Vida

Ricardo del Carmen

Director y pianista, fundador del coro que lleva su nombre

Ricardo del Carmen tenía 29 años cuando ganó el Concurso Internacional para Directores de Orquesta Dimitri Mitropolus, en Nueva York.

Antes de eso, el maestro Del Carmen había hecho su debut como director en Viena. Fue director de la Orquesta Sinfónica Nacional por más de 20 años y ha dirigido un par de decenas de orquestas sinfónicas de diferentes países, entre ellas la de Washington, D.C.

Ahora se dedica de lleno al piano, al coro que lleva su nombre y a la orquesta Clásica de Guatemala, de la que es director y fundador.

¿Cuándo decidió ser director de orquesta?

?Siempre me llamó la atención la idea de estar frente a un instrumento tan perfecto como es una orquesta, pero para mí fue una decisión muy difícil porque mi amor musical desde que tengo uso de razón fue el piano, entonces, de repente, alejarme del piano o, si se quiere, cambiar un instrumento por otro, me parecía una decisión muy difícil. Finalmente la tomé y eso significó haber abandonado un poco mi piano.

?Ahora estoy tratando de volver, incluso, acaba de salir un libro de ejercicios que hice precisamente para este retorno al piano pero decidí imprimirlo y si a alguien le sirve, allí está?.

¿Cómo fue la primera vez que se paró frente a una orquesta como director?

?Una experiencia maravillosa y doblemente difícil en mi caso particular, porque lo hice en la que es considerada la capital de la música, Viena. Allí tuve la oportunidad de hacer mi debut y era una doble responsabilidad, pero bendito sea Dios me fue muy bien y la crítica fue muy bondadosa conmigo. Eso me estimuló muchísimo?.

¿Cómo fueron los momentos previos a ese primer concierto?

?Fueron incontables horas de estudio de mis partituras con la ayuda invaluable de mi maestro. Fue una emoción muy especial, porque aparte de ser un debut también me presenté como pianista en el mismo concierto, con una pianista española. Tocamos una obra para dos pianos en donde yo tuve la oportunidad de dirigir desde el piano. Fue una doble experiencia, muy linda?.

Después de Viena, ¿cómo fue su regreso a Guatemala?

?Difícil. Por un lado, un país extraño, con una tradición musical de siglos, y por el otro, al llegar a Guatemala, a mi patria, con mi gente, también era una gran responsabilidad?.

¿Cuál de sus maestros considera influyó más en su formación?

?Yo creo que es muy difícil concretarlo a una sola persona; por ejemplo, yo me inicié en Guatemala con alguien que tenía un don maravilloso con los niños. Yo me inicié siendo muy niño, pero él me fomentó ese gran amor por la música. El era Werner Goldstaub.

No era músico profesional, pero tenía un gran amor por la música y eso me sirvió de mucho. Luego, con doña Georgette (Contoux de Castillo) aquí en Guatemala, que fue una gran ayuda para mí. Luego en Estados Unidos, cada uno de mis maestros significó algo especial. Tuve la oportunidad de trabajar dos años con una gran pianista húngara y eso me sirvió de mucho, pero de manera muy especial fue mi maestra en el Conservatorio de Oberlin, a quien le debo tanto, y luego mi maestro en Viena (Hans Swardsky). En lo que se refiere a dirección orquestal, a él le debo todo?.

Cuando se para frente a una orquesta, ¿qué busca en ella?

?Como primer paso, a través de los ensayos, lograr una comunicación absoluta entre la orquesta y yo, una compenetración de la obra en la que todos somos parte de este tablero de ajedrez. Es tan importante el timbalista como los flautistas, como los violinistas. Todos somos parte de este gran todo y cuando existe esa comunión absoluta, es la mayor satisfacción que logra un director?.

¿Qué significó para usted el premio Dimitri Mitropolus que ganó en 1964?

?Fue un concurso a nivel mundial. Éramos 33 candidatos de todo el mundo y un jurado decidió, con Leonard Bernstein. Fue una emoción indescriptible. El concurso duró 10 días, en varias etapas. Cuando llegó al final y anunciaron a los ganadores, yo tuve la inmensa satisfacción de recibir el premio a la par de mi bandera. Eso sí es algo realmente indescriptible, una emoción muy profunda, poderosa, memorable?.

¿En qué momento decidió fundar el coro?

?Cuando regresé a Guatemala, después de un año de haber estado en Costa Rica. Allá tuve a mi cargo un lindo coro, el de la Universidad de Costa Rica. Cuando regresé a Guatemala, a insistencia de Yoli (su esposa), allí nació la idea. Acabamos de cumplir 35 años?.

¿Cómo surgió la idea del ensamble de nueve pianos?

?La idea surgió de una conversación con Geraldina (Baca Spross). Era muy difícil contratar a una orquesta grande, entonces se pensó en la idea de juntar dos pianos. Originalmente creo que se pensó en un piano, cuatro manos; luego dos pianos, otro más, y así sucesivamente fue aumentando el número de pianos hasta que se llegó a un ensamble de nueve pianos, que de por sí fue una maravilla poder reunir nueve pianistas y nueve instrumentos de cola en un mismo escenario. Luego el reto de hacer arreglos de música conocida, para nueve pianos. Arreglos de toda clase de música, desde una obra de Mozart hasta una de Cri-Cri.

?Creo que fue algo único en su género. Me encantaría volver a hacerlo?.

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