acaricien, besen y abracen, especialmente los primeros seis años. Acariciar y besar su cabeza, manos, brazos, pies, barriguita y su rostro ayuda a crear un apego mayor y les ayuda incluso con su autoestima. Que sea un momento íntimo entre padres e hijos, y si se puede hacer diario al menos 15 minutos, mucho mejor.  Cuando son mayores también se puede seguir haciendo pero de una manera en que a ellos les resulte más cómodo”.

2.       Validar emociones

“Antes de los 3 años los niños difícilmente podrán expresar lo que sienten y llorarán, gritarán, tirarán cosas, etc. En realidad una situación que para nosotros no es grave como perder un juguete o tener que prestar un juguete que está usando para nuestros pequeños sí será un conflicto o le producirá tristeza y enojo.  En este caso hará el famoso berrinche, entonces se le puede sobar la espalda y decirle: ‘entiendo que te sientas triste o enojado por…..(acción que sucedió)… pero…(explicar qué sucede y el porqué)’.  Ahí estamos validando su emoción.  Luego podemos ofrecerle otras alternativas de acción o distraerlo con otra cosa.  Podemos enseñarle a respirar profundamente y contar de 1 a 5 para controlar su enojo.  Si cuando hace berrinche se le pega o se le regaña fuerte, se crea el efecto contrario que realmente se busca. Con los adolescentes es muy importante acompañarlos sin juzgarlos, como un refugio o un ‘oasis en el desierto'”.

3.       Palabras positivas

“No se trata de estar alabando y adulando todo el tiempo, pero sí decirle frecuentemente y en ocasiones específicas las cualidades a nuestros hijos. Tanto físicas como de forma de ser, y evitar a toda costa comparar con otros hermanos, con otros niños o con ustedes de niños.  Valorar la individualidad de nuestros hijos y resaltar todas esas cosas hermosas que lo hace ser un ser individual y único.  ‘Eres guapo, eres guapa’. ‘tienes lindos ojos’, ‘bien hecho’, ‘gracias por hacerlo’, ‘eres inteligente’; y, muy importante, no señalar un error como ‘eres mala persona’ o ‘eres malo’, sino referirse a la acción: ‘eres una buena persona, pero eso que hiciste no estuvo bien.  Pensemos juntos de qué forma no vuelve a ocurrir’, por ejemplo”.

4.       Escuchar

“Esto aplica desde que son bebés y empiezan con sus primeros balbuceos pues, a su manera, nos están hablando.  Entonces es importante verlos a los ojos, dejar a un lado lo que estamos haciendo y prestar la atención con los cinco sentidos a lo que nos comunican.  Podemos utilizar palabras de interés de comunicación tales como ‘¿Ah, sí?, cuéntame más’ y ‘¿qué pasó después?’ o repetir lo que nos están diciendo.  Cuando hay una queja o hicieron una travesura, antes de corregirlos, dejar que ellos nos cuenten qué sucedió sin juzgar.  También cuando son adolescentes tienen ciertos intereses y deseos y antes de criticar ese estilo o gusto, escucharlos e interesarse más por ellos. De esta manera se fortifica la confianza”.

5.       Tiempo de calidad

“Hoy en día es muy difícil encontrar un tiempo para compartir con los hijos, ya sea por trabajo, estudio o ambos.  Sin embargo, siempre se puede disponer de aunque sea 15 o 30 minutos diarios en donde se comparta con los hijos. Pero no una cena donde cada quien esté en su celular o todos viendo televisión,  sino una actividad donde haya afecto y se comparta con los cinco sentidos.  Es jugar con ellos, no únicamente ‘cuidarlos mientras juegan o verlos jugar’. Idealmente este tiempo de calidad debería ser a diario y es para involucrarse e integrarse con nuestros hijos de la manera adecuada según su edad y gustos.

Enseñe a sus hijos a identificar sus emociones. (Foto Prensa Libre: Pixibay).

Laura Hernández, psicopedagoga y coordinadora de la Licenciatura en Psicopedagogía Clínica de la Universidad del Istmo, donde se enseña a cómo brindar un acompañamiento personalizado a los niños y jóvenes.

1.       Educar en positivo

“Cambiar el ‘chip’ de lo negativo y reemplazarlo por el positivo. Reconocer las buenas acciones y comportamientos de los niños es mejor que señalar siempre lo que está mal. Los niños necesitan saber que estamos orgullosos de sus triunfos y logros, más que de sus fracasos. Con ello, se refuerzan las buenas actitudes”.

2.       Actitud y aptitud

“No solo es el poder hacer algo; lo importante, en cualquier circunstancia de la vida, es tener la actitud de querer lograrlo. Se debe enseñar a nunca rendirse, dar lo mejor que está en uno y ser constante y perseverante a pesar de que ‘mi aptitud’ no sea la más idónea. El mundo es de los que tenemos la actitud para enfrentar los desafíos”.

3.       Educar en la responsabilidad

“La responsabilidad es la capacidad de responder. Los niños deben ser capaces de tomar decisiones y enfrentar las consecuencias. Querer proteger a nuestros niños de ‘todo mal’ es un acto que se hace casi de forma instintiva. Pero ¿qué tanto lo protejo? Amar es enseñar a ser libres, amar es permitir aprender de lo bueno y de los errores”.

4.       Apoyo para expresar sentimientos y emociones

“La persona llega a cierta edad en que logra poder comunicar lo que siente y piensa; sin embargo, la forma de hacerlo no siempre es la mejor. Con los niños debemos ayudarles a expresar sus emociones, pero primero, tenemos que apoyarles en reconocer e identificar sus propios sentimientos. De esta manera será más fácil que la persona pueda encontrar la mejor forma de expresarse y transmitir lo que siente. Tomarse el tiempo para hacerlo es el reto.

5.       Enseñar a hacer la cama

“Hacer la cama reforzará el hecho de que las cosas más pequeñas o insignificantes también requieren de esfuerzo y voluntad. Si no podemos hacer bien las cosas pequeñas, hacer bien las grandes será complicado”.

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