Ciudades
Brillan dos proyectos educativos pioneros en Guatemala
El Colegio Impacto de Maia, en Sololá, y el Centro Educativo Técnico Chixot, en Chimaltenango, son finalistas del premio internacional Wise, por sus proyectos educativos innovadores y de beneficio para la comunidad.
Alumnas del nivel básico del Colegio Impacto de Maia, en Sololá, utilizan computadora por primera vez. Este establecimiento educativo se distingue por brindar una formación holística a mujeres indígenas, única en su tipo. (Foto Prensa Libre, cortesía de Colegio Impacto de Maia)
El lugar favorito de Esther Bocel, de 17 años, alumna de bachillerato del Colegio Impacto de Maia, en Sololá, es la biblioteca de ese lugar, al que considera un “santuario”, pues es aficionada a la lectura, en especial de obras clásicas. La joven, que se expresa con gran elocuencia, sueña con llegar a ser ministra en Guatemala, porque “son puestos en los que se necesita la presencia de más mujeres y porque como seres humanos tenemos la obligación de dar algo a la sociedad”.
El modelo educativo único e innovador de empoderamiento de niñas y jóvenes del referido establecimiento de Sololá y el proyecto ambientalista del Centro Educativo Técnico Chixot, en San Juan Comalapa, Chimaltenango, son dos de los 15 finalistas, entre 625 propuestas de todo el mundo, que aspiran al premio Wise, una referencia mundial en nuevos enfoques para la educación.
Norma Baján Balán, directora ejecutiva del colegio sololateco, que abrió sus puertas en el 2017 y donde se imparte el nivel básico y, por primera vez, este año, diversificado, refiere que se nombró a la institución Maia por ser una estrella —de las Pléyades—. “Las estrellas nos guían, y las alumnas se convierten en esa guía que brilla para su familia y para su comunidad, y por eso las llamamos pioneras”, expone la directora del primer centro educativo de secundaria diseñado para mujeres indígenas de Centroamérica, donde estudian 188 alumnas, de 13 a 17 años.
Baján enfatiza que en el país solo el 10 por ciento de mujeres indígenas completa la educación básica y solo el 1 por ciento ingresa en la universidad. Además, hacia los 18 años tienen cinco veces más de probabilidades de ser madres que de graduarse del nivel básico. Según datos del Anuario Estadístico del Ministerio de Educación, del 2019, la tasa de escolarización de mujeres para el nivel básico apenas es del 18.39 por ciento de la población, y en Sololá, del 14.98 por ciento.
Según su metodología educativa, para competir en un mundo globalizado las niñas deben desarrollar nueve competencias: voz empoderada, red de apoyo, excelencia, pensamiento crítico, resiliencia, emprendimiento e innovación, tenacidad, incidencia e impacto y negociación. La idea es impulsar el talento de las alumnas para formar lideresas que impacten en su familia, comunidad, país y el mundo.
Por ello, el colegio ha trazado cuatro metas durante el proceso formativo integral de las alumnas: autonomía económica, para que sean económicamente independientes, al obtener un trabajo formal con ingresos iguales o mayores que el salario mínimo en Guatemala; aprendizaje continuo, para que sus egresadas alcancen un promedio de 15 años continuos de estudios formales; elección familiar, al instarlas a que tomen sus propias decisiones personales y que no se casen hasta los 25 años, y empoderamiento, al aumentar el liderazgo de las mujeres, mediante un plan de estudios de mentoría.
El objetivo es romper ciclos sistémicos que aquejan a la sociedad, especialmente a la mujer, como pobreza, discriminación, machismo, violencia y analfabetismo en comunidades indígenas, al desarrollarse en una cultura positiva de empoderamiento.
“En Sololá, muchas niñas después de los 13 años no seguían estudiando, por lo que Maia nació del proyecto Estrella de mar, que comenzó ofreciendo becas en el 2008 para que pudieran continuar sus estudios a nivel secundario”, dice su directora.
