Vida

Roberto González Goyri

?Mantengo cierta apertura porque la meta del artista es la libertad de creación?

Ahora se encuentra en un buen momento de su vida, dice el maestro Roberto González Goyri (1924). Se dedica de lleno a su obra y pronto se publicará un libro que reseña su trayectoria.

González Goyri es considerado uno de los más importantes artistas plásticos de Guatemala. Fue uno de los que estudiaron en el exterior, becados, durante la época revolucionaria.

-¿Qué recuerda de su primera exposición?

-Mi primera exposición, me recuerdo muy bien, fue en 1948. Yo tenía 23 años. Yo empezaba a definirme más como escultor que como pintor. La exposición fue en la antigua escuela de Bellas Artes, que antes se llamaba Academia Nacional de Bellas Artes. Fue la culminación de mis estudios. Fue básicamente escultura y dibujo. Entre las esculturas estaba la cabeza que le hice a Miguel Angel Asturias y que está en la Biblioteca Nacional. Esa cabeza la modelé en el estudio de Roberto Ossaye en la 10a. calle, a mediados del 47. Todavía conservo un catálogo. A mediados del año siguiente, en el 48, me fui con Roberto Ossaye a los Estados Unidos con una beca del Gobierno.

-¿Cómo fue su experiencia en Nueva York?

-Tremendo. No me gustó. Para ajuste llegamos en verano, en agosto, un calor tremendo. Yo nunca había salido de Guatemala, muy pueblerino, con saco y corbata, y todos andaban con shorts. Allí por primera vez me enfrenté con el famoso mural de Picasso, el Guernica, que estaba en calidad de préstamo. Aquello también me desconcertó. Yo tengo algo escrito sobre eso. Con Roberto nos habíamos ido a vivir lejísimos, en la última estación del metro. Un señora nos alquiló un cuarto. Vino el invierto y, no puede creer, me encontré tirado un catálogo de escultura y me llamó la atención y anoté la dirección; se llamaba Sculpture Center. Fui al día siguiente y resulta que era un lugar muy conocido por los artistas latinoamericanos. Entonces me pasé allí.

(En NY estuvo tres años, desde mediados del 48 hasta el 51).

-¿Cómo sintió el medio cultural guatemalteco a su regreso?

-Sentí el contraste, pero no me costó mucho volverme a adaptar. Este fue otro momento importante, porque al regresar coincidió con el regreso de unos arquitectos que habían hecho su carrera fuera. Ellos vinieron con una visión de que había que hacer un arte integrado en que colaborara el pintor y el escultor, y nos llamaron para hacer el Centro Cívico.

-¿Cómo se siente ahora?

-Indudablemente, ya todo ha cambiado mucho. Ahora hay muchas galerías, talvez demasiadas, hasta lo presionan a uno para que les dé obra. Ha surgido una gran cantidad de artistas jóvenes, han surgido otros conceptos como esos de instalaciones. Yo, en lo personal, no comulgo con todo eso, pero mantengo una cierta apertura porque en realidad la meta del artista es la libertad de creación.

-¿Es arte todo lo que se está haciendo en Guatemala en esta materia?

-Sí y no, depende de la visión. Desde mi punto de vista personal hay muchas cosas que rayan en lo absurdo, casi en lo ridículo, pero como le digo, no lo desapruebo porque me pongo a pensar en el tiempo cuando surgió el cubismo en Europa. Fue el gran escándalo, y esos aportes después, fusionados con otros acontecimientos, por ejemplo, el dadaísmo, fueron la base para otros movimientos. No sé qué va suceder de todo esto. Hay probablemente mucha pose, mucha falta de autenticidad. Son artistas todavía muy jovencitos, muy inmaduros, pero que no les puedo negar el deseo sincero que tienen de expresarse.

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