Vida

Tres puntos…: Reuniones multitudinarias

Retomando la columna de la semana pasada respecto a las exposiciones universales del siglo XIX, hay que anotar que estas reuniones multitudinarias ejercían un efecto de imán en las ciudades en las que se presentaron.

Miles de personas tenían la oportunidad de ver los adelantos de los países desarrollados y las curiosidades exóticas de los participantes mas pequeños.

Las exposiciones universales estaban constituidas en un concepto muy claro: el de ser puente comercial. De este modo facilitaban posibilidades de desarrollo económico de los participantes con la promoción de sus mejores productos. En estas ferias se podían adquirir los derechos de diversos tipos de patentes, conocer los avances en fotografía, lo nuevo en maquinaria industrial, entablar contratos para construcciones. Es muy interesante ver que el arte se tomaba en cuenta dentro de esa visión profesional del mundo y que era premiado prolijamente junto a las ideas mas revolucionarias de la época.

También es notorio que de esta manera se juntaban en un mismo escenario los productos de artistas tan disímiles como los del escultor guatemalteco Juan Ganuza (Chicago, 1893), mencionado en el artículo anterior, y el de creadores como Rodín, Flaguiere, Nicoli, Gandarias y otros protagonistas que de algún modo eran, en mayor o menor medida, importantes en sus países. Algunos de ellos lograron, por diversas vías, a relacionarse e influenciar el arte guatemalteco.

Independientes a las exposiciones universales también existieron, y de hecho existen, las ferias exclusivas de arte. Cada país poderoso organizó, en aquellos lejanos años, convocatorias a las que asistían pintores, escultores, grabadores y dibujantes con la esperanza de darse a conocer por medio de los premios que se otorgaban a los ?más originales?.

Cronistas y críticos de arte del período registraron lo que más les llamó la atención en comentarios que se extendían por días y hasta meses.

Hoy, sin embargo, muchas de esas propuestas plásticas se han perdido de la memoria del colectivo. Las obras más famosas, por supuesto, se exhiben en museos y es posible apreciarlas en la red, en catálogos, libros. Pero tanto éstas como las menos visibles, las que se conservan en colecciones particulares de todo el mundo, ya no pertenecen al frenético mundo de los descubrimientos y de la transición que convirtió al hombre y a la mujer en ?modernos?. Esto porque las metas, al ser superadas, fueron vistas como mínimas y olvidadas.

No hay que perder de vista el poderoso embrión de la globalización. Aunque en el presente ya no se ve lo acontecido como tan espectacular, hay que tratar de visualizar las circunstancias en que los hechos se desarrollaron. Anotar que en aquel momento la gente que viajaba desde América o Europa, lo hacía en barco y que el transporte de los parapetos de las exhibiciones se hacía en carretones jalados por cuadrúpedos que atravesaban continentes por carreteras no asfaltadas. Los resultados positivos se debieron a la voluntad de los organizadores y de los comisarios empeñados en hacer brillar a sus respectivas delegaciones.

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