Reiteración que proviene de la necesidad de exaltar un valor que ha logrado mantenerse vigente por la tenacidad, el amor y la dedicación que le ha brindado desde siempre a la pintura.
La labor de este artista ha acompañado a la plástica guatemalteca desde hace muchos años. Además de ser el creador activo más longevo del país, es de las influencias más notorias en el campo del paisaje contemporáneo.
Dentro del área de la docencia ejerció una amplia labor, por más de 20 años, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Profesionalmente es reconocido como ?el maestro de la luz? debido al modo tan particular como ha sabido trasladarla del natural a sus telas.
José Luis Álvarez nace en Guatemala en el año de los Terremotos de Navidad, 1917, cuando el país todavía se encontraba bajo el régimen dictatorial de Manuel Estrada Cabrera. Su infancia, por lo tanto, estuvo enmarcada por los diversos sucesos que moldearon el carácter de la cultura artística de los años 30 y 40. Años en los que le toca compartir aulas con artistas como Dagoberto Vásquez, Guillermo Grajeda Mena y Juan Antonio Franco, entre otros destacados protagonistas que se estaban formando, al igual que él, en aquellos años.
Las inquietudes de Luis Álvarez lo han llevado a explorar y conocer con éxito distintas disciplinas. Entre ellas destaca en la talla, el dorado y la restauración, campo profesional que le ha brindado la oportunidad de conocer de cerca el trabajo de creadores coloniales y de otras generaciones.
Entre sus obras más conocidas hay que listar la obra ?Corte de Café?, creada para el Banco de Guatemala, cuya impresión aparece en los billetes de cincuenta quetzales. También hay que mencionar su trabajó junto a Galeotti Torres en los tallados ornamentales del Palacio Nacional.
Es, por su largo historial, que da gusto encontrarlo sentando cátedra, a través de su obra, en actividades como la Subasta Rotaria.
También hay que dejar apuntado que es un hombre cuya sincera modestia le llevó a rechazar, en este año, un importante homenaje para dejarle el espacio a otros artistas a los que no se les ha reconocido su labor. Este aspecto de su naturaleza lo retrata en toda la dimensión que como ser humano posee.
Luis Álvarez no es antigüeño, aún así se le considera como de los principales valores de la comunidad.
Él, como respuesta al afecto de los ?panza verde?, le ha otorgado toda su capacidad creativa a la ciudad monumento. De allí la infinidad de vistas que documentan, generalmente a la espátula, los infinitos detalles coloniales que conforman la magnitud histórica del lugar y la dinámica de la naturaleza que lo enmarca.
Va esta columna como homenaje para el artista y el hombre. El maestro y el amigo.