El título alude a las palabras petate —Popol— y libro u hoja —Vuh—. También traducido como Libro del consejo, Libro de la comunidad, Libro del pueblo o El Libro Sagrado —según la biblioteca Newberry de Chicago—, el texto guarda un sentido universal como pocos.
El 30 de mayo de 1972 fue declarado libro nacional de Guatemala, por lo que cada año se conmemora su día en esta fecha. En el 2012, el Ministerio de Cultura y Deportes lo declaró patrimonio intangible de la Nación.
El lingüista Luis Enrique Sam Colop (1955-2011) estableció que el Popol Vuh como un manuscrito que aborda la mitología del pueblo quiché hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, período en el cual, según la narrativa, fueron ejecutados los señores principales.
De acuerdo con Lina Barrios, antropóloga e investigadora del Instituto de Estudios Interétnicos y de los Pueblos Indígenas de la Universidad de San Carlos (Ideipi), el libro nacional se vale de historias con valores y antivalores.
Sobre todo, indica la investigadora, habla de una cosmogonía y una cosmovisión. Barrios explica que la primera hace referencia a la forma en que “un pueblo explica el origen del Universo y todo lo que le rodea”, mientras que la segunda responde a la manera “como ese pueblo ve el mundo y cómo lo explica mediante historias”.
Es en esa cosmogonía y cosmovisión que el Popol Vuh también refleja aspectos únicos del territorio desde el cual fue escrito, así como expresiones espirituales, ideológicas y artísticas. De acuerdo con la antropóloga, los valores del libro siguen vivos en las comunidades mayas y están contenidos en historias que los abuelos aún relatan.
Universo excepcional
Lina Barrios destaca la biodiversidad única que se evoca en el Popol Vuh, pues fue escrito en una región megadiversa —extensión geográfica en el Trópico, con mucha flora y fauna—. En el texto se mencionan 92 especies propias de Guatemala: 41 de flora —entre ellas pericón, maíz, hule, caña, copal y zapote— y 51 de fauna —quetzales, jaguares, venados, cascabeles, micoleones, entre otros—.
Además, subraya la importancia de la espiritualidad en el libro, al mencionar las 20 energías creadoras del Universo. A diferencia de la visión occidental-europea, las fuerzas en el Popol Vuh crearon primero a los animales y después a los humanos, que al principio fueron de madera y finalmente de maíz.
Las mujeres cobran igual importancia en el manuscrito, asegura Barrios. Las energías creadoras son femeninas y se encuentran “en complementariedad”. Además de las hacedoras del mundo, también hay un espacio en el Popol Vuh para las comadronas, gobernadoras, guerreras e incluso las energías que guardan la milpa.
El arte brilla por su forma de expresarse en las danzas o en juegos como el de la pelota, dice Barrios. El Popol Vuh se complementa con referencias a ciencias como la Arquitectura y la Astronomía, así como la agricultura.
Distintos manuscritos
Sam Colop constató que el Popol Vuh fue transcrito a símbolos latinos entre los años 1554 y 1558, a partir de las investigaciones del historiador Adrián Recinos (1886-1962).
Según Sam Colop, la versión original tenía forma “jeroglífica o pictográfica”. Esta importante obra precolombina se conoció gracias a personajes como el sacerdote Francisco Ximénez, quien hizo una transcripción de la obra a inicios de la década de 1700, la cual se encuentra en la biblioteca Newberry de Chicago desde 1912 y puede ser consultada por el público.
También destacan los trabajos de Karl Ritter Scherzer en 1857; Brasseur de Bourbourg, 1861; Schultze Jena, 1944; Adrián Recinos, 1947; Munro S. Edmonson, 1971; Adrián Chávez, 1981 y Sam Colop en el 2009. Cabe mencionar la paráfrasis que de la obra hizo el poeta Humberto Ak’Abal.
Édgar Carpio, arqueólogo y catedrático de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, señala que las numerosas transcripciones del Popol Vuh no han sido en vano.
Para el arqueólogo, quienes se han aproximado a los esfuerzos de transcripción “fueron personas que supieron reconocer el potencial histórico, mitológico, sagrado y lingüístico del libro”.
El también catedrático expresa que la importancia del Popol Vuh se debe a un bagaje lírico y poético. Por esta razón, infiere Carpio, no cabe duda de la transcripción a otros idiomas del texto, más allá del castellano.
Carpio, quien tuvo la oportunidad de conocer el manuscrito de Ximénez en Chicago en el 2012, asegura el Popol Vuh no es un libro fácil de digerir por la densidad de su lenguaje y figuras.
Aún así, destaca el valor fundamental del texto para el mundo y en especial para los guatemaltecos, ya que es un pilar en “la búsqueda de nuestros orígenes”, mismos que se ubican en el período precolombino.