Cómo lo logran
El programa imparte tres veces más horas de estudios académicos rigurosos que la escuela pública promedio en Guatemala, para garantizar una alta calidad educativa. Fue diseñado para las jóvenes indígenas, considerando su bilingüismo y su contexto cultural y social. Consiste en dos ejes fundamentales: el académico y el socioemocional y familiar.
Los docentes, seleccionados y originarios del área, que en la actualidad son 14, reciben 400 horas de capacitación al año para su crecimiento continuo. También tienen un coach de contenido para apoyar de mejor forma sus labores. Por otro lado, se monitorea el desempeño académico de las alumnas con diversas plataformas tecnológicas, como MAP, que evalúa los avances de lectoescritura, a fin de establecer los puntos que deban reforzarse.
En el área socioemocional, trabajadoras sociales dan acompañamiento individualizado a cada alumna y hacen visitas familiares mensuales. “El compromiso de los padres es alto para lograr el éxito educativo de las alumnas”, dice Lidia Oxí, directora de Proyectos Especiales, quien añade que aquellos visitan el colegio para estar pendientes del crecimiento y progreso de sus hijas. Hay que considerar que el promedio de escolaridad de los padres es de tres años, con acceso limitado a información. Muchas de ellas son las primeras en su familia en cursar básicos.
Durante seis meses, antes de que ingresen las becarias, cuyos padres dan un pequeño aporte simbólico, se les imparte un curso para nivelar su castellano, que es deficiente cuando concluyen el nivel primario.
Asimismo, se enfocan en el uso de tecnología y en el aprendizaje de inglés, además de su idioma materno. El nivel de inglés de las alumnas al finalizar los básicos es de B1 y B2 —según el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas—, asegura Oxí, pues participan en conversatorios y paneles virtuales en ese idioma con líderes de opinión hablantes nativos. Mediante el desarrollo del pensamiento crítico “ellas empiezan a usar su voz para fortalecer su autoconocimiento, liderazgo y autoestima”, añade.
Oxí refiere que las adolescentes tienen clases extracurriculares, según sus intereses, como permacultura, sostenibilidad, periodismo y huertos familiares sostenibles con plantas nativas, conocimientos que llevan a la práctica. Ellas han implementado huertos que benefician a sus familias, al tener alimento nutritivo a su disposición.
Para ser aspirantes a la beca, las jóvenes deben tener deseo de superación, un promedio arriba de 75 puntos y pertenecer a familias con varios hijos y de escasos recursos. Se prioriza si la candidata es la hija mayor.
Cuando las alumnas ingresan, se les pide que escriban una carta sobre lo que quieren ser cuando sean adultas, y la mayoría escribe que quiere ser médica, empresaria o ministra para poder ayudar a su comunidad. “Ellas son un ejemplo para la juventud de que sí se puede generar cambios positivos en la comunidad. No tienen miedo de decir lo que piensan ni de soñar”, dice Baján.
El colegio se financia con fondos otorgados de donadores, que garantizan la calidad educativa.
“Si se les da la oportunidad, herramientas y conocimiento, se desarrolla el talento de las jóvenes de manera increíble”, dice Oxí. “Queremos que otras organizaciones y que el Gobierno se sumen” a este programa, expone Baján, quien sueña con instituir este modelo educativo en toda Guatemala. Por el momento, están apoyando a otra organización para replicarlo en Chajul, Quiché, en el 2022.
Durante estos meses de pandemia las niñas no han dejado de recibir clases, pues se les proporcionó tabletas y servicio de internet. Otro de sus logros es mantener el 95 por ciento de retención educativa de las alumnas.
“Antes de ingresar al colegio no tenía conciencia de lo que pasaba, no reconocía mi potencial, mis derechos y mi valor como mujer e indígena. Me di cuenta de que puedo hacer lo que me proponga”, expone Bocel.
Reconocimientos del Colegio Impacto de Maia
- En el 2019 obtuvo el mayor reconocimiento del Premio Zayed de Sostenibilidad, como el instituto de secundaria mejor innovador e inclusivo en América.
- Para recibir este galardón viajaron a Abu Dabhi, Emiratos Árabes Unidos, la directora Laura Oxí y las alumnas Esther Bocel y Elvira Roquel.
- Este año ganó el premio National Winner of the Energy Globe Award, por su proyecto de huertos, y el Solve Global Challenge, que otorga el MIT, por su enfoque educativo tecnológico, entre 422 solicitudes de 80 países.
- La directora ejecutiva, Norma Baján Balán, ganó en el 2018 el premio Women Have Wings, otorgado por la Fundación de Mujeres de Colorado.
- Baján también ha sido invitada a la Casa Blanca en dos ocasiones, por su trabajo con mujeres y niñas.
Ambientalismo ejemplar
En el Centro Educativo Técnico Chixot (Cetc), en Paxán, San Juan Comalapa, fundado en el 2009 por la oenegé Long Way Home y dirigido por Matthew Paneitz, se forma a los alumnos de educación básica y de diversificado, de escasos recursos, para realizar proyectos ecológicos de beneficio para la comunidad.
El complejo escolar de 18 edificios, con peculiar forma de grandes conos, fue construido con materiales naturales, 450 toneladas de residuos no biodegradables y 15 mil llantas, para ser un ejemplo de innovación para los alumnos.
El complejo sismorresistente incluye laboratorio de arte, biblioteca, laboratorio de computación, taller de mecánica, cocina, cafetería y ocho aulas, donde estudian 123 alumnos que pagan mensualidades simbólicas, y que crean soluciones a desafíos locales de desarrollo comunitario, con enfoque en la conservación del medioambiente.
En ese municipio la basura se bota en el barranco local y la escorrentía de desechos se filtra en la capa freática, creando una crisis de salud pública. Para enfrentar este reto, el Cetc reutiliza los desechos en la construcción.
Yessenia Notz, directora del nivel diversificado, refiere que los alumnos y voluntarios han elaborado 39 estufas mejoradas, con base de neumáticos, para reducir la cantidad de leña y aumentar la eficiencia térmica; cuatro letrinas de compost que utilizan poca o nada de agua, construidas de ladrillos ecológicos —botellas de plástico compactadas con residuos no biodegradables— y botellas de vidrio; dos muros de contención, elaborados de llantas usadas, rellenadas con basura y tierra, que ayudan a detener deslizamientos de tierra, y 25 tinacos de agua subterráneos, que sirven como reservorio de hasta cinco barriles del líquido.
Al final de año, los estudiantes construyen un proyecto para familias de escasos recursos de la aldea vecina Xiquín Sanaí, al analizar sus necesidades, aplicando la matemática, para hacer mediciones de la gestión de su proyecto; formación ciudadana, para hacer encuestas y entrevistas, y computación, para diseñar. Trabajan con maestros, constructores y voluntarios.
Notz asevera que ahora la comunidad comprende la importancia del reciclaje y muchas familias ya clasifican sus residuos.
Sobre el premio Wise
- La Cumbre Mundial de Innovación para la Educación (Wise, en inglés), una de las iniciativas de la Fundación de Qatar y fundada en el 2009, reconoce a nivel global proyectos con enfoques innovadores e incluyentes de las comunidades marginadas en la educación.
- Los 15 finalistas de este año proceden de 10 países y fueron seleccionados a partir de 625 propuestas, por un prejurado de expertos internacionales.
- Deben ser proyectos educativos e innovadores que ya hayan demostrado un impacto transformador en los individuos, las comunidades y la sociedad de su contexto.
- También deben ser estables desde el punto de vista financiero, tener un plan de desarrollo claro y ser escalables y reproducibles.
- Cada uno de los finalistas 2020 ha construido una solución eficaz y comprobada a un desafío educativo mundial.
- Los seis proyectos ganadores se anunciarán este mes. Además de las oportunidades de publicidad y de creación de redes, cada uno recibirá US$20 mil.
- Hasta la fecha, 66 proyectos han obtenido el Premio Wise, provenientes de una amplia variedad de sectores y lugares, por su carácter innovador, su contribución positiva y su potencial de escalabilidad y adaptabilidad.