Aunque no se sabe a ciencia cierta la fecha de su nacimiento, algunos historiadores han señalado que fue cerca de 1649 (Luján Muñoz, Luis. 1983) y su muerte el 20 de agosto de 1714. Las pinturas más antiguas localizadas están fechadas en 1675 y se hallan en Huaquechula (Puebla).
El origen de algunos de los cuadros que se conocen de él en Guatemala fue descubierto en un contrato del año 1691. El destino: Convento de San Francisco El Grande ubicado en la ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala. Por un error que tanto Salvador Toscano, Francisco de la Maza, Heinrich Berlin como Luis Luján, entre otros, denunciaron en su momento, fueron atribuidos a un mítico Francisco de Villalpando. Invención que durante generaciones fue repetida en distintos compendios históricos.
De la Maza, en su libro ?El pintor Cristóbal de Villalpando? (México, 1964), invita al lector a divertirse con la historia del guatemalteco Víctor Miguel Díaz, a quien califica de novelista. Este autor comienza su ficción en los años veinte y no fue corregido tímidamente sino hasta 1945 en la Revista del Museo Nacional de Guatemala. El documento, de escasa circulación, fue ignorado por varios autores hasta bien entrados los años sesenta. Todavía, anota De la Maza, Heinrich Berlin (1952) ?acabó de puntualizar la verdad en su jugoso artículo ‘Pintura colonial de Guatemala’?, sin que algunos escritores se interesaran en sus acotaciones.
Cerca de 1964, De la Maza, listó 16 obras: 11 en el Museo Colonial de la Universidad de San Carlos, en Antigua Guatemala, 4 en la iglesia de San Francisco de la capital y otra en una colección particular. Los del museo trataban sobre la vida de San Francisco y la última, que perteneció a Humberto Garavito, sobre la muerte de San José asistido por Jesús, la Virgen María y dos ángeles. Los 4 de San Francisco el Grande no pudieron ser descritos en aquella fecha ya que nunca le enviaron a México las fotografías que ?solicitó insistentemente?.
Más adelante Luis Luján completaría el inventario con otras obras ubicadas en el Museo Colonial para llegar a un número de 16 y otras dispersas por la República, entre ellas una Virgen de Guadalupe en la Iglesia de San Jerónimo, Baja Verapaz; otra Muerte de San José, en una colección particular de la capital; las de San Francisco el Grande también en la capital y algunas atribuciones dispersas. La obra de Villalpando fue y es muy importante por la influencia que ejerció en la pintura barroca de la época.
En 1997, Fomento Cultural Banamex editó un extraordinario volumen en el que incluyó datos significativos de los óleos de este autor. Una de las intenciones del trabajo fue el de revalorizar y facilitar comparaciones que permitieran nuevas apreciaciones del nivel que alcanzaron las artes en la región. En aquella ocasión se realizó una importante exposición en la que participaron obras guatemaltecas que fueron restauradas exprofesamente para la ocasión.
Una anécdota interesante es que alrededor de 11 de los lienzos de Villalpando fueron adquiridos por el artista Justo de Gandarias luego de los terremotos de 1917-18, directamente de los franciscanos. En 1934 algunos volvieron a ser parte de la colección nacional por un trato con los descendientes del artista.