Chequeo real: ¿Es este el oficio adecuado para mí?
Stefanie Rektorschek, quien trabaja en el área de orientación profesional de la Agencia de Empleo de Alemania, recomienda plantearse las siguientes preguntas a la hora de elegir una formación: ¿Es el trabajo tal como yo me lo imagino? ¿De dónde viene mi fascinación por este oficio? ¿Es algo que yo realmente pueda hacer? ¿Qué es exactamente lo que me atrae de esta profesión u oficio?
“A veces los jóvenes notan, al hacer este chequeo, que el trabajo con el que están fantaseando no es como ellos se lo imaginaban. O que en realidad no son ellos los que quieren ser grandes deportistas, sino que era el deseo de otra persona y que ellos lo habían incorporado”, explica la asesora.
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¿Diversión o glamur?
Hacer una evaluación realista también implica analizar las habilidades y los fuertes de cada uno. “Por ejemplo, si alguien quiere ser actor puede ser muy útil haber tenido algunas experiencias previas en el teatro de la escuela y pensar qué tipo de feedback se recibió en aquel momento. Es muy distinto tener una mínima noción previa del oficio, haberse acercado de alguna manera, que querer ser actor por creer que vivir como una estrella de cine es puro glamur”, indica.
Por eso es importante preguntarse cuál es la motivación interna: “¿Me divierte la tarea en sí? ¿Me divertiría aunque no tuviera nunca un éxito rotundo haciéndolo?”
Plan B
“También ayuda mucho evaluar cuál podría ser el plan B, C o D en caso de que el A no funcionara de entrada”, señala Rektorschek. En muchas áreas laborales hay un camino lleno de riesgos y otro que ofrece un poco más de seguridad económica. Tal vez, en lugar de esforzarse por ser influenciador, uno puede trabajar para algún medio o empresa en la producción de contenidos para redes sociales.
“Muchas veces se puede incorporar lo que a uno tanto le atrae del trabajo de sus sueños al plan B”, dice Nico Rose, coach y profesor de Psicología Económica en la International School of Management de Dortmund. “Si me gusta presentarme ante otras personas, no tiene por qué ser desde un escenario. Tal vez pueda ser igual de feliz siendo maestro, profesor o guía de turismo”, precisa.
Analizar la necesidad de seguridad individual
Para poder decidir cuánto riesgo profesional uno está dispuesto a asumir, no está de más preguntarse qué grado de seguridad uno necesita para sentirse tranquilo. Las necesidades varían mucho de persona a persona.
Además, como bien dicen los expertos consultados, esa necesidad puede cambiar con el correr de los años. Si uno no solo tiene que velar por sí mismo, sino también por una familia, tal vez prefiera, en esa etapa de la vida, contar con un ingreso más seguro. En cambio, si una persona ha acumulado cierto colchón económico con el tiempo o si viene de una familia acomodada, puede que esté dispuesta a asumir más riesgos.
CV sin hilo conductor: probar también vale
“En nuestra vida laboral tenemos también tiempo para probar cosas muy distintas. Son pocos los casos en que una persona precisa contar con un hilo conductor que recorra todo su curriculum”, dice Rose.
Rektorschek acota que actualmente los profesionales preven sus decisiones y toman caminos nuevos con mayor frecuencia que antes, y que también suelen diseñar en forma activa su día a día. Es decir, no hay que darle demasiado peso a las decisiones laborales porque no tienen por qué ser definitivas.
¿El trabajo de sus sueños o algo seguro?
“Tampoco creo que haya una elección que sea radicalmente mejor que otra o que sea un camino más seguro hacia la felicidad”, agrega Rose. “Lo importante es dar con una hoja de ruta adecuada para cada persona”.
¿Pero cómo saber qué tipo de personalidad tiene cada uno y cuál sería una mejor opción? Una herramienta importante en el camino de esa búsqueda es la autorreflexión. Otra, la conversación con personas del entorno cercano. También pueden ayudar las pruebas de orientación vocacional de las agencias o de los profesionales especializados en estos temas